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Te miro mientras trabajas y te desenvuelves como toda una profesional, decidiendo cada uno de tus nuevos proyectos de vida, haciendo cambios, mudándote de región y explorando nuevas opciones laborales, sin miedo, con fuerza y con confianza. Detrás de esos ojos expresivos hay una historia, de esas que remecen el brillo de los ojos y que detienen el tiempo mientras se procesa el golpe, mientras se vuelve al equilibrio y se retoma la vida, ahora con una nueva compañía diaria, esas que ponen a prueba constantemente. Te observo hermana y me cuesta imaginar cómo es vivir con una enfermedad a tus apenas 28 años, qué significa tener que lidiar todos los días con síntomas que deciden que harás, o serás capaz de hacer, durante el día, acostumbrándote a inyecciones semanales, a medicamentos extra y a un cambio de hábitos radicales que colaboren con tu bienestar.

Camino por la calle y veo muchas personas, con rostros y cuerpos que se ven sanos como el tuyo hermana, pero no sé qué historias cuentan sus ojos, no sé la historia detrás y lo único que puedo ofrecer es una sonrisa y palabras amables, porque yo tengo la dicha de la buena salud y en pequeños gestos puedo demostrar la admiración por cada una de sus historias que los hacen ser lo que veo frente a mí, un otro parte de mi mundo, en el que somos nosotros.

Tantas historias detrás de hermosas sonrisas y miradas, mujeres admirables, de corazón fragmentado, contenedoras y abrazadora. Tantas mujeres con experiencias queriendo ser compartidas para encontrarse en un mismo espacio, diverso, integrador, un espacio común donde hay lugar para todos. Hay espacio para madres que cambian sus formas de vida para dedicar tiempo y emoción al cuidado de sus hijos e hijas, que desvelan su corazón y abrazan en cada caricia, que contienen con una sonrisa la mirada errante y llena de preguntas de sus hijos valientes que enfrentan desde el nacimiento o alguna etapa de la vida una enfermedad, que descubre y devela nuevos mundos. Madres que sólo conocen la palabra amor, que lo respiran y emanan en cada poro.

Conozco a hermanas como Anisha, que siendo la menor dedica su tiempo a apoyar a sus hermanas con EM, que viaja por el mundo compartiendo y apoyando a organizaciones, conociendo otras realidades, culturas, oportunidades; compartiendo y llevando las historias por distintos países para unir en un abrazo al mundo entero.

Conozco a Anitas que desparraman felicidad en cada lugar, que investiga y opina sobre todas las injusticias, que está dispuesta a escuchar y abrazar a quien necesite apoyo, que escribe vivo cada día tratando de vivirlo ….eso me recordó una frase: lo difícil no es morir sino vivir….a todos los héroes ,a todas las flores y luces…gracias por estar conmigo”. Que  inspira.

Conozco a Marianitas que cantan hermoso, que son la alegría de cada fiesta, que se esfuerzan por encontrar un trabajo y celebran cuando lo encuentran, que tienen una mirada cariñosa y amable y que siempre dedica palabras de amor a su familia y amigos para expresar libremente su cariño.

He tenido la suerte de compartir en mundos de colores, en conversaciones de corazones y abrazarme con testimonios que cambian el horizonte.

Soy afortunada de compartir con tantas heroínas, con recibir tanta inspiración de sus historias y miradas multicolor. Descubro nuevos mundos gracias a ustedes, mujeres poderosas de corazón y acción. Derramadoras de amor y de admiración. Hoy las celebro, las abrazo y agradezco por construir de este mundo un lugar donde hay lugar para todos y todas.

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Alguien comentó sobre “Miradas con historia

  1. Bellas palabras de un testimonio de vida real que nos invita a hacer una retroinspeccion interior de nuestras vidas. En donde comprendemos que podemos mejorar y disfrutar la vida con pequeños grandes detalles….una sonrisa amable..una mirada..un abrazo contenedor lleno de amor para entregar…solo tenemos que dar el primer paso…los invito entonces a ser mas felices y disfrutar!!

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