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Llueve, se limpia el alma de Chile.

¡Tendremos agua que refresque!

Crecerán las hortalizas, los frutales nos regalaran fruta olorosa para el deleite de la lengua golosa. Nos cobijaremos en el abrazo de la fragancia única de la tierra mojada. La vida se multiplicará, las semillas ocultas en el vientre de la tierra serán alimentadas para renovar los ciclos calmos de la naturaleza, ciclos que nos permiten seguir viajando hacia mundos cada vez más perfectos en espirales invisibles, muchas veces incomprensibles, ciclos que salvaguardan la permanencia de la vida.  Las semillas se convertirán en rosas, zanahorias, boldos magníficos, cedrones chascones.

Mientras canta la lluvia su sonata de invierno llega por el espacio sideral una proclama fogosa en contra del aborto terapéutico. Los defensores de la vida se hacen presentes con su discurso totalizante. Nos envían fotografías hermosas de fetos que se chupan el dedo y navegan en los vientres de sus madres. Nos envían declaraciones de una chica de doce años, violada por su padrastro con la anuencia de su madre, en las que manifiesta su deseo y decisión de tener su guagüita. Llega, también, una retahíla de precisiones legales y protocolares que descalifican el modo de plantear esta iniciativa.

La lluvia sigue cayendo y cantando y limpiando y yo siento la necesidad de que esta lluvia traiga un poco de cordura, que entren riachuelos de agua cristalina a los corazones y ablanden piedras y guijarros. Le pido a esta bella que viene del cielo que nos devuelva, de una buena vez, nuestra condición de hembras mamíferas libres y adultas para tomar las decisiones, en un sentido u otro, en relación a nuestros cuerpos.

No me gusta que me pongan del lado de la muerte en circunstancias que he defendido la vida de mil maneras a lo largo de los tiempos.

Me detengo en los firmantes defensores de la vida y me pregunto ¿cuánto conocen ellos y ellas de las fibras delicadas de las personas invisibles de mi país? ¿Me pregunto cuanto saben de la humanidad más allá de sus paradigmas religiosos, doctrinarios?

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No puedo dejar de pensar si ellos han promovido y fortalecido un sistema público y gratuito que permita que millones de chilenas invisibles tengan partos luminosos, dignos, conectados con la vida que fluye en el universo, partos dignos, bien atendidos, rodeados de belleza y sentido.

¿Cuántos de ellos han creado
o apoyado
o luchado
con pasión
por una red de salas cunas y establecimientos para infantes, hijos de los padres y madres de mi pueblo, donde sean amados, estimulados, nutridos para que el futuro sea un territorio habitable y feliz?

¿Cuántas empresas tienen salas cunas formidables para que ser madre sea una bendición, un espacio abierto que permita conciliar la maternidad con la vocación o la necesidad de aportar a la economía familiar? ¿Cuántas empresas, si no las tienen, financian salas cunas? ¿Cuántas contratan mujeres embarazadas, cuantas respetan los PRE y POST natales sin pequeñas y grandes triquiñuelas? ¿Cuantas fomentan la contratación de mujeres en edad de gestar niños y niñas para la patria? ¿Cuántas permiten que las madres vuelvan a sus casas más temprano ya que defienden la vida y la familia con tanto fervor?

¿Cuántos de ellos salen a luchar por planes de salud que colaboren y privilegien a las mujeres que están en edad de parir, embarazarse, fomentando la delicia de ser madre, fomentando, en los hechos concretos, a las familias; colaborando, estimulando sin medir cuanto gano o cuanto pierdo?

¿Cuántos apoyaron abiertamente las campañas de promoción del uso del condón para que miles de adolescentes no se embarazaran?

¿Cuántos dan vuelta el enfoque de la mirada y piensan en el bien común y no en el negocio al jugarse por el fin de la inequidad?

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¿Cómo podríamos querer traer más chiquillos al mundo en este Chile feroz en el que un inmenso porcentaje de los jóvenes de esta patria son arrojados a la nada, al narcotráfico, a la vacuidad?

También me pregunto, ¿cuántos de ellos defendieron con la vida a las mujeres embarazadas detenidas en centros de exterminio en tiempos de dictadura donde ellas perdieron a sus hijos fruto de felonías, torturas, aberraciones? ¿Quiénes defendieron a las madres a las que les arrebataron sus hijos para entregarlos a familias desconocidas? Las abuelas todavía buscan a sus nietos y nietas por los caminos solitarios del país…

¿Cuántos de ellos protegieron a las mujeres violadas por agentes del estado, vejadas con animales, electrocutadas, asesinadas, arrojadas al mar de Chile cantando su último suspiro porque sí creían en la vida? ¿Cuántos de ellos se hicieron cargo de las mujeres que fueron arrojadas de vuelta a la vida y tuvieron que volver a sembrarse de alegrías? No todas pudieron…

¿Defendieron la vida en ese entonces? ¿Hicieron proclamas y manifiestos públicos?

¿Defienden la vida en este país escondido entre la cordillera y el mar para que todos y todas sientan que tiene sentido vivir y parir aquí en el Chile de la desigualdad?

LA VIDA SE DEFIENDE EN TODOS LOS RINCONES, CIRCUNSTANCIAS, TIEMPOS, MELODÍAS HUMANAS.

Mientras la tierra de la humanidad de Chile no esté lista para que nuestras semillas se conviertan en rosas, zanahorias, boldos magníficos, cedrones chascones,

mientras los ciclos humanos no salvaguarden la permanencia de la vida,

mientras las lluvias no nos permitan una fecundidad gozosa y plena de sentido, YO DEFIENDO EL ABORTO TERAPÉUTICO Y LA LIBERTAD DE CADA MUJER CHILENA A TOMAR SUS DECISIONES.

La lluvia tiene mucho que limpiar en el alma profunda de Chile.

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2 Comentarios sobre “Defender la vida

  1. Profundo y corajudo articulo. Seria bueno que nos reuniéramos a conversar sobre estos importantes temas. He leído de Dario Ergas interesantes reflexiones sobre la vida, su defensa y la vida Humana y sus rasgos propios. Saludos y gracias!

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