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Como vimos en una primera parte, los orígenes del blues se cimentaron sobre la necesidad del proletariado afrodescendiente de preservar y continuar sus orígenes culturales a través del dialogo musical. Una comunicación que, poco a poco, los fue liberando del yugo de la opresión al que estaban sometidos y dando fuerzas para que la comunidad negra entrara en el círculo cultural de la sociedad estadounidense.

Uno de los factores importantes y decidores para que el blues penetrara en esta cultura hegemónica fue el aporte tecnológico de la época. En 1887, Emile Berliner inventó el gramófono[1], y con ello, el método de duplicación de discos;  y luego en 1900, Columbia Records comenzó la producción y comercialización de los discos gramofónicos (pre-vinilos). Gracias a estos dos hitos, la industria discográfica se conformó tal y como la conocemos hoy, convirtiéndose en la maquinaria que contribuyó fuertemente a la difusión y distribución de las canciones interpretadas por los primeros bluesmen más allá de las plantaciones agrícolas y los ghetos afroamericanos. Con este giro sustantivo que dio la industria musical, más la resignificación de la música popular, el blues comenzó a generar cambios.

Sin embargo, el proceso de intromisión del blues hacía la música popular, hasta entonces uniformada de “blanco”, comenzaría a entrar a distintos círculos sociales recién hacia 1930 de manera decidora. ¿Qué pasó en las primeras dos décadas del siglo XX? La conquista de los primeros años del blues se puede determinar desde dos aristas: material e itinerante.

La primera materialidad que tuvieron las canciones de blues fueron gracias al compositor W.C. Handy, “el padre del blues”, quien en 1903 y tras oír a un bluesman callejero[2], tuvo la idea de pasar a partitura las canciones que se escuchaban en los barrios de obreros negros. Una compilación de éstas pasaron a la historia como los primeros blues en ser editados en una partitura con una estructura musical, que era la célebre estrofa de tres versos, en 12 compases, en un tiempo de 4/4 con un esquema rítmico A-A-B y una longitud de versos normalmente acompasada por cinco sílabas acentuadas. Esta estructura cambió el modelo de canción en la música popular y se convirtió en el legado inmortal del blues.

http://youtu.be/TTPEDODqmJU

 

Tras el éxito obtenido por Handy en 1914 con su canción ‘St. Louis’ Blues’ (que combinaba elementos del folk, la habanera y el blues), el estilo tuvo una fuerte penetración en la música popular estadounidense. Esta arremetida llevó a la afroamericana Mamie Smith, por entonces cantante de cabaret y vodevil, a grabar el primer disco gramofónico de blues en 1920 en formato 78 rpm: Crazy Blues / It’s Right Here For You (If You Don’t Get It, ‘Tain’t No Fault of Mine), que de paso se convirtió en el primer registro de una artista afrodescendiente en la historia de la industria discográfica.

La popularidad y ventas alcanzadas por ese disco (que hoy conoceríamos como single), llevó a Okeh Records a grabar una serie de canciones más de Smith, y las otras compañías discográficas levantaron la veda hacia los músicos negros y los llevarían a sus estudios a grabar. Este hito histórico convirtió a Mamie en “la reina del blues”, y abrió las puertas para la entrada de los músicos afroamericanos bluseros, que lentamente empezaban a gozar de las luces de la música pop. Robert Johnson, Big Bill Broonzy, Elmore James, John Lee Hooker, Lightnin’ Hopkins, Reg Leg Howell, Wolfin’ Wolf y muchos más serían contactados por los cazatalentos e iniciarían sus grabaciones para multiplicar el blues. Radios y emisoras difundieron los discos que estaban grabados en sellos como Race Records, RCA Victor y Paramount.

Con el asalto ganado por Mamie, nuevas cantantes negras entraron en los escenarios y estudios de grabación. Preocupaciones de corte espiritual y existencial fueron el sustento de sus blues. Sus voces empezaron a cautivar en distintos clubes y bares de Chicago, que en su mayoría estaban controlados por mafiosos inmigrantes europeos. Gertrude “Ma” Rainey, Bessie Smith, Ida Cox, Clara Smith, Victoria Spivey, Billie Holiday, Sarah Martin y otras se destacaron como las primeras divas del blues. Mientras cantaban, desnudaban duras realidades en contra del abandono, la soledad, la pobreza y el dolor de vivir.

