Compartir

“Sin recursos no se puede hacer milagros!. Por lo general a los comunicadores, que siempre son creativos, se les pide que hagan maravillas, pero a la hora de asignar recursos, no está presupuestado”, dijo Guillerme Canela, Experto en Comunicación e Información de la UNESCO en diálogo con los Comunicadores del Estado en Radio Nacional del Paraguay el pasado 15 de octubre. Guardé esta frase para una reflexión, sobre lo complicado que es el trabajo de los comunicadores en todos los ámbitos, por lo general también conocidos como el muro de los lamentos o los curalotododo de enfermedades de una organización.

Y la prueba de que este pensamiento no es ficción y si realidad, es que ni bien lo había puesto en mi muro de Facebook, los comunicadores colegas (la mayoría públicos), complementaron con comentarios sobre sus realidades. Muchos creen que para trabajar en el campo de las relaciones públicas se debe contar con atributos como rostros agradables y cuerpos perfectos (según el estereotipo de belleza que los mismos medios de comunicación nos han impuesto). Otros, en ese marco, confunden a este campo de acción con los impulsadores de productos y servicios en calles y supermercados.

Ante esta situación, lacerante por cierto, quiero compartir con ustedes lo que no son las relaciones públicas; para que no defenestren esta noble profesión, que en otras latitudes de la aldea global es indispensable para el adecuado desarrollo organizacional. Primero hay que hacerlo bien y después darlo a conocer. Las relaciones públicas no se constituyen en una ayuda de emergencia, no son una tabla de salvamento para limpiar la imagen de la organización; no son métodos de imitación de modelos foráneos para hacer creer que la empresa es pujante. No se olvide que el desconocimiento de la manera de pensar, sentir y actuar de la opinión pública conlleva irremediablemente al fracaso. No son un procedimiento sin análisis previo; son mas bien un complejo sistema de diagnósticos previos para una adecuada planificación de las políticas que la organización decida adoptar y ejecutar. No considerar esto sería querer entrar a una piscina sin saber nadar. Las relaciones públicas no son el sustituto de una buena administración en tiempo de crisis, donde supuestamente el que debe dar la cara es el responsable del área; muchos creen que son el “curalotodo” de enfermedades de la organización, nada más lejos de la verdad.

A fin de entender mejor esta situación por la que atraviesan a diario los responsables de comunicación, apelamos a los escritos del catedrático y ex diplomático argentino, Fernando Fernández Escalante (1), quien hace un excelente resumen en la tarea de los que no son las relaciones públicas, área que trabaja con la comunicación institucional. No son un simple medio de información para la prensa, el ámbito de las relaciones públicas abarca las relaciones con sus públicos, tanto a nivel interno como externo; un buen relacionista público es el que tiene la capacidad de administrar la comunicación de la empresa, hacia adentro y hacia afuera. Las relaciones públicas constituyen la gestión de la comunicación empresarial e institucional, cuya finalidad es hacer coincidir los intereses públicos con los privados en el marco de la responsabilidad social empresarial. Hacer relaciones públicas no significa ser una persona agradable que participe de banquetes, cocteles e inauguraciones; crear oficinas de relaciones públicas, no es sinónimo de crecimiento empresarial si es que no se entiende el verdadero sