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¿Por qué te indignas hoy?

¿Por los palestinos o Israel? ¿por Ucrania o por Rusia? ¿por los niños latinos migrantes en Estados Unidos? ¿por las mujeres asesinadas en Tijuana? ¿por el calentamiento global? ¿por Irak? ¿por Siria? ¿por la pérdida de talento a causa de la mala educación en Chile? ¿porque la gente no recicla? ¿por los millones de africanos que mueren cada año por la malaria y el Sida? ¿por los pueblos originarios que todavía no tienen un espacio para desarrollar sus culturas? ¿porque no hay derecho a abortar? ¿porque quieren establecer el derecho a abortar? ¿porque la marihuana no es legal? ¿porque quieren legalizar la marihuana? ¿porque maltratan y se comen a los animales? ¿porque quieren terminar con las corridas de toros?

Hay demasiados motivos para indignarse, demasiados. Por algo el libro “¡Indignaos!” de Stéphane Hessel se transformó en best seller, en Europa. (En Chile solo se vendieron unos pocos ejemplares).

Quiero compartir algunas distinciones respecto a la indignación  y su eficacia en la acción política, un tema fundamental para Hessel: “Decir “la violencia no es eficaz” es más importante que saber si se debe condenar o no a aquellos que la utilizan. El terrorismo no es eficaz. En la noción de eficacia, es necesaria una esperanza no-violenta”.

Mural Educación Centro Cultural Gabriela Mistral
Mural Educación Centro Cultural Gabriela Mistral

La exasperación como evento

Pareciera que “indignación” se ha transformado en un sello de la convivencia de nuestra época. Las oleadas de condenas, descalificaciones, “crucifixiones” en Facebook, Twitter o en los comentarios de los foros digitales de los medios así parecen indicarlo.

Esa rabia es exasperación violenta, que destruye, descalifica, condena. No se detiene en matices ni sutilezas, porque tiene “la verdad” desde un comienzo, no le interesa comprender para cambiar el mundo sino tener buena conciencia. La coherencia entre la pasión de los dichos y el compromiso permanente y cotidiano es escasa.

Pero esa “indignación” es muy diferente de la indignación que propone Hessel. Más bien todo lo contrario, eso es lo que él llama exasperación, una rabia desesperanzada, una reacción momentánea frente a las distintas narrativas que proponen los medios de transmisión a las masas o las mismas redes sociales. Una rabia inflamable como las hogueras en que quemaban a los condenados en la plaza pública, fugaz como la multitud que luego de ver el espectáculo regresa a sus casas a preparar la comida o ver televisión. La masa participa del evento y la exasperación del momento, marcha, tuitea, postea y se olvida hasta el próximo evento.

Mural El Cobre Centro Cultural Gabriela Mistral
Mural El Cobre Centro Cultural Gabriela Mistral

La indignación como paso al compromiso

Para Stéphane Hessel la indignación es algo muy distinto, quizás un poco ideal. Al comienzo de su ensayo dice “Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos”.

La invitación de Hessel es a transitar por la indignación para avanzar hacia una militancia fuerte, hacia el compromiso que significa hacerse cargo de los grandes problemas y desafíos de nuestro tiempo. Un hacerse cargo para “sobrepasar los conflictos por medio de una comprensión mutua y de una paciencia vigilante”. Y manifiesta su “alegría por la multiplicación de las organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales activos y efectivos”.

La indignación que plantea Hessel conduce al compromiso.  Es muy distinta de la pataleta rabiosa o condenatoria que se expresa en las redes sociales, en la marcha o en los comentarios de algún foro. El compromiso requiere pensamiento y conversación, acción efectiva, coordinación constante y sostenida. La comunidad que se constituye para la acción común no vive en la exasperación sino en la esperanza de la construcción de un mejor mundo compartido.

Para ver los frutos de la acción común, los movimientos sociales, culturales o políticos necesitan de un compromiso cotidiano generoso sostenido por años. Mientras más radicales y difíciles los cambios, probablemente más tiempo se pasará para verlos realizados.

Paradojalmente, en muchos sentidos, durante los tiempos menos visibles, en la ausencia del espectáculo mediático, cuando baja la intensidad emocional, es cuando más se puede avanzar y mejorar. Como toda creación, el trabajo de crear y construir propuestas y alternativas puede ser tedioso, se requiere  paciencia y mucho compromiso. La exasperación aporta poco.

