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El paradigma de la casa propia es una meta impuesta culturalmente, que se extiende a todas las obligaciones desde que nacemos: “estudia, para que salgas adelante”,  “un título, si no, no eres nada”, “familia, hijos porque así es crecer y madurar”, más todo lo necesario para mantener a esa familia satisfecha y unida, casa propia, auto propio,  i-pods, iphones, colegiaturas, arriendos, isapres… un torbellino de producción que nos deja secos de ganas de gozar la vida, porque la prioridad es producir, y porque pareciera que el único goce es consumiendo, ¿porqué entonces  genera tanto vacío?.

Se hace necesario recuperar el  norte, y empezar a ser lúcidos en las inversiones que hacemos en nuestras vida; ¿inversiones lucidas?, sí, no tipo Penta o Dávalos que avergüenzan al país, y nos muestran lo que somos,  nos dejan desnudos de valores y humanidad. Cuando hablo de inversiones lúcidas me refiero a inversiones profundas, a largo plazo, inversiones que nos permitan maravillarnos al sentir el viento en la cara, inversiones que nos permitan morir sin deudas, porque fuimos capaces de amar, fuimos capaces de contener a los nuestros, y podemos dejar este mundo, sin miedos.

No es fácil ocuparse del capital interior que cargamos a diario, menos en sociedades que no nos dejan tiempo para ello;  sin embargo podemos asegurar a nuestros hijos antes de nacer, las isapres son conscientes de sus futuros clientes. Esta sociedad de consumo ya te considera un cliente en estado “no-nato”, incluso para ese  espacio sagrado existen cotizaciones y presupuestos…. luego cuando te toca morir y puedes optar por una partida según tu nivel socio-económico,  eliges entre: mausoleo, patio común o fosa, según lo merecido. Hemos tranzado y negociado el útero materno que nos recibe  y abre paso en este mundo, hasta el nicho que nos contendrá en nuestra  despedida a la otra vida; más vale que en el transito, los despiertos, busquemos otros capitales de inversión, capitales que nos liberen interiormente; paradójicamente estos capitales son gratis y los podemos cultivar entre nosotros, querernos, respetarnos, amarnos, reírnos, cuidarnos, mirarnos, oler, saborear, pero de verdad sin un slogan, sin una campaña de marketing reforzada con un combo!!!! sino, que por puro empeño propio y voluntad por dignificar la oportunidad de vivir.

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7 Comentarios sobre “El sueño de la tumba propia

  1. hermosa reflexión,un llamado al cambio..súper término “inversiones lúcidas”,te felicito,es la nueva conciencia que emerge,nuevos paradigmas que nos llevarán por caminos de luz,amor,compasión,paz,como tan bién lo dices.

  2. Buen punto el de la tumba propia, no me había fijado que buscamos tanto “lo propio” lo comprado. lo hermoso es que la felicidad no se compra, claro que tenemos que saber como buscarla. Gracias Claudia, luminoso articulo

  3. Me encantó la última frase, “dignificar la oportunidad de vivir”, la oportunidad de valorar la verdadera vida, entender lo que tan bien has manifestado en tu reflexion, muy buena, me encanto, ojalá muchos nos cuestionemos, al menos eso indica que estamos intentando estar en el camino correcto.-

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