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Durante los últimos cincuenta años, hemos tenido un paradigma curricular, que se basa en objetivos, cuyas murallas refractarias son el conductismo. La práctica de los aprendices se lleva a efecto mediante la memorización (de corto alcance o bulímica), tratando de absorber y contener el máximo de contenidos, entregados por los profesionales de la educación, de las cuatros asignaturas “claves”: Matemática, Lenguaje y Comunicación, Historia y Ciencias Sociales y Ciencias. Este modelo se reproduce y consolida en el sentido común de la comunidad escolar y nacional a través de los resultados del SIMCE y de la PSU.

Siguiendo con lo anterior, en los últimos cinco años, desde  marzo del 2011, se ha instalado el Plan de Apoyo Compartido, que  persigue “nivelar”, en la adquisición de los contenidos,  de acuerdo a los resultados obtenidos en el SIMCE. El rol de los docentes es “pasar” las materias o contenidos curriculares, haciendo abstracción del contexto en que habitan los niños y jóvenes y, principalmente, haciendo caso omiso de los gustos, pasiones o emociones de los aprendices.

En los últimos quince años, más menos más, el aprendizaje ha tomado un rol significativo, especialmente, por el impacto que han tenido las tecnologías de la información y comunicación, en el comportamiento de los niños y niñas. Es más, la educación informal, ha tomado un papel, muy importante en estos personajes, permitiéndoles tener los siguientes atributos:

“Son inquietos, a veces hiperactivos; desarrollan, preferentemente, sus habilidades usando triple pantalla de manera simultánea (tablets, celular, TV); cerca de un 10% tienen talentos; piensan en hipertextos (nosotros 1234567; ellos 4127349); aprenden haciendo; autónomos (están en mejores condiciones para aprender a aprender); lúdicos, a través de los videojuegos desarrollan el sentido lógico, enfrentan distintos grados de dificultad y resuelven diversos problemas. Son nativos digitales. Tienen un desarrollo neuronal y emocional distinto; silenciosamente ruidosos, conciben el error como un detalle dentro del aprendizaje, y tiene un registro de los hechos y de los dichos de los demás que se manifiestan en su relación con los mayores, pues su comunicación es de horizontalidad (nosotros fuimos de estructuras relacionales de verticalidad). Son amigos de los amigos y de la naturaleza y habitantes permanentes del mundo virtual.”

Por todo lo anterior, las neurociencias deben ser el enfoque que debiera tener el nuevo paradigma curricular, en el cual, se puede verificar los diversos estilos de aprendizajes, los distintos ritmos, el fomento de la memoria de largo alcance y la importancia de la emocionalidad y de la experimentación. Así también, lo relevante del entorno y del nuevo rol que debieran cumplir los profesionales de la educación en la aplicación de una nueva didáctica.

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