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En el putrefacto verde,
tornado en ocres, cafés y rojizos,
mullido es el suelo:
deshojado de siglos.

La vida renovada,
silenciosa, bullente,
se adapta
bajo mis pies:
ingenuos sin alas,
andantes expectantes,
ansiosos sus deseos.

Acogida sin palabras
la del templo,
el suelo cubierto,
almas desprendidas
son las hojas,
alfombra para los pies,
pies descalzos en el templo.

Abovedado verde
de rumores tiernos,
entramado en la altura,
juego de vitrales,
simil,
texturados y tonalidades
otorga la savia circulante;
cual filtros de luz el ramaje
divinos nacen los haces,
cual lanzas sacro santas,
de ellas la bahia atravesada;
sublime es el nido
para el alma
del templo la foresta.

Del alma la nostalgia
del alma la búsqueda
del alma el consuelo
del alma el  vuelo
del alma la alegría
del alma las ausencias
del alma el silencio
del alma los encuentros
del alma las respuestas;
todo cabe, todo queda
todo puede, todo será,
en medio de la madera viva,
en medio de lo elevado,
de dedos verdes rozando lo celeste;
en el subsuelo la verdad no pregunta
en la noche su reflejo es estrellado.

Entre los callados altos
interrogo sobre  los otros;
así,
de la savia bebo aguas cristalinas, otras;
entre las ramas encuentro roces tibios, otros ;
de la corteza tomo ecos, otros ;
y también voces, risas, palabras, otras;
de las hojas desprendidas
busco rastros de frutos, labios, lenguas, otros ;
de ramas inquietas,
bailes de brisas, aromas, miradas, otras.

Un hogar antiguo
cobija el bosque,
el tiempo sujeto está
por hilos transparentes,
de criaturas calladas, el tejido.
Existencias repletan el aire:
son con la luz y
en los brazos del sol;
lluvia de haces,
tamizado del follaje.

Todo cabe en el templo:
sueños son líquenes,
promesas la humedad del musgo.
Fiesta, música y cantos
traen el viento y la brisa viajeros,
de otros lares son sus pasajeros.

Por un instante
capturada la verdad:
el alma expandida,
el alma fusión,
el alma pulmón,
respiración de eternidades;
vida y muerte
muerte y vida,
son y son,
corazones palpitantes
cabalgan en el bosque y en el pecho,
milagros sin altar,
sin altar el templo.

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2 Comentarios sobre “Templo en la Foresta

  1. Hay un buen ritmo narrativo, al pasar de lo descriptivo a lo interno y (tal vez) lo sublime. Los recursos poéticos de repetición de palabras están buenos, aún cuando le quitan continuidad o consistencia con el resto del poema.
    Da la sensación de que algo se mueve entre el pecado y la culpa, pero el respeto y admiración por la vida, sus formas y vínculos, quedan intactos.
    Gracias por compartirlo.

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