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Estoy refugiada en el silencio. Este lugar en el que vivo, ostenta paz; ésa paz tan vital de los campos, con sus ritmos insondables. La vida en su expresión generosa y cotidiana.

Si nos quedáramos callados, oiríamos lo que el universo tiene para decirnos.

El siglo XX fue el siglo de los grandes relatos, las comunicaciones en pleno desarrollo trasmitieron y nos contagiaron de discursos, al principio discursos monolíticos, pero después y cada vez de manera más creciente, múltiples discursos, hasta llegar a hacer audible – legible los más comunes sentimientos y preocupaciones de personas que están tan lejos, que ni siquiera nos resultan imaginables, excepto por lo que expresan los significados inmediatos de miles de mensajes. Son palabras. Palabras emitidas y recepcionadas a cada instante en un espacio material o virtual, pero no por virtual menos real, ni menos perceptible. Letras y textos que estampan el mundo, lo modifican a través de una lluvia de trasmisiones que se derrama sobre el mundo y muchas de las cuales no nos dejan ver su sentido porque no nos son trasparentes.

Esta sensación me pone en una disyuntiva. Trabajo como comunicadora, y como comunicadora intento poner en relación unos mundos con otros, desde los sentidos y a través de ellos. En esta actividad, no puedo evitar jugar a descifrar -por deformación profesional- los mecanismos del lenguaje que no están en evidencia, si no hacemos una segunda lectura. Me siento completamente atraída por los lenguajes que se combinan en miles de actos comunicativos, simultáneos, continuos o esporádicos, que salen de las bocas de la gente, de los letreros callejeros, de las radios, de las pantallas de televisor en los metros y buses, en los gritos callejeros, en las vestimentas, en los edificios en construcción, en el cambio de aspecto de las calles. Sirenas de ambulancia, semáforos que cuentan, personas que piden limosna, o venden arrollados a cien, cigarros de contrabando, naranjas de la estación.

Me atrapan los códigos, los significados palpitantes en cada gesto. A pesar de la incomodidad, o de la premura, cada viaje en metro para mí es una lectura del mundo, como si estuviese dentro de un libro o de una película, filmada expresamente en blanco y negro, para denotar con la ambigüedad de los grises, esa extraña sensación de incomunicación (soledad) que se produce cuando reunidos en el carromato que se desliza por el túnel, en el subsuelo de un paisaje urbano en hora pick, nos refugiamos en nuestros pensamientos, como si estuviésemos solos. El ruido exterior se aplaca, el zumbido de la máquina crece y se apodera del ambiente.

Tenemos en común ese trayecto fugaz y hemos sido invadidos por similares mensajes: no sobrepase la línea amarilla, disculpe, permiso, no empuje por favor, Instituto de Comunicación del Pacífico, el futuro está aquí, ¿sabe por dónde puedo cambiar de andén?, el gueón lo echó cagando, precaución cierre de puertas, hizo más frío antenoche, aló? ¿Quiere sentarse? Yo bajo en Los Héroes. Siguiente estación, Moneda. Pronóstico del tiempo. Combinaciones Servicio Metro Bus a su disposición, Salida de Emergencia, tire de la perilla solo en caso de emergencia, ¿te gusta? Lo compré en el Líder, re barato. Le dije que no, si quiere que me quede horas extras, me tiene que pagar. Ley de Tránsito. Metros Los Héroes. Permiso, permiso.

Un trayecto de 10 minutos puede ser entera una novela de Tolstoi.

Y el resto de las horas: noticias, redes sociales, los textos que edito, los que redacto, los que compongo, textos que son fracciones siempre de esto o de aquello, textos propios, ajenos, comunes, desechables, infinitos. Textos que reclaman su lugar en mí. Textos que doy a otros, buscando un lugar en ellos. Me pregunto si estamos entrenados para “filtrar”. Si la capacidad de abstraerse del impacto de la avalancha de mensajes, es un nuevo requisito de adaptación, una necesaria forma de evolución humana, o seremos completamente avasallados, superados, alienados por la sobre información. ¿Cómo elegir? ¿Cómo limpiar? ¿Se enseña eso en las escuelas?

El silencio creativo
El silencio creativo

El lenguaje es uno de los mayores misterios de la existencia. Un don, una virtud, un castigo, por la boca muere el pez, para mentir y comer pescado, hay que tener mucho cuidado, o “el adjetivo, cuando no da vida, mata”, base de toda construcción posible. Es, también, la posibilidad, y la negación de la posibilidad de comunicarnos, al mismo tiempo. Como “Tropos quod aliud significatur, quam dicitur”, define la Academia a la ironía. Palabra que significa otra cosa que la que dice. Apunta a un doble sentido, a una línea de trazos oculta bajo las letras del alfabeto conocido.

Porque ningún texto logra expresar la totalidad. Hay un algo más pendiente en cada cosa que se expresa, y todo se expresa. ¿La capacidad de recibir, procesar, transformar-se, responder que hay en cada ser humano es ilimitada? ¿A dónde van los mensajes que no sirven? ¿Solo al “ruido”?

Porque finalmente, estoy y no estoy en ese vagón de metro, estoy y no estoy entre Universidad de Chile y Los Héroes. Porque tengo un refugio, apartado de la ciudad.

Cuando al fin regreso a casa y tomo un café, y me quedo quieta percibiendo los sonidos tenues de la tarde en el campo, aunque tengo tanto que decir, aunque traigo la vida tan llena de escenas del mundo, me gana la riqueza enorme de esa plenitud de la naturaleza mayor, y sus lenguajes llenos de templanza, la generosa entrega que tiene la tierra, así, silenciosa dando, que me quedo callada. No se trata de un silencio vacío. Es un silencio luminoso. Un silencio que limpia, aclara, allana. Y, entonces, me parece como si cualquier cosa que diga, no es más que un intento ególatra de sumarse al coro, un atentado a la verdad que el silencio busca trasmitir. Por eso hago este ejercicio de humildad, como una rendición, como una forma de despojarme.

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2 Comentarios sobre “Entre el silencio y el texto

  1. Qué gusto encontrarte filtrada en una revista virtual, tras una pantalla…tengo cosas que hiciste e hicimos, tus poemas sueltos de Coyhaique…los recuperé entre otras cosas mías que tuve que ir a reconquistar…

    ¿ya? ¿ya sabes quién soy? A propósito, muy bueno este pasaje tuyo, esta reflexión de una moderna sin igual… escribe

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