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La semana del 11 de septiembre es algo difícil, el mes de septiembre es algo difícil. Escribir es algo que se aprende en la infancia, poco tiempo antes se aprenden los afectos y ambas habilidades, comunicarse y relacionarse desde las emociones, van modificando nuestro ser durante toda la vida. ¿Para qué escribir?. Es la pregunta que todos los escritores nos hacemo cuando todo está fallando, las ideas que huyen de nosotros, la comprensión de nuestros pares y de nuestras personas queridas, los datos para el reportaje o la crónica que no logramos encontrar para darle precisión a nuestro relato porque alguien no quiere dar testimonio, por miedo o por otras razones desconocidas.

Nos encontramos a menudo con el miedo, el nuestro ya lo conocemos y con los años y las propias circunstancias de vida ha cambiado, los miedos ajenos los conocemos cada día, emergen siempre y nos permiten conocer a las personas mucho mejor. Algunos ya no tienen miedo a morir luego de ser detenidos por sujetos armados, en medio de la noche, como le pasó al periodista José Carrasco Tapia en plena resistencia a la dictadura cívico militar que dominó Chile entre 1973 y 1990. Algunos ya no tienen miedo a ser despedidos de sus trabajos por escribir columnas, crónicas o reportajes como le sucedió a tantos que fueron paulatinamente excluidos de la prensa o la literatura, a veces de un día para otro, a veces sin que nadie lo notara tras un largo periodo de degradación de sus tareas. Alguno tampoco han tenido miedo a perder sus matrimonios ni el afecto de sus hijos, cuando la escritura los ha llevado a ser prácticamente parias en una sociedad que tiene problemas para lidiar con las palabras y que no soporta el cuestionamiento de algunas certezas.

No tengo claro dónde estoy, hubo un tiempo en que tuve miedo a todo y en otro tiempo no temí a nada, a menudo nos complica pensarnos a nosotros mismos como una sola persona que no cambia con los años, cada año, cada minuto. Por lo pronto sólo tengo palabras para ir marcando en la pared de mis recuerdos lo que pasó por mi mente en estos días. Es una época complicada para quienes escriben, pero seguimos escribiendo, seguimos investigando a criminales, seguimos fabulando y cantando, seguimos persiguiendo la verdad y la belleza como se persigue al arcoiris, una ilusión que viene y va cuando se juntan brevemente la llovizna y la luz del sol.

Sólo tengo palabras, no es mucho pero me permite recordar que todos tienen sus palabras, que también tienen miedo o han dejado de tenerlo, que persiguen la verdad o que no lo hacen en este momento porque ha dejado de llover o el sol se ha escondido en el mar. Sólo tengo palabras y me está resultando imposible guardarlas solo para mi. En este espacio creado para compartirlas, llamado SITIOCERO he conocido a personas bellísimas, diferentes todos y todas, sumamente profundos y quiero decirles gracias por compartir. Agarrados del brazo, caminemos, sin cansancio, contentos de tener tanto por recibir y dar. Y flores para todos los Pepe Carrasco de la historia humana y los que habrán de venir.

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Alguien comentó sobre “Solo tengo palabras

  1. El miedo siempre va estar, pero saber que lo tengo es un buen síntoma. En mi caso yo escribo sin saber si lo hago bien o no. Cundo escuche la palabra loca saque mis conclusiones. que loca es una persona que da un pasa al frente cuando las demás lo desean pero les paraliza el miedo.

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