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Se habla de humanidad como algo abstracto, muy amplio y casi ajeno, como si otros tuviesen la responsabilidad de ser la humanidad o que pertenece a otro tiempo y espacio. La humanidad está aquí, en cada momento, en cada gesto, palabra y pensamiento. Somos la humanidad.

 

La humanidad en las redes sociales

Cada uno decide o simplemente siente como quiere empatizar, cada uno define un criterio que lo representa e identifica. Los ataques terroristas de París han sido una prueba de humanidad, desde las lamentables muertes hasta las reacciones que ha generado a nivel mundial.

Dicen que las redes sociales son un espacio privilegiado de observación del comportamiento humano, estos días no me ha gustado lo que he visto. A tan sólo horas de las explosiones de los kamikazes y balaceras en distintos puntos de la ciudad, los comentarios rabiosos que en nombre del «anti-imperialismo», «anti-colonialismo» y muchas otras etiquetas para denostar una historia política y social, sonaban a justificación superficial y ajenas al dolor ajeno. Mientras leía algunos tuits o estados de Facebook como “antes de poner los colores de la bandera francesa en su foto de perfil investiguen quien empezó primero” pensaba en el susto de una amiga tratando de contactar a su hijo que estudia allá, pensaba en un amigo desesperado tratando de saber de sus dos padres que viven en esa ciudad o donde estarán mis amigos que gracias a una beca por su esfuerzo y talento están adquiriendo una excelente educación en París… Pensaba en todas esas familias que perdieron a un hijo, una sobrina, una madre, un padre, un nieto o nieta y quizás cuantos que perdieron amigos. Pensaba en el pánico colectivo, pensaba en esos minutos de horror, pensaba en todos quienes acostumbrados a salir a divertirse un viernes por la noche jamás imaginaron que en ese momento de diversión alguien detonaría una bomba o dispararía a todos solo por el hecho de estar en ese lugar, a esa hora…

Duele esa falta de aprecio por la vida humana, duele esa distancia con el dolor ajeno, duele esa pobreza emocional. Seguro que la opinión de cada “usuario” detrás de su cuenta de redes sociales comenta desde la seguridad que le da vivir en un país al fin del mundo, cambiaría mucho si alguien de su familia o amig@ hubiese estado en el lugar de los ataques. No se trata que cambie su convicción o mirada crítica sino de un mínimo de empatía.

 

“El dolor nos ayuda a establecer nuestra identidad corporal y a protegernos. Pero también nos ayuda a interactuar con el otro. Resonamos automáticamente tanto con los componentes sensitivos del dolor como con los afectivos. Ese mecanismo de simulación “en espejo” del dolor ajeno, subtendido por una red neuronal que se activa tanto con el dolor propio como el ajeno, sería determinante para las conductas pro-sociales”
Andrea Slachevsky en Cerebro cotidiano.

 

La Paz mundial

Todos los días hay conflictos en distintos lugares del mundo. Diariamente las injusticias y pugnas de poder e ideología se lleva la vida de inocentes, no tenemos acceso a toda la información de lo que sucede en distintos lugares del mundo pero si tenemos un corazón grande para sentir como nuestro planeta sufre.

“La paz mundial” la frase que elegían las candidatas a miss universo para ser consideradas como posible ganadora, apuntaban a una sensibilidad global, a un deseo compasivo y generoso por el prójimo, pero al repetirla año a año se fue convirtiendo en un slogan, en una frase fácil de  decir pero muy difícil de lograr, en un discurso sin acción concreta.

Creo que en lo que todos coincidimos es en el deseo de lograr la verdadera paz mundial, que no existan más guerras, que las fronteras dejen de ser asunto de conflicto y disputas, que la religión integre, que no existan armas y que los ejércitos ya no sean necesarios. Centrarnos en expandir el amor y no la guerra.

La paz mundial también incluye practicarla en nuestros entornos más cercanos, en nuestra vida cotidiana, no sólo ayudar a la abuelita a cruzar la calle, también agradeciendo al profesor que dedica sus energías a ampliar el conocimiento, al conductor de la micro que nos transporta, a quienes contribuyen a que seamos mejores personas, tratar con mayor respeto al conserje del edificio, ser amables y colaborativos en nuestros espacios laborales, ser cordiales con la cajera del supermercado y la vendedora de multitienda. Todos somos personas que queremos disfrutar de una vida plena y armoniosa.  Somos las personas en nuestras relaciones e interacciones cotidianas quienes podemos contribuir con un trocito de paz. La paz mundial no es un interruptor que se activa o desactiva a nuestro antojo, es el resultado de una humanidad consciente y respetuosa. Cada uno aporta con ese pequeño gesto, comentario y pensamiento de paz.

La humanidad que vendrá

Muchos son los que inspiran mundialmente por su contribución a hacer de nuestro planeta un lugar más cálido y amable. Hay muchos que se han dedicado a ello, algunos más visibles que otros. Personalmente, la visión de Dalai Lama me resulta muy reconfortante y esperanzadora, al igual que Chogyam Trungpa con el trabajo que desarrolló para integrar una visión oriental en occidente y Thich Nhat Hanh un monje activista por la paz.

Hay gestos que inspiran a diario, el conductor de micro que se detiene lejos del paradero porque parece que sintiera al apurado y complicado pasajero, o la señora que conversa de su vida con un extraño en el metro, las iniciativas que promueven un vínculo más cercano con la naturaleza y las personas que en su diario vivir se relacionan desde el amor y respeto hacia el otro.

Si sólo observamos las redes sociales el futuro parece más hostil, la rabia e indolencia se apodera de las teclas del computador o teléfono y nos hace olvidar al otro ser humano que hay detrás de la pantalla viviendo su propia realidad y leyendo un comentario tan abstracto como la composición algorítmica que definen los informáticos de internet que determinan los mensajes que encontrarás cuando enciendas tu computador.

¿Es esta era digital una forma de acercar la información y alejar a los seres humanos? Aún con todos los emoticones del mundo nunca se podrá sentir, ver ni acercarse al otro ser humano. ¿Será que nuestro cerebro desarrollado por miles de años para ser capaz de empatizar con otro ser humano está quedando obsoleto al no poder descifrar las emociones de otro usuario a través de la brillante pantalla? Para mí las redes sociales e internet son una forma de acercarme a otras personas, es un lugar donde no existen las fronteras y que toda la información que encontramos es gracias a nuestra permanente inquietud de comunicarnos.

Seamos promotores de la paz permanente, sin enjuiciar, sin denostar la opinión diferente, convirtamos nuestras quejas en acciones concretar y seamos parte de un mundo más integrador y amoroso.

Para seguir leyendo:
París (viernes 13), la vulnerabilidad que nos hace fuertes
Terror lacerante, dolor
Partir de cero
Por qué puse la “Torre Eiffel de la Paz” y no pongo otras banderas

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Alguien comentó sobre “La humanidad en lo cotidiano

  1. Me emociono porque la verdad es que en esta pagina siempre encuentro palabras que me acompañan, como tener cerca al amigo, con el que te juntabas para hablar de algo que te era interezante y mas grande, cambios y demases, miestras aparecen nuevamente amigos reales tienes esto, amigos virtuales

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