 

Por otra parte, el carácter itinerante de los primeros años del blues se debe a que muchos de los primeros bluesmen rurales como Lemon “Blind” Jefferson, “Blind” Blake, Papa Charlie Jackson, Leadbelly, Son House, Charly Patton o John Temple tuvieron un tardío acceso a la tecnología gramofónica. Sin embargo, su música –llena de mensajes de reivindicación para romper las infames cadenas de la opresión y la marginación impuestas por inescrupulosos traficantes europeos y racistas blancos- no sólo fue escuchada en el entorno donde ejercían su vida diaria. Fueron estos músicos que, por diferentes razones, pudieron recorrer parte del territorio norteamericano, teniendo actuaciones profesionales como son los casos de “Blind” Jefferson y  Charly Patton (sin duda, los dos más grandes referentes de este período), o por distintas experiencias más traumáticas, como el caso de Leadbelly (preso en distintos Estados) y Papa Charlie Jackson (mendigando por las calles de Chicago).

Gracias a esta causal itinerante, el blues tuvo su primera masificación por diferentes ciudades antes de los procesos urbanos de las grandes oleadas migratorias desde los campos sureños a las urbes industrializadas del norte[3] que originaron la evolución del blues rural al blues urbano. Al respecto, es necesario comprender al espacio urbano como un ente multicultural: es vivido por cada sujeto desde una dimensión emotiva, a partir de la posibilidad de compartirlo y reconocerlo en ritos, imágenes y discursividades, por ello se puede afirmar que la apropiación del espacio genera procesos socioculturales. En el caso del blues, la diversificación en subgéneros (dependiendo de su ciudad de origen) y la aparición de nuevos estilos con raíces bluseras, se pueden entender gracias a estos procesos de choque cultural que se dieron en el espacio urbano.

 

Para 1930, materialidad e itinerancia se complementarían para la amplia difusión del blues, convirtiéndose en el período clave para su desarrollo. Sumado al fenómeno de las migraciones urbanas, los músicos también comenzarían a moverse y llevar el mensaje del blues a distintos rincones. Este mensaje, ya no sólo expresaba con sentimiento de tristeza su protesta hacia su propio escenario dramático; en esta nueva etapa, irán apareciendo otras temáticas, clásicas como el amor/desamor, o más tabúes como la celebración de la sexualidad. La inclusión de contenido sexual marcará profundamente a las nuevas generaciones, y remarcará, nuevamente, las diferencias entre la burguesía blanca y conservadora, y el proletariado negro, “de calle” y mucho más libertario.

Pero aún no estaba todo dicho. La revolución del blues se complementaría en las siguientes dos décadas, donde su sonoridad marcará la pauta para el cambio definitivo que tomará la música popular del siglo XX. En una tercera parte (y final), se verá quienes fueron los bluseros fundamentales para este cambio de paradigma y cuáles fueron sus importancias.

 

Continúa la lectura del Blues en: 

 Blues: el hijo maldito del Mississippi (Parte 1)

 Blues: el hijo maldito del Mississippi (Parte 3)

 



[1] Sistema de grabación y reproducción que podía ser usado, una y otra vez, y realizar copias de una grabación original, a través de un disco plano de bajo costo. Los sonidos eran grabados en ranuras onduladas y “leídos” por una aguja, que transmitía el patrón de vibraciones a un diafragma, el cual reproducía los sonidos originales.

[2] La anécdota que cuenta en su autobiografía, dice que escuchó a un hombre en una estación de tren cantando un arcaico blues (se supone, la canción ‘Yellow Dog Rag’). El cantante repitió la estrofa tres veces, acompañándose a la guitarra con la música más extraña que he oído nunca: “I’m goin’ where the southern cross the Yellow Dog”.

[3] Movimientos migratorios provocados por la crisis de 1929 y, sobre todo, por los periodos de post guerras mundiales. A consecuencia de este enroque urbano, se formaron los primeros ghettos habitacionales en EE.UU.

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2 Comentarios sobre “Blues: el hijo maldito del Mississippi (Parte 2)

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