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La llegada de Alejandra Urrutia a la dirección de la Orquesta  de Cámara de Chile es una alegría y un alivio frente a esta sensación de derrota y mediocridad  que produjo la nota de Cristian Warnken.

Mediocridad tan lejana a lo que significa para nosotros esta emblemática orquesta.

“La historia de la Orquesta de Cámara de chile está profundamente ligada a los esfuerzos y pasión del maestro Fernando Rosas (1931-2007), Premio Nacional de Música 2006, quien dio forma y ayudó a consolidar la institucionalidad que la convirtió en la única orquesta profesional, estable y estatal al servicio de los chilenos “, dice la publicación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en una edición especial dedicada a los elencos estables de dicha institución. No es el momento ni el lugar para incorporar elementos a una mirada más amplia y menos centralista, que aquella que define a esta orquesta como única. Existen en al menos seis regiones del país orquestas profesionales estables y financiadas con fondos del Consejo Nacional de la Cultura. De ello quisiéramos seguir conversando más adelante.

Lo primero que encuentro al abrir el libro “Entreacto”, escrito por  Fernando Rosas, es una partitura que él me regaló de la suite Nº 3 en Re mayor de JS Bach. Escucho en mi cabeza  su interpretación de este concierto, se mezclan sonidos de tantas obras y estrenos. Me asalta el recuerdo de su programa Música en Televisión Nacional de Chile: Sentado en el piano, explica y  acerca la música a los televidentes, abre espacio para que muchos intérpretes y compositores sean difundidos en la televisión chilena. Todavía guardo programas de los encuentros de música contemporánea, creados en el Instituto de Música de la Universidad Católica de Valparaíso en el año 1968  y a partir de 1970 en Santiago. Estrenos de obras y conferencias con Gunther Schuller, Orrego Salas, Jacobo Romano entre muchos otros. Conciertos con solistas y grupos como  Narciso Yépez, Pierre Fournier,  Jean Pierre Rampal, Astor Piazzola, Elvin Jones, Sarah Vaughn, Duke Ellington, Ravi Shankar y tantos quienes visitaron chile invitados por Fernando Rosas desde el Departamento de Música de la Universidad Católica hasta 1974 y con la Fundación Beethoven después.

Recuerdo algunos de  sus aciertos musicales: El estreno de la historia del soldado de Stravinsky con los mimos de Noisvander y los vestuarios de Marco Correa; La Noche Transfigurada de Arnold Schonberg estrenada por la orquesta, giras a USA y Europa, los conciertos en Alemania, Austria, Rumania, Polonia, Checoslovaquia, Rusia esos eran otros tiempos.

 

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Eran los tiempos cuando venían a Chile estos artistas de fama mundial, donde también participaba el maestro Juan Pablo Izquierdo como director invitado. Cada solista, junto con el concierto, impartía una Master Class para estudiantes de música en el mismo teatro. A esos conciertos entrábamos todos: los abonados, los estudiantes que esperaban al Maestro en la entrada. El,  siempre salía cuando todo el púbico había entrado y los hacía subir gratis y en silencio al segundo piso.

Son muchas las razones que  me mueven a  dar una opinión respecto a la situación ocurrida con la renuncia del Director titular de la Orquesta, el Maestro Juan Pablo Izquierdo. En el respeto y la admiración por  quien, junto con ser un gran director de orquesta, fue siempre,  considerado por mi padre,  su amigo personal.

Es lamentable y triste que Juan Pablo Izquierdo haya salido de la dirección de la orquesta con esta bullada renuncia, especialmente cuando al fallecer el Maestro Rosas, fueron los mismos músicos quienes solicitaron su presencia. Más lamentable aún, es  que haya habido acusaciones de mal trato, disculpas, malos entendido y disgustos,  porque eso no hace más que enturbiar un trabajo Trascendental de un equipo maravilloso. Eso no hace más que enrarecer relaciones donde lo más importante, es la música  realizada con la calidad extraordinaria como nos ha tenido y nos tiene acostumbrados esta orquesta.

Parece un cliché decir esto, pero es así. La vida se construye en base al dolor, la alegría, la renuncia, el aprendizaje. La música exige entrega, calidad, desinterés y extremo trabajo. Eso los músicos lo saben mejor que nadie. Horas y horas de estudio para lograr eso que a veces parece tan imposible. Horas y horas de trabajo para llegar a que la música surja desde la música misma sin impedimento técnico. Horas donde resulta imprescindible, junto con la mayor exigencia técnica musical, el liderazgo,  la empatía, solidaridad, humildad, el afecto  de todos los que participan.

Lamentablemente, hay situaciones irreconciliables que dividen y frenan estos procesos. Lamentablemente cuando ello ocurre, se producen los quiebres, como el que ha vivido hoy esta querida orquesta.

Por todo esto y por el futuro de la música en nuestro país, con la llegada de Alejandra Urrutia, este quiebre se transforma en una tremenda oportunidad para la orquesta y nosotros sus auditores,  deseamos y esperamos  que así sea.

Parafraseando a nuestro querido maestro Rosas, “La bandera nunca ha sido arreada y este no es el momento. Adelante a toda máquina”.

 

 

 

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