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A propósito de la columna de Mauricio Tolosa “El retroceso de facebook o la destrucción de la comunidad”, surge esta reflexión que involucra conceptos como globalización, desarrollo, herencia cultural, identidad colectiva.

Hablamos de globalización y asumimos que es una realidad natural y/o inevitable propia de los nuevos tiempos y solemos relacionarla sólo con aspectos tecnológicos de la comunicación e información que nos permiten tener el mundo en el bolsillo por medio de aparatos tan pequeños como un celular.  Es posible que no nos cuestionemos si tiene un carácter instrumental para un determinado sistema, o cómo afecta o impacta en aspectos culturales propios y locales, o en la visión y desarrollo de una comunidad.

Di con un documento que hace la distinción entre globalización económica y tecnológica y, globalización cultural o mundialización y descubro que muchos autores teorizan al respecto, resultando iluminador para enfocarme en el tema (1).

Me preocupa este aparente acercamiento del mundo que nos homogeniza y también hegemoniza, so riesgo de perder la riqueza valórica de tradiciones, costumbres, cosmovisión, todo aquello que crea pertenencia y a la vez diversidad y que enriquece y retroalimenta a la especie humana en sus interrelaciones personales, de comunidades y con la naturaleza. Me pregunto cómo esto impacta o afecta las identidades culturales, las visiones de desarrollo y de futuro, en suma nuestra sobrevivencia como pueblos particulares.

Tal vez correspondería hacer distinciones conceptuales, pero no tengo la experticia. Mi intención es plantear inquietudes y abrir este espacio para recibir opiniones sobre cómo debe respirar una comunidad.

No tengo claridad sobre los límites que salvaguardan una identidad cultural. Estamos en constante evolución y un patrimonio o herencia no debiera circunscribirse a un determinado período en el pasado, como un “algo único y para siempre” para todas las generaciones venideras, por los siglos de los siglos. Tal vez el asunto pase por hacer una revisión constante, distinguiendo y declarando las raíces profundas y las nuevas, pero me pregunto ¿cómo se hace y cómo se valida?

Realidad inevitable y propia de procesos históricos para algunos, la globalización y sus herramientas (como internet) armonizan muy bien con un período económico. Desde esta perspectiva se acepta un comportamiento, que a juicio de algunos estudiosos, evidencia trazos culturales occidentalizantes, muy al estilo estadounidense y europeo, es decir, formas de vida adjetivadas como vertiginosas, orientadas al consumo cosmopolita de satisfacciones prontas y materiales. Hay quienes pueden vivir acorde a ese estatus porque sus ingresos económicos lo permiten; quienes no pueden, aspiran a alcanzarlo como ideal.

Hay teóricos que no ven peligro en ello, pues señalan que los procesos culturales importantes responden a otras dinámicas. Por otro lado la globalización no alcanza a todas las personas y pueblos: considerando que internet es un elemento importante dentro del fenómeno de la globalización aún es mínima la población que accede e interactúa en ese espacio.

Existe la sensación generalizada de que quienes están fuera de la “web global” están en desventaja para su desarrollo, implicando una percepción sesgada de dicho concepto, pues resta valor o invisibiliza elementos característicos de los otros, que deben ser considerados a la hora de interactuar, emitir juicios y tomar decisiones.

La globalización es un as bajo la manga del neoliberalismo, que en niveles de decisión política inclina la balanza por aspectos economicistas en desmedro de medidas integradoras para el desarrollo de los pueblos.

Me hago preguntas que pueden parecer básicas, pero estoy segura de que las respuestas que podría recibir me sorprenderían: ¿qué valor nos otorgamos como pueblo? ¿cómo entendemos nuestra existencia en el mundo? ¿qué significa desarrollo para nosotros? ¿cómo nos vemos en el futuro? ¿por qué medios podríamos alcanzar ese futuro?

Qué tan conscientes somos de lo que somos, da la medida de cómo nos sostenemos en un medio que nos atrae con fines ajenos.

Internet y las redes sociales representan un potencial que puede favorecer aspectos humanos personales y colectivos. Depende de nosotros ocupar esa dimensión de manera consciente para revitalizar lo que nos identifica, para crecer y crear integradamente, para dar lugar, por ejemplo, a la ideología de la comunidad, aquella fundada sobre el valor del estar juntos, haciendo, tomando posesión de este territorio que nos ofrece la modernidad.

(1) Algunas de las ideas puestas aquí fueron tomadas y/o complementadas a partir del documento “Políticas Culturales para el Desarrollo en un Contexto Mundializado”, de la Dra. María Elena Figueroa Díaz.

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Alguien comentó sobre “Globalización, desarrollo, identidad

  1. Alejandra y Antonieta. Gracias por sus comentarios. Efectivamente, creo que damos por hecho que lo que existe es la única realidad posible sin percatarnos de que lo que hay es una forma instaurada en algún momento que puede acomode a otros, no sé, tal vez como cultura, forma de vida, modelo político-económico, pero sin estar conscientes muchos de nosotros de nuestro poder transformador. Claro, podemos preguntarnos cada uno “¿por qué esto?” ¿por qué no esto otro?, el asunto es que no lo tenemos incorporado como práctica habitual. Creo que hay temas, sobre todo en esto que conversamos aquí, que diría tiene ver con valores como nación y que implican a su vez preguntas constantes, que el Estado debiera abordar, asegurando con ello identidad, pertenencia, es decir una instancia gubernamental preocupada de ello, dando participación real a la gente, haciendo educación y declarando las nuevas visiones. O sea, una instancia validada y elevada, ¿por qué no?, a un rango ministerial. Si existe algo que cumpla con los requisitos, en estos momentos, me parece que no existe (Educación? Cultura?…). Lo fundamental sería la participación ciudadana. Gracias de nuevo. Urzula.

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