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Me topé con una apasionada activista española, quien calificaba el derecho al aborto como la quintaesencia de la inteligencia del “coño”. Me pareció inquietante que la españolísima centrara el poder sexual en la “salida de emergencia” para un “error estratégico”. La  “quintaesencia” de la libertad y el uso de nuestros cuerpos radica en la capacidad de elegir tener o no relaciones sexuales y en los métodos anticonceptivos, base de la prevención y del autocuidado. Como la dualidad que somos, los varones también deberían estar llamados a tener “una polla inteligente”, de acuerdo a los modismos de la tierra de don Quijote. ¡Cuesta pensar lo diferente que era la relación hombre-mujer 50 años atrás! De hecho, asombra y alegra que “la píldora” haya roto las barreras de la época. Cabe recordar que la investigación sobre la fertilidad femenina surgió como una manera de superar la alta mortalidad que estaban provocando las complicaciones del embarazo y los abortos clandestinos. En 1960, debido a estas causas, en Chile fallecía  una mujer por día. Entonces, la “meica” y la abstinencia eran las únicas formas para protegerse del exceso de niños, de la “calentura” del marido y de las famosas “pruebas de amor”, verdaderas ruletas rusas que destruían la reputación de las solteras. En los Estados Unidos, cuna de este invento, el éxito de los anticonceptivos se debe a la enfermera irlandesa Margaret Sanger, quién se centró en la tragedia de los malos embarazos y abortos, para recaudar fondos y luego, conseguir la aprobación de la Food and Drug Administration en 1960, para la venta de estas hormonas. Aún así, hasta 1972 solo la podían conseguir mujeres casadas y con receta médica. Chile fue más adelantado, pues las solteras pudieron adquirirla en 1968, en pleno gobierno de Eduardo Frei Montalva, de la Democracia Cristiana. Este detalle es interesante, puesto que si bien circulaban objeciones en la Iglesia Católica, la fuerza modernizadora del Concilio Vaticano II de 1962, había focalizado los temas religiosos en los asuntos sociales y en la juventud. Después, Chile se fue quedando atrás.

Nuevos objetivos de ataque

Aunque el aborto es el tema tradicional en las polémicas sobre moral, ética y ley, hoy los métodos anticonceptivos y la sexualidad femenina han salido a las palestras públicas en varios países, quizás, porque es allí donde radica la “inteligencia del coño”. Si nos fijamos en oriente, los insurgentes del Estado Islámico de Irak están ordenando la mutilación del clítoris en las mujeres entre 11 y 49 años. Una costumbre tribal que la mayoría de los musulmanes ha dejado atrás. La voz de alarma la dio este mes de julio las Naciones Unidas. Por otro lado, en el vecino Irán, el gobierno acaba de anunciar que la educación prematrimonial y los sistemas anticonceptivos serán removidos de los hospitales, puesto que se desea aumentar la población. Más de alguien puede sonreír pensando que se trata de asuntos excepcionales, sin embargo, en Estados Unidos están corriendo vientos de retroceso.  Fue el caso de los dueños de la empresa  Hobby Lobby, quienes apelaron a la libertad de consciencia religiosa para negar a sus trabajadoras, “ciertos objetables anticonceptivos”.  Hasta entonces, solo las organizaciones sin fines de lucro y de objetivos religiosos podían objetar el suministro de aborto y anticonceptivos a sus empleadas. El veredicto favorable a Hobby Lobby asombró por ser la primera vez que una empresa secular con fines de lucro y donde no se exige religión para trabajar, pudo lograr esta exención de consciencia.  Y no es todo. Como el pago del seguro de salud por el empleador es ahora una obligación dada por la nueva ley de salud, conocida como “Obamacare”, muchos empresarios han decidido poner obstáculos al sistema apelando a la objeción de pagar los métodos anticonceptivos. Hasta el momento, hay 50 compañías realizando este trámite. En el fondo, es una pelea en contra del gobierno, pero las perjudicadas son las mujeres.