Mural Mapuche Centro Cultural Gabriela Mistral
Mural Mapuche Centro Cultural Gabriela Mistral

Más allá de nuestras indignaciones particulares

“Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo. Cada hombre es un fragmento del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva un pedazo de tierra, toda Europa queda disminuida, tanto si fuera un peñón, como la casa de uno de tus amigos o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy unido a toda la humanidad;  por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti.” 

John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions, 1624.

Muchos han asumido el valor transformador de la acción “a escala humana” para modelar un mejor entorno y avanzar hacia el mundo que deseamos. Por ejemplo, podemos hablar todo el día de calentamiento global pero si nos juntamos con un grupo de amigos a plantar árboles o realizamos una campaña de ahorro de energía en nuestro barrio, no solo habremos “abogado por la causa del calentamiento global” sino que también habremos contribuido concretamente. Esto no es contradictorio pero es mucho más efectivo que solo apagar las luces una vez al año durante el evento “Hora del Planeta”.

Otro ejemplo es Sitiocero, este medio que está leyendo. Si para terminar con la violencia en el mundo, creamos una comunidad de escritura y conversación donde se refleje el respeto y la diversidad, aprendemos a observamos y cuidar las expresiones que pudieran ser agresivas o generadoras de violencia, entonces no solo estamos “combatiendo la guerra” sino que estamos constituyendo un espacio humano de paz.

Para construir un mundo más amable es necesario conectar los puntos, cruzar las fronteras, tejer conversaciones como esas gigantescas frazadas o textiles multicolores que han realizado algunos colectivos de mujeres en distintos lugares del mundo. No basta con la acción y el compromiso focalizados. Para convivir en la comunidad/humanidad del siglo 21 es necesario que los movimientos se abran a otras conversaciones: el sistema, la gran “matrix”, nos conectan a todos, a todas nuestras causas.

Mural Pesca Centro Cultural Gabriela Mistral
Mural Pesca Centro Cultural Gabriela Mistral

Esa gran conversación “común” es uno de los desafíos más difíciles, pero un paso ineludible en el camino a prefigurar y constituir un mundo mejor. El diálogo es difícil en esta gran Torre de Babel en que todo es distinto: las culturas, los lenguajes, las perspectivas, las especialidades, los intereses inmediatos. La situación se complica aún más porque en esta Babel cada uno está ensimismado en sus propias preocupaciones y causas, se ha perdido el hábito de compartir y colaborar, de crear y creer juntos, de imaginar el futuro común.

No se trata, como antaño, de elaborar bloques monolíticos de coherencias forzadas en que la línea superior ordena como debe pensar y hacer hasta el último engranaje del sistema; no se trata de fundar nuevos discursos únicos y totalitarios. La diversidad es fuente de riqueza, se necesitan todas las miradas. Quizás más que discursos, el desafío es configurar los dispositivos y espacios de conversación y diálogo donde se constituya la comunidad/movimiento que anticipe el mundo más justo, fraternal y libertario que queremos habitar.

Creemos comunidad: En Twitter @mautolosa, en Google+ y en Facebook

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7 Comentarios sobre “La necesaria Ación Común: más allá de la indignación o la exasperación.

  1. Gracias una vez mas,Mauricio.A mi la indignación me ha paralizado muchas veces debido a que no he sabido canalizarla….creo queeshora de que la indignación pueda hacer que construya algo hermoso con ella…

  2. Creo profundamente en la conversación, en la diversidad y en especial en la empatía, generadora de cambio la que provoca en estos tiempos de ensimismamiento la posibilidad de crear nuevos caminos.

  3. La empatía y las redes, podemos acompañar desde aquí a aquellos que encerrados en la franja de Gaza luchan contra la desesperación, la angustia, el miedo y la muerte.
    Esta compañía desde la distancia es una forma de indignación.
    Es solo una compañía que nos sirve egoistamente, para agradecer por la vida y la paz.
    Gracias Mauro por abrir los espacios donde podemos conversarnos.

  4. ¡Un gran texto de Mauricio Tolosa! Yo agregaría un análisis de la empatía que que supera la indignación, y es psicológicamente una reacción de compromiso humano y humanista.

    Me pongo en el lugar de esos padres, por si sobrevivieron, cuando tienen en sus brazos el cadáver de su hijo, en Palestina. Y ya no es indignación, es el sufrimiento más hondo que podemos experimentar de pérdida. Y de ese sufrimiento habría que escribir páginas y páginas entablando un diálogo con la humanidad toda. Abrazos a todos y todas.

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