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Hablas de civilización y de que no debería ser,
O de que no debería ser así.
Dices que todos sufren, o la mayor parte de todos,
Con las cosas humanas, tal como están.
Dices que si fuesen diferentes sufrirían menos.
Dices que si fuesen como tú quieres, sería mejor.
Escucho sin oírte.
¿Para qué te querría oír?
Oyéndote, nada llegaría a saber.
Si las cosas fuesen diferentes, serían diferentes: eso es todo.
Si las cosas fuesen como tú quieres, serían como tú
quieres.
¡Ay de ti y de todos los que se pasan la vida
Queriendo inventar la máquina de la felicidad! 

De Poemas inconjuntos 
Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)

A mi juicio en Venezuela el gobierno bolivariano está reprimiendo duramente a los opositores,  con bandas paramilitares y la policía. El balance de víctimas que se han producido en los últimos días es de nueve muertos y 137 heridos. Desde el 12 de febrero, cuando comenzaron las protestas, unas 200 personas han sido detenidas, de las cuales 24 estarían en prisión provisional. Parafraseando a Rubén Blades en sus cartas al Presidente Maduro, el lenguaje del Jefe del Estado, quien como líder democráticamente elegido es el más alto responsable por la seguridad e integridad  de todos los que en su legítimo derecho político, participan en las protestas, dista mucho de aquellos hombres de estado que más allá de intereses y derroteros programáticos, desean superar la rabia partidista y el odio de clases.

Probablemente en el pasado, habría escrito un sesudo y teórico análisis sobre la situación política. Habría ocupado una estructura desde donde determinar ciertos hechos y darles un ordenamiento, una explicación global. Y no es que no pueda hacerlo. No quiero. Creo que es  totalmente infructuoso e innecesario.  Más aún, estoy convencido que esos análisis más allá de darle un cierto status al articulista, sirven para muy poco. También y sobre todo son herramientas, para que, racionalmente, o en un ejercicio de racionalización extrema, los grupos, comunidades o funcionarios del poder del Estado puedan justificar sus actos. Es que toda explicación es a posteriori.

¿Desde dónde hablo entonces?  Bien, yo era un niño para la primavera de Praga,  pero aquellos a los cuales con posterioridad seguí y con los que me formé políticamente en la lucha contra la dictadura pinochetista,  estuvieron en contra de los tanques rusos en Checoeslovaquia y a favor de aquel experimento socialista con rostro humano. Pasado algún tiempo y en plena adolescencia, no dudé un minuto en estar a favor de la Revolución Nicaragüense, en especial porque mi generación la observaba con una fuerte vocación inicial de construir el socialismo en democracia y pluralismo, con la capacidad de integrar a marxistas y cristianos y más actualizada de lo que fuera la Revolución Cubana con su partido único y sus uniformes demasiado planchados. Estuve en contra de la Invasión Soviética en Afganistán y contra la dictadura de Jaruzelski en Polonia mirando con ojos desorbitados como los obreros se levantaban en los astilleros Lenin. Ya más adulto, la Perestroika y la Glasnost de Gorbachov nos dieron esperanzas a muchos contra el estalinismo en boga durante tantas décadas,  y también miramos atónitos el fin del experimento, con los tanques del ejército soviético disparando a la sede del Parlamento. Y jamás dije, como dijeron los jerarcas alemanes y otros, que la salida de alemanes del Este era una migración turística para ir a ver familiares o comprar bienes suntuarios. Pues siempre estuve sintiendo y pensando  una Democracia Socialista.

Hoy,  yo hablo desde mis creencias, valores y reflexiones actuales muy distintas a las de ayer, creo en otro modo de construir comunidades y el país. Eso lo he escrito con cierta rigurosidad en mis distintos artículos en SITIOCERO y se podría resumir en considerar la lucha de clases como un problema y no una oportunidad de imposición de proyectos, en la vocación por el respeto irrestricto a los derechos humanos,  individuales y sociales, por la apuesta por una democracia participativa de las comunidades. Pero también hablo desde mi innegable matriz inicial de izquierda que les he ido prefigurando en este texto. Sin embargo todo esto también es un discurso medianamente racional, y detrás de mi historia, de mis reflexiones pasadas y actuales  está lo esencial.

Lo que pasa es que siempre me sobró y aun “me sobra corazón para gritárselo al viento” porque cómo decirlo, siempre, siempre desde niño “tan adentro sopló fuerte el viento, libre,  tan adentro”.  Y cada acto o situación autoritaria, marcial, o como diríamos ahora, piramidal y por ende jerárquica, de funcionarios y líderes carismáticos, o vanguardias iluminadas, pero también muy armadas, me produjeron rechazo, un profundo rechazo. El rechazo a un tipo de Estado que cobra su apoyo y protección a las mayorías, con una actitud omnipresente y omnisciente en todas las dimensiones de la vida individual y social, normando desde la consciencia hasta  el modo de pensar y decir, y el tipo de relaciones sociales que se deben tener. Ese incómodo y doloroso rechazo que se siente en el pecho, cuando otros nos tratan de  seducir o imponer con las verdades  que nos llevaran a la plenitud. Ese mundo, no fue nunca ayer ni hoy  el que quiero y deseo habitar con otros y otras. Aunque que sea en nombre de futuras justicias sociales, de igualdades plenas o de paraísos terrenales.

Y así desde ese élan vital luché contra la barbarie pinochetista. Por ello me puse al lado de los comunistas  y de la izquierda tan perseguida y enormemente maltratada en Chile. Y lo haría de nuevo una y mil veces. Por amor a las personas, por la dignidad de las personas, por la necesaria e ineludible libertad de las personas y comunidades.  Porque con toda  seguridad en este innegable  y escarpado camino de las grandes mayorías por el pan, por la justicia, por la igualdad, por un mejor habitar humano, el más grande paraíso para mí, fue y será siempre que para todos  sople fuerte el viento libre y desde adentro, que todos y todas sin excepción  tengamos el pleno derecho  a que nos sobre corazón, para gritárselo al viento.

Lenin preguntaba hace muchos muchísimo años. ¿Libertad para qué?  Bueno, le contestó un dirigente de la izquierda española: Libertad para qué, pues ¡Libertad para ser libres!

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Alguien comentó sobre “Venezuela: Viento libre

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