Compartir

Es muy probable que sí, puesto que con él se untan las palabras de trece puntas con que habla la boca de la violencia. Esta planta fue obtenida como resultado de un proyecto de ingeniería botánico-psicológica a partir de la combinación de genes de dos plantas popularmente conocidas como “penapena” y “miedoatodo”.

Es pertinente decir que hay siete especies de la primera. En todas, las semillas se caracterizan por ser intensamente amargas y difíciles de tragar. A estas variedades se las conoce con los siguientes nombres: penapena negra, penapena roja, penapena siempre, penapena porque sí, penapena suelta, penapena nueva y penapena vieja. Por otra parte la planta de “miedoatodo” es considerada endémica a nivel global a causa de sus aterradoras y casi invisibles semillas que poseen enorme facilidad para reproducirse.

Por ello el miedoatodo se ha extendido por la totalidad del planeta dada su asombrosa capacidad de adaptarse a los suelos más desnutridos de empatía del corazón humano. Logra sobrevivir a climas altamente hostiles caracterizados por lluvias torrenciales y devastadoras tormentas de impiadosos recuerdos. Muchas – casi las más de las veces- acompañadas de heladas y paralizantes granizadas de enormes bloques de descalificación, amasados con lágrimas de niños y adolescentes atropellados en sus derechos por supuestos adultos transformados en maestros, padres, médicos e intendentes de escasa paciencia y grito en boca. Con altísima frecuencia tanto las lluvia como el granizo se presentan junto con vientos huracanados de desmemoria selectiva que favorecen la ingratitud que priva a hombres y mujeres, jóvenes y viejos de contemplar la abundancia de la Vida.

Aunque su poder extremo, afirman los especialistas, radica en que el miedoatodo encuentra su máxima energía al calor de la constante comparación que ciertos individuos hacen de su tarea en relación con la de otros y así olvidan que “su” tarea nunca, jamás, de ningún modo, puede ser mejor o peor que la de otros porque el único sistema de calificación válido es el de la comparación entre los resultados y las posibilidades concretas y reales de cada sujeto al desarrollarlas. El mejor caldo de cultivo para esta devastadora especie es pues el ignorar que la maravilla de los seres radica en su unicidad y la libertad con que sus tallos, hojas y flores aceptan con naturalidad y gracia las formas con que inauguran el cielo de cada día y el horizonte de cada noche.

Esta capacidad de adaptación de la miedoypena se ve reforzada por el poderoso sistema de raíces de la que está dotada la especie. Dicho sistema penetra en huesos, sueños, uñas y cabellos e incluso en la piel que pierde todo poder de luz. Recientes estudios afirman que los microscópicos tubérculos se diseminan de forma viral en lengua, post, dientes, sonrisas desleídas, comentarios, mejillas y lo que es más grave, en ese centro inequívoco y sagrado de la palabra que es el corazón.

Las mencionadas raíces se ven beneficiadas así como hojas y tallos por la constante absorción del aire de la queja, los suspiros del no-presente y los estrepitosos resoplidos que preceden a interminables retahílas de insultos en luna creciente de ira que suelen resolverse en puñetazos contra inocentes objetos como mesas y muros o puntapiés a puertas y papeleros.

A estas alturas, amable lector, creo que usted va respondiendo al menos en silencio y piel abajo mi pregunta inicial con un _Ahhh, sí, entonces conozco el aceite de miedoypena con que se untan las palabras de trece puntas con que habla la boca de la violencia.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *