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Una de las tareas más difíciles en nuestra época es la construcción de una identidad sólida o monolítica. Es complicado porque como sujetos no hemos abandonado la idea de querer tenerla. La globalización no ha permitido un crisol de información, ideas, ideologías, movimientos etc. Esto nos provoca gran incertidumbre, la razón: Manejamos tantas posibilidades que terminamos no siendo ninguna.

El sujeto ha comprendido que es necesario el lazo de pertenencia, tener pares, sentirse identificado y a la vez distinto. Pertenecer lo hace sentir seguro, seguro en materia de códigos lingüísticos, códigos de vestimenta y códigos kinésico; le permite dialogar sin la necesidad de hablar. Lo anterior lleva a una de las búsquedas esenciales del ser humano, la reducción de la incertidumbre.

Pues bien, en Chile, precisamente en Santiago, hemos asistido a dos muestras relevantes de la necesidad de identidad en esta sociedad líquida. La primera es el festival de música Lollapalooza, sustentado en que es un festival para público que gusta de la música alternativa, diferentes estilos de música, amigable con el medio ambiente entre otras. Desde que comenzó el año 2011 hasta su última versión en 2014, su público aumento de 90 mil asistentes a casi 160 mil. El evento juega con la música y el medio ambiente como constructores de identidad.

El Maratón de Santiago, el año 2011 este evento empezó a ser transmitido por televisión en vivo y en directo a todo el país durante 4 horas a través de las cámaras de Canal 13. La transmisión punteó una sintonía impresionante para un domingo en ese horario, de 11,8 puntos de rating. Los años posteriores fueron un espiral ascendente en materia de inscritos. El pasado 12 de abril del presente año, 28 mil los corredores participaron de la carrera, equivalente a un 11% más que la competencia del 2014. El maratón genera identidad a través de los grupos de runners que concurren y personas preocupadas por una vida sana.

Los eventos concuerdan con la posmodernidad en que son cortos en el tiempo. El Festival musical dura 2 días, mientras que el Maratón un par de horas o un día entero dependiendo de los participantes.

Segundo, ambos eventos forman parte de lo que en comunicación se conoce como sistemas complejos. El mismo día del evento, se nutre de información a las redes sociales y estas nutren de información al festival en una danza autopoietica de información dado por trending topics, hashtag, fotos y comentarios en las distintas redes sociales. Se crea un sistema dentro de un sistema y pequeños sistemas dados en cada escenario donde se presenta un artista, o cada usuario que corre una determinada distancia (10k, 21k y 42k) una lógica de espiral ascendente.

Una tercera característica es la desligazón de los organizadores hacia los participantes, está se da en ambos eventos. En Lollapalooza con tantas diferentes opciones de escenarios y artistas, tú debes hacerte cargo de organizar tu festival y tu diversión. Para eso se te entrega la lista de artistas por día y sus horarios. En el Maratón de Santiago es más complicado, puesto que los corredores deben firmar un contrato dónde entre otras cosas declara “ARTÍCULO 13º Responsabilidad: La Organización no asume ninguna responsabilidad, por los daños que por la participación en ésta competencia pueda ocasionarse un atleta a sí mismo, a otras personas e incluso en el caso de que terceras personas causen daños al participante u Organización”.

La lectura del empresariado de estos eventos ha sido positiva. Cada vez se suman más auspiciadores a ambos eventos bajo categorías anglosajonas de Media-Partners, auspiciadores, Co-partners etc. Las marcas saben acercarse al sujeto, leyendo su necesidad de pertenencia como una posibilidad de negocio, un negocio que te ofrece los adornos al fanático musical y al maratonista o runner.

Y, por último cada uno de estos eventos tiene un alto valor por entrada o inscripción. En Lollapalooza las entradas parten desde los 40 a 45 mil pesos el día. En el Maratón de Santiago va desde los 20 mil pesos hasta los 32 mil pesos, según categoría y fecha de inscripción. Y, a pesar de estos valores los eventos han ido creciendo exponencialmente.

Lo anteriormente señalado puede dejar como conclusión que primeramente: la identidad es algo deseado. La identidad, ya no se puede construir a través de la cultura- a no ser que sea de masas- y tampoco a través de la política clásica. La identidad hoy va desconfiar de cualquier discurso carente de emocionalidad “La desconfianza en la espontaneidad humana, en los impulsos e inclinaciones que resisten la predicción y la justificación racional, ha sido sustituida por la desconfianza en la razón calculadora, carente de emociones”[1].

La identidad que busca el sujeto hoy es corta y de vínculos al paso. Nada que demore años o meses le interesa al individuo, nada que no pueda cambiar como cambia de web-site o de foto de perfil en Facebook. La identidad es enfermizamente dinámica, es un ejercicio alimentado por anfetaminas “La metáfora de la liquidez –propuesta por Bauman– intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones”.

Por último la identidad ha sido privatizada. Antes se debía construir con acciones concretas, hoy puedes comprar una identidad con una tarjeta de crédito. La identidad te la da la entrada en el Lollapalooza y la polera de la Maratón de Santiago. Sí bien puede ser fácil, el sistema tiene su salvaguardo: Si no tienes la polera o entrada y no lo has registrado en tus redes sociales ¡No estuviste! ¡No exististe! En definitiva tu existencia es negada, por lo menos en esa curva del espiral. La identidad ha sido privatizada y también los espacios públicos. El parque O´higgins cierra sus puertas por dos días y Santiago cierra sus calles por un día para que los privados lucren con la carencia de pilares identitarios de la sociedad chilena.



[1] Bauman, Zygmunt.”Ética Posmoderna. En busca de una moralidad en el mundo contemporáneo”. Buenos aires Argentina 2011.Editorial Siglo XXI.pag 41.

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