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En los cines chilenos ya casi no vemos las películas que, año a año, integran la competencia oficial del Festival de Cannes.

De las películas premiadas en 2013 en el certamen de cine más importante del mundo, hasta el mes de mayo de 2014 sólo se estrenó en salas comerciales la magnífica ‘Balada de un hombre común’, de Joel y Ethan Coen. En cuanto a la ganadora de la Palma de Oro del año pasado, ‘La vida de Adele’, ni siquiera su potente realismo ni la prolongada escena de sexo entre las dos protagonistas consiguieron abrirle un tiempo en las pantallas locales. El filme italiano ‘La gran belleza’, que no tuvo premio en Cannes 2013, pudo ser visto aquí justo doce meses después de su estreno mundial, y en ello influyó mucho su triunfo en el Oscar.

De los 18 largometrajes que compiten en la presente edición de Cannes, es probable que ese número de estrenos en Chile se mantenga constante. Lo más probable es que nunca veamos en pantalla grande lo nuevo de maestros como David Cronenberg, Mike Leigh, Ken Loach y Jean-Luc Godard ni lo que proponen reconocidos cineastas emergentes como el canadiense Xavier Dolan. Probablemente, los únicos filmes de la cosecha 2014 que se estrenen en salas chilenas sean la argentina ‘Relatos salvajes’, de Damián Szifrón, y ‘Foxcatcher’, del estadounidense Bennett Miller, ambas con distribución hollywoodense.

Foxcatcher Dirigida por Bennett Miller
Foxcatcher Dirigida por Bennett Miller

¿Por qué estas películas premiadas, con buena crítica y aplaudidas por periodistas especializados de todo el mundo no llegan a nuestras pantallas? Porque los distribuidores independientes chilenos (que son a quienes les corresponde comprarlas) lo piensan dos veces antes de invertir en ellas, a sabiendas que tienen escasa oportunidad de darles una buena salida en las multisalas nacionales, copadas con superproducciones de Hollywood. Entre octubre y marzo, cuando la oferta de Hollywood se retira un poco, quedan pocas buenas fechas de estreno disponibles; hoy también existe un nuevo participante, el cine chileno, que estrena una película a la semana y compite por ese mismo espacio ‘alternativo’ en la cartelera.

A esta dificultad, se suma que las películas de Cannes provienen, en su gran mayoría, de Europa, Asia y América Latina, y -por diversos motivos, desde el proceso de subtitulado hasta el despacho de copias- demoran más en estar listas para su estreno en salas. Hollywood y la tecnología nos han acostumbrado al estreno global simultáneo, al acceso directo e inmediato, por lo que la tardanza de estos filmes ‘de autor’ hace posible que muchos de los interesados en verlas lo hagan a través de descargas vía internet o copias piratas. Para el momento en que finalmente estas cintas arriban a las salas chilenas, buena parte de su público potencial ya las ha visto en sus respectivas casas. A esto se agrega la escuálida influencia de la crítica (que antes constituía un aliado importante) y la casi total ausencia de conversación sobre el cine en los medios masivos, lo que contribuye a acentuar la dificultad para internarnos como espectadores en lenguajes fílmicos que no coinciden con los esquemas sin misterio de las superproducciones. Modificar este escenario requeriría medidas significativas de apoyo y una estrategia inteligente de creación de audiencias.

Bird People dirigida por Pascale Ferran
Bird People dirigida por Pascale Ferran

¿Qué nos perdemos al no ver las películas que se estrenan en el Festival de Cannes? La respuesta es tan simple como desoladora: quedamos fuera del devenir de lo más valioso del cine mundial. Es como si, por ejemplo, no pudiéramos ver en vivo los partidos de fútbol de la Champions League, y supiéramos de ellos sólo de oídas o por comentarios lejanos; que nos hablaran de ciertos jugadores y técnicos, de sus formas de juego, y únicamente pudiéramos verlos en la pantalla de nuestro computador o tableta, varios meses después, en un rito individual que jamás podría influir en lo colectivo.

El cine tiene un aspecto de entretención masiva, como el fútbol, pero también es un lenguaje y un arte. Estas dos últimas dimensiones son las que quedan expuestas en un festival como Cannes, que, en definitiva, equivale a una cumbre de las Naciones Unidas del planeta Cine. Un encuentro que posee tradición, historia, relevancia mediática y comunidad, y cuyo desarrollo determina prácticamente todo lo relevante que va a pasar durante la temporada cinematográfica en el mundo.

Si el Oscar es una entrega anual de premios de la industria del cine estadounidense que dura cuatro horas, Cannes es una fiesta, un encuentro, que durante 10 días, con sus noches, reúne a miles de personas, desde conocedores hasta legos, y convoca propuestas sumamente diversas, algunas de ellas completamente alejadas de cualquier posible éxito de taquilla. Esa diversidad artística es fundamental para toda sociedad que quiera dialogar con lo contemporáneo, que busque reflexionar acerca de la realidad global, de sus sueños, sus fantasías y sus miedos. De todo eso nos privamos al no ver en los cines las películas de Cannes. De todo eso quedamos ajenos, como isla remota y casi desértica.

Sitiocero Cultura

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Alguien comentó sobre “Festival de Cannes: Chile fuera de la Copa del Mundo (de cine)

  1. Gracias Rene, quisiera enfatizar algo q mencionas, y es la casi nula conversación d cine q hay en los medios, y q en redes sociales, formatos mas libres, los lideres d opinion poco hablan o comparten sobre esto, muchas veces lo q hablan es d las big big movies d hollywood. Se puede modificar? Si, lo necesitamos con urgencia!!!
    Gracias por tu texto!!

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