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Si queremos saber qué tipo de sociedad hemos ayudado a construir: miremos las noticias de los últimos siete días. Si queremos saber cómo vivimos los chilenos: la presencia de tres cadenas de farmacias en “cada” esquina nos dará una pista. Si queremos saber cómo disfrutan la vida los jóvenes: observemos los encuentros universitarios de inicios de año escolar o los fines de semanas. Si queremos averiguar cómo se entretienen los niños: es cosa de ver cómo juegan con sus tablets. Si queremos investigar cómo viven las familias chilenas, principalmente entre 20 y 50 años: tratemos de subirnos a las bicicletas del sobre endeudamiento en los cuales sostienen su vida diaria. Si queremos analizar los niveles de tolerancia y de respeto, en el comportamiento social, cotidiano y urbano: constatemos cómo manejan sus vehículos, por las calles y avenidas, o, lo que acontece al final de los encuentros futbolísticos de los equipos emblemáticos o de algún triunfo de la selección nacional… en la última “celebración” se quemaron más de 500 micros.

Si queremos informarnos sobre el desempeño de los colegios, de los docentes y de los alumnos, acudimos a los resultados de las pruebas nacionales.

Si usted está de acuerdo con lo afirmado anteriormente, debiera compartir conmigo que las Reformas Estructurales que se promueven, en especial la Reforma Educacional, debiera poner en el centro, el tipo de sociedad que queremos ser o en que queremos vivir. Esto nos debiera obligar a que cada comunidad educativa, o territorio comunal, debata el cómo dibujamos un nuevo paisaje humano en el horizonte de la sustentabilidad, donde todos y cada uno, seamos tomados en cuenta como persona más que como recurso productivo o como un consumidor; donde la diversidad e inclusión sea una condición del curriculum; donde la empatía y la tolerancia sean ejes de la convivencia escolar; donde definamos lo que entendemos por buena educación y el rol de lo público y acotemos lo privado. Por último, debiéramos resignificar la colaboración como una etapa superior de la competición.

Si está establecido que para ser un país desarrollado se debe agregar valor a través del conocimiento a lo que se extrae o cosecha, entonces ¿qué sistema de educación requerimos para lo anterior? ¿Para qué seguir exportando metales, pescados y frutas sin incorporar valor agregado?

Debiéramos diseñar el curriculum desde el aprendizaje, redimensionando la cantidad de contenidos que hoy se intenta memorizar y considerando cómo aprenden los niños y niñas de hoy. Ellos y ellas requieren un curriculum más libre, que supere el asignaturismo, con profesores que sean colaboradores y facilitadores, y no “pasadores de contenidos” que posteriormente se miden con pruebas estandarizadas.

Los niños y jóvenes tienen acceso a múltiples plataformas de información: ellos requieren que repensemos un modelo curricular establecido a lo menos hace 60 años.

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Alguien comentó sobre “Reforma educacional: ¿Qué sociedad queremos construir?

  1. Excelente reflexión.
    Hay que cambiar la manera de enseñanar, ya nadie va a la biblioteca a buscar libros, todo se baja por internet…Hay que cambiar el enfoque, para construir la nueva sociedad.

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