Compartir

Les voy a contar una historia.

En una escuela municipal de la región metropolitana, los niños tenían una característica: son vulnerados en sus derechos. No sólo poseen una precariedad económica y por ende nutricional, sino el capital cultural de sus hogares debe ser menos que básico ya que los integrantes de su familia están más preocupados de sobrevivir en el medio, y los espacios de cultivo emocional son realmente delicados, con una serie de episodios recurrentes de violación a la integridad de esos niños.

Estos niños asisten a esta Escuela. Una institución donde no poseen agua caliente para bañarse después de hacer deporte, las salas se transforman en un refrigerador en invierno y en un caldero en verano, con suerte tienen cortinas, ni hablar de mobiliario decente. Sus Profesores están sujetos a espacios de estrés y tensión permanente; estos van a trabajar con miedo, desesperanza y desgano. El equipo directivo no tiene las facultades de gestionar recursos propios, ya que están situados en la dependencia de su sostenedor municipal, que aplica más bien criterios políticos que educativos. Se sienten amarrados de mano, y prefieren “hacer las cosas al igual que hace 20 años”. Hablan con dolor.

Entonces pregunté a una madre: “¿por qué trae su hijo acá?” Y contestó diciendo: “mi hijo acá, a pesar de todo, es feliz”.

En el marco de la Reforma Educacional, estamos en medio del debate de cuál es nuestra prioridad: profundizar un sistema que aunque mixto y libre, ha perpetuado la segregación social, o en su defecto, fortalecer la educación pública, ahí el espacio donde de manera gratuita, cualquier familia puede optar por un aula de calidad.

Y aquí, permítanme hacer un manifiesto. Cuando te encuentras con  miles de niños y niñas en donde el  espacio en el cual crecen están sujetos ni siquiera a la precariedad, sino a la violación flagrante de sus derechos más fundamentales, crees con certeza que esto no da para más. No es posible, que hayamos esperado tantas décadas para darnos cuenta y es irracional que algunos pretendan postergar esta discusión creando mitos que parecen de un universo paralelo. Ante eso es nuestro deber ético crear la institucionalidad y los programas para que todo niño y niña que nazca en esta República tenga la misma igualdad de oportunidades. Que nuestra generación haya colocado todas sus capacidades humanas para crear un país distinto, donde desde el aula, la cultura y el deporte, se corrijan las injusticias del modelo.

La Educación Pública es el espacio donde nuestros hijos tienen garantizados la libertad de pensamiento, la democracia estudiantil, y la diversidad social y cultural. Es deber nuestro que la Educación Pública sea un espacio que fomente el pensamiento crítico, la creatividad y el desarrollo de habilidades cognitivas, para que las familias, tengan la seguridad que será en la escuela gratuita donde nazcan los transformadores del país. Y en definitiva los transformadores de las condiciones materiales y espirituales de sus hogares.

La Educación Pública es la institución moderna y liberal por excelencia, ya que es en ese lugar donde todo ciudadano tiene garantías que puede desarrollar sus capacidades, relacionarse con otros y crear comunidad, y sentar de esa forma la virtud del espacio público, pilar fundamental para una democracia madura.

Lo que hoy tenemos por delante, no es un desafío. Es una lucha titánica. Ese niño no puede esperar o ¿acaso nos importa soberanamente lo mismo?

Compartir

2 Comentarios sobre “La Educación Pública

  1. Creo, bien recordado Alberto, que tal ideal de Educación Pública tiene un “nudo” que es complejo de resolver:¿estamos los profesores preparados para fomentar en nuestros alumnos
    el pensamiento crítico, la creatividad y el desarrollo de habilidades cognitivas que ellos requieren? Un gran porcentaje de Instituciones que imparten las pedagogías carecen de una malla curricular apropiada para las exigencia que tú mencionas. Otros, debes conocer los porcentajes, no tienen los medios para acceder a perfeccionamientos o diplomados de calidad. No es esta una visión pesimista, pero sí una arista de una realidad que no se puede seguir escondiendo. Nuestros niños, niñas y jóvenes se lo merecen.

    1. Apreciado Samuel:

      Las preguntas y reflexiones que tú señalas además de ser válidas, concuerdo plenamente contigo.
      El solo hecho de defender, fortalecer y robustecer la Educación Público, no puede quedar solamente en un discurso, una declaración. Debe estar acompañada de una serie de Políticas públicas que vengan a atender la carrera Docente, el Currículum y una serie de otros aspectos que hemos hablado en su oportunidad.
      Gracias por tu aporte.
      Un abrazo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *