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Los medios de (in)comunicación y la opinión publicada

Las redes sociales han cambiado la manera de comprender y hacer la comunicación. Quizás el impacto se ha sentido con más fuerza en todo lo relacionado con la comunicación de masas, donde se produjo un cortocircuito en la estabilidad de la transmisión desde los medios de (in)comunicación masiva hacia sus tradicionalmente pasivas masas receptoras.

En países como Chile, con un arco de pluralismo mediático reducido y concentrado, la simbiosis entre opinión pública y opinión publicada por los medios era casi total. Con algunos matices propios de las dinámicas de procesamiento social de la información, viendo o leyendo los medios era posible imaginar sobre qué y cómo opinaban las “masas”.

Un reducido grupo de dueños de medios y editores decidía las fuentes, los temas y la forma de tratarlos, modelando de manera casi directa y sin contrapesos lo que opinaba la multitud de individuos que consumía masiva y pasivamente las “versiones oficiales”. Era una “opinión pública” fácil de crear, influir y controlar, muy estable en relación al modelo y pensamiento dominantes.

 

De la opinión pública a las opiniones que publican

Las redes sociales hicieron estallar esa opinión pública pasiva y homogénea en mil fragmentos.

Con grados variables de influencia dependiendo de las comunidades que ha construido, cada usuario de las redes sociales publica su “opinión” sobre lo que le parece “importante” según sus propios criterios: la caída de un niño en bicicleta, el paro de profesores, el apoyo o repudio a Bachelet, la declaración de un “famoso”, el “a mí me molesta que”, la serie del momento, por mencionar algunos ejemplos temas que han alcanzado una cierta notoriedad colectiva.

La dispersión es total si observamos los temas que no logran la visibilidad de la “viralización”. El espacio virtual de las redes hace públicas conversaciones que antes formaban parte de lo microsocial o incluso lo íntimo. Millones de personas y pequeñas comunidades exponen sus intereses particulares, desde la defensa de los bosques hasta el plato de comida, de las vacaciones con la familia a las fotos de la luna llena, de la gracia de la mascota a la política internacional. A veces pareciera que lo único común es el acto de mostrarse, no importa sobre qué o como, pero publicar, hacerse ver y oír.

Aquella silenciosa opinión pública, a la imagen y semejanza de los medios, que seguía y respondía a la agenda impuesta por los grandes titulares hoy se transforma en millones voces fragmentadas que quieren ser escuchadas, multitud de opiniones que publican su propia “agenda” de intereses y preferencias.

De la reacción pública a la acción común

Los medios sociales ofrecen un ejemplo claro de cómo configuramos el mundo que “recibimos” y vivimos. Hay tantos Facebook y Twitter como usuarios. Cada persona crea su comunidad, su medio, su manera de publicar y de relacionarse, y define su propio estilo, agenda y prioridades —dentro de ciertas reglas y limitantes tecnológicas—. “Hacia fuera”, emisión a destajo (aunque con incierto pronóstico sobre a dónde irán a parar los mensajes); pero “de fuera hacia dentro”, recepción limitada en relación a quiénes escuchar o qué leer, en qué mundo participar o vivir, antes definido por ejemplo por el editor de El Mercurio, hoy por las personas a las que uno decidió incluir en su comunidad de Twitter, Facebook o Instagram.

La personalización de ese “medio” hecho a la medida plantea dificultades y desafíos al momento de constituir espacios, agendas y caminos comunes. Si cada uno crea su propio globo ¿cómo se constituyen mundos comunes donde se convive con otros? ¿cómo se deciden los caminos hacia ellos?

Salir del propio metro cuadrado y acercarse a comprender a otros requiere esfuerzo y atención. Es más simple y mecánico seguir la inercia de reunirse en la plaza a quemar malos en la hoguera, de juntarse a lapidar colectivamente al que cometió un pecado, de unirse contra el enemigo “exterior” o el “otro” como periódicamente sucede en las redes sociales. Sumarse a la reacción pública es mucho más cómodo y fácil que ser parte de la acción común; pero la turba vociferante, condenatoria y volátil no es capaz de construir caminos, ni de levantar alternativas, ni de proponer mundos comunes.

Pasar de la reacción pública a la acción común requiere realizar el trabajo de participar en conversaciones complejas y constituyentes que demandan tiempo y apertura intelectual y emocional. Es el gran desafío de quienes aspiran a construir nuevos espacios y culturas que integren a las comunidades y personas en una convivencia y un mundo mejores, en los que tod@s puedan desarrollarse en plenitud.

Creemos comunidad: En Twitter @mautolosa, en Google+ y en Facebook

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3 Comentarios sobre “Pasar de la reacción pública a la acción común

  1. Las nuevas formas que asume la comunicacion como fenomeno social en la era de las tecnologias de informacion y comunicacion marca una relacion con el otro colectivo que impregna todas las esferas de accion de hombres y mujeres que cuentan con acceso a las redes y a los medios digitales. Un inmenso universo de personas permanece al margen de este proceso, y me parece relevante analizar las condiciones en que este sector se comunica,crea comunidades,reconfigura su realidad,auna voluntades en pos de causas e intereses comunes: el espacio rural con sus relaciones cara a cara; los mundos etnicos con conflictos de lenguaje; los miles de ancianos urbanos y rurales con educacion rudimentaria; los jovenes marginados por la pobreza ,el delito,la drogadiccion entre otros universos paralelos . Es cierto que son sectores marginados de lo que consideramos opinion publica y alejados de aspiraciones de un mundo mejor pero en el estudio de las micro comunicaciones y lo cotidiano de seguro podremos encontrar rastros de nuestra prehistoria comunicacional y asi medir los cambios experimentados. Es un fascinante tema que requiere profundas reflexiones. Gracias Mauricio por desatar olas de pensamiento creativo.

  2. La sociedad postmoderna necesita más personas con compromiso intelectual, que es también compromiso social, como tú, Mauricio. Hagamos que la gente no solo sienta, sino también piense en cómo quiere sentirse en el futuro. Gracias por tu inspiración.

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