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Los medios sociales son el medio de comunicación que se ha extendido más rápidamente en la historia de la humanidad. El avance ha sido tan vertiginoso que si bien es una conversación en la que todos opinan, todavía existen pocas distinciones compartidas sobre el fenómeno comunicativo que significan, los cambios que provocan o la deriva que tendrán.

Como es esperable, las muy distintas experiencias y participación en las redes sociales tiñen los juicios y opiniones. Existe un considerable número de usuarios (unas decenas de millones) que ya han vivido movilizaciones y hasta “gestas” políticas y culturales de alto impacto; muchos que recién están experimentando y descubriendo las posibilidades de las redes sociales; una cantidad significativa, probablemente mayoritaria, principalmente entre las generaciones de mayor edad (muchas veces en posiciones de poder) que no utilizan estas plataformas, ni han experimentado su funcionamiento.

Personas de los tres grupos de experiencia discuten con igual pasión sobre el uso, las limitaciones, los efectos positivos o perversos de las redes sociales. Paradojal o naturalmente las personas que ven menos utilidad y más efectos negativos en las redes sociales son a menudo quienes nunca han participado en ellas. Aunque no hayan visto la pantalla de Twitter o YouTube tienen una posición, muchas veces categórica, respecto a la futilidad o negatividad de la actividad con o en las redes sociales.

En las organizaciones, como también ha sucedido tradicionalmente con la comunicación, la conversación sobre las redes sociales no forma parte de la agenda estratégica; es una función que a menudo se ubica en el departamento de marketing, como si se tratara de un nuevo y simple canal de promoción y ventas. En gobiernos y empresas, se diseña o contrata a jóvenes “expertos” en redes sociales como si fuera una moda juvenil, una manera de llegar a “ese sector” en el lenguaje “de ellos”. Para ubicar la conversación: el enorme potencial comunicativo de las redes sociales puede afectar la identidad, crear relaciones y comunidades, desarrollar afectos y gestos, gestionar relatos con mayor profundidad y calidad que ningún otro medio de comunicación.

En el debate sobre las redes sociales, hay un escepticismo que surge de quienes tienen expectativas tan altas, que las evalúan comparándolas con la experiencia de una comunidad cotidiana o de una conversación personal, de una organización política, cultural o económica, de la amistad entre niños del mismo curso o la calidez de una pichanga de barrio; juzgan negativamente a las redes sociales por no tener las mismas o superiores cualidades de riqueza humana que cualquiera de esas experiencias. Para ubicar la conversación: los medios sociales forman parte del “conjunto medios de comunicación” o sea son comparables a la televisión o a un periódico, no a la vida de una familia o de una organización.

Otra confusión cuando se discute sobre “redes sociales” es que se toma a Facebook, Twitter o YouTube, Instagram, etc,… como si fueran plataformas con características homogéneas y similares cuando cada una es un mundo en sí misma con sus particularidades y potencialidades. Más aún, cada una de ellas constituye un macrouniverso que agrupa cientos o miles de millones de personas, pero precisamente la riqueza de la comunicación 2.0 hace que en su interior existan una asombrosa cantidad de dinámicas y posibilidades comunicativas particulares y diferenciadas entre usuarios, eventos, comunidades, grupos, organizaciones, instituciones, etc… Cada persona o comunidad puede desarrollar su propio espacio, el más adecuado a su identidad y propósitos, al interior del universo mayor que constituye cada una de esas redes. Para ubicar la conversación: Los macrouniversos que constituyen las redes dominantes Facebook, Twitter, YouTube, etc… cobijan en su “interior” multitud de dinámicas existentes y posibles que reflejan, fortalecen o crean comunidades de naturaleza y objetivos muy diversos.

Jazz. Fotografía de Mauricio Tolosa.
Jazz. Fotografía de Mauricio Tolosa.

Regreso al ser humano

Lo que define los límites y características de la experiencia en las redes sociales no es el dominio de la herramienta tecnológica o la preocupación por las métricas cuantitativas, sino nuestra capacidad de  aprovechar todas las posibilidades comunicativas que ofrecen. Para hacer esto es necesario comprender, practicar y habitar un paradigma que entiende la comunicación como el proceso de creación de comunidades, mundos comunes e identidades, donde las personas están primero.

El gran límite para el aprovechamiento del potencial de las tecnologías de la comunicación 2.0 está en la concepción dominante de la comunicación como correa de transmisión de mensajes, donde el emitir es mucho más importante que el escuchar o el crear relaciones y comunidades, donde se trata de inocular verdades y no de construirlas en conjunto. Las redes sociales utilizadas desde este paradigma no son solo ineficientes sino que pueden crear problemas en lugar de oportunidades.

Quizás el mayor beneficio de las redes sociales sea que para comprenderlas y habitarlas es necesario abrir la mirada sobre nuestras formas de convivencia, de organización, de constitución del poder en todos los ámbitos. Utilizar todo el potencial de las redes sociales implica un aprendizaje y una transformación personal y colectiva en la forma de comunicarnos que va mucho más allá de la pantalla, el teclado y el click.

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Alguien comentó sobre “Las redes sociales, confusiones y oportunidades

  1. Las redes sociales desde el aislamiento y desde las zonas deconflicto, tienen otras lecturas , otros usos y muchas veces cuando las usas desde ahi , te salvan la fé y le dan sentido a tu trabajo como comunicador..

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