Adán y Eva expulsados del Paraíso (detalle) Masaccio, c.1427
Adán y Eva expulsados del Paraíso (detalle) Masaccio, c.1427

Intelectuales conservadoras

La tendencia de demonizar los anticonceptivos está siendo promovida por políticos e intelectuales. Dos académicas cuentan con bastantes seguidores. Una es Helen Alvare, profesora de la escuela de leyes de George Mason University, quien lidera el movimiento “Las mujeres hablan por ellas mismas“. Su objetivo es rescatar los valores social cristianos, promover la libertad religiosa y la  “agenda de la mujer real”. La abogada señala que las políticas de planificación familiar y la necesidad de obtener métodos anticonceptivos gratuitos no son temas que le interesan a la mujer norteamericana. Según dice, las mujeres anhelan salarios decentes para poder cuidar a sus hijos y programas que las ayuden a proteger a los ancianos, puesto que los adultos mayores suelen estar al cuidado femenino. Aunque estas observaciones son realistas, la académica da un giro radical en cuanto a la sexualidad. En conferencias y libros, Helen Alvare indica que desde 1960, fecha del lanzamiento de “la píldora”, los movimientos feministas han engañado a hombres y mujeres haciéndolos caer en el hedonismo de una vida sexual sin hijos. Acusa al progresismo de “poner de moda” la condición de madre soltera, la que cuenta con subsidios estatales en USA. Argumenta que la liberación sexual ha dejado un doloroso saldo de niños sin padre, extrema pobreza y los ya mencionados bajos salarios. Su respuesta a estos “males” es el matrimonio heterosexual estable y comprometido con los valores religiosos.

Paraíso, Adán y Eva  Marcel Duchamp, c.1910
Paraíso, Adán y Eva Marcel Duchamp, c.1910

Adán, Eva y la diabólica “pildorita”

Otra académica es Mary Eberstadt, del Instituto Hoover de la Universidad de Stanford, California. Se ha especializado en asuntos sociales, de género, familia, pobreza, niños, divorcios, adicciones y sexualidad. Su libro “Adam and Eve after the Pill, paradoxes of the sexual revolution” se ha convertido en un best seller, puesto que a pesar del bíblico título, no tiene el acento moralista de Helen Alvare. Eberstadt se focaliza en la paradoja de la revolución sexual traída por la “píldora”. Asegura que después de 50 años de liberación femenina, los hombres y mujeres no son felices en pareja. Consecuencia de ello, es la alta tasa de divorcios y la pérdida del concepto de familia. Según la autora, el exceso de igualdad ha reducido a los varones al rol de un eterno adolescente (el síndrome de Peter Pan). Por otro lado, dice que las féminas se han recargado con múltiples responsabilidades, buscando una utópica perfección. Ella cita estudios sobre los altos índices de adicciones legales e ilegales y del “sexo chatarra”. En este punto, compara la evolución alimenticia que preocupa a los jóvenes profesionales de hoy, con la decadencia de la conducta sexual. De esta forma, señala la abundancia de literatura para comer sano, dietas, alimentos orgánicos, vitaminas, gimnasio, yoga, fisicoculturismo y otras “adicciones saludables” en contraste con la poca atención a las propias conductas sexuales. Así, el sexo improvisado entre drogas y alcohol, la falta de compromiso, la pasión esporádica,  la ausencia de higiene y protección mínima para evitar las enfermedades venéreas, más el olvido de la “píldora”, generan embarazos e infecciones en una promiscuidad al estilo de las mejores grasas saturadas y del azúcar refinada. Irónica, señala que tanto los alimentos como el sexo son decisiones en beneficio del cuerpo. Menciona también, la adicción a la pornografía, fenómeno que ha crecido bastante en los Estados Unidos y que mantiene al sexo entre los negocios top, tanto en internet como en las calles. Puesto que la esencia de la pornografía es rechazar por aburridas las “relaciones normales”, el adicto busca la satisfacción en fetiches, voyerismo, obscenidades, pedofilia, intercambio de parejas, prostitución y toda una batería dedicada a mantener en alto la adrenalina. De esta forma, la sociedad estaría plena de vacíos, anomia y depresión. Una realidad producto de padres despreocupados y que genera individuos insanos, compulsivos e incapaces de encontrar un sentido a la vida.

Paraíso - M.C. Escher, 1921
Paraíso – M.C. Escher, 1921

¿Qué quiere la mujer?

La autora se hace esta pregunta y cita numerosas series de televisión y películas que dan en el clavo. Por ejemplo, en “Sex in the City”, las cuatro protagonistas cumplen todos los sueños feministas. Tienen excelentes trabajos, viven en New York, llevan una glamorosa vida social, tienen fama, pero sufren en la búsqueda de una pareja que las ame. Una meta difícil si se considera que el compañero que pretenden debe ser el trofeo que premia la independencia y el éxito femenino. Mary Eberstadt realiza una interesante reflexión sobre los métodos naturales de prevención de la fertilidad, los que serían como el “sexo gourmet”, puesto que no son invasivos y no aportan hormonas. Al mismo tiempo, requieren estabilidad, comunicación, abstinencia y en suma, amor de verdad, un lujo para la ambiciosa mujer de hoy. Claro que no menciona lo que sucede en la vida de las mujeres comunes y corrientes ni tampoco en las casadas que desean planificar el número de hijos.

Aunque la explicación de los fenómenos sociales contemporáneos es bastante buena, la autora falla al pretender que la fertilidad natural puede reemplazar los sistemas anticonceptivos de las políticas públicas. También, al culpar de todos los problemas de la juventud y la delincuencia a la destrucción de la familia nuclear. Presenta al matrimonio como una instancia maravillosa, solución de todas las angustias sociales, pero no analiza cómo era la relación de pareja antes de 1960. Por ejemplo, no habla de la violencia doméstica, del desgaste de las madres pobres, del miedo a la libertad y al orgasmo. Tampoco menciona el viejo machismo, donde los maridos, para no “cansar a la esposa”, mantenían amantes, abusaban de alguna campesina o sirvienta  y frecuentaban los prostíbulos. Tiempos donde las mujeres buenas no hablaban de “esas cosas”.

La tentación de Eva  (detalle) William Blake, 1808
La tentación de Eva (detalle) William Blake, 1808

¿Por qué la píldora?

Muchos se preguntarán por qué las polémicas están girando desde el aborto a los métodos de anticoncepción. La tecnología, los subsidios de gobierno a las madres solteras y las nuevas libertades están bajando sostenidamente la demanda por el aborto. Hoy, los álbumes de fotos del bebé comienzan con las primeras ecografías, han salido al mercado novedosos métodos de control de la natalidad y está aumentando la popularidad de las vasectomías y ligazón de trompas, que ahora son reversibles. Por otro lado, el altísimo costo de los procesos de fertilización asistida está haciendo pensar dos veces a la mujer antes de abortar, puesto que la edad cultural para ser madre no está coincidiendo con la madurez biológica. Finalmente, las mujeres desean superar la contradicción entre el apoyo a la vida y la hostilidad de esta cirugía de “eliminación”. De todas maneras y pase lo que pase, lo mínimo que los países van a mantener es el aborto terapéutico y por violación, puesto que son las únicas instancias donde ni siquiera un coño con doctorado en biología es capaz de prevenir ni planificar. Bajo la inspiración de mejorar la sociedad, el ataque a los anticonceptivos pretende recordar a las “Evas” de hoy que mordieron la manzana prohibida. ¿Será una forma de poner sobre los hombros femeninos las culpas de la postmodernidad?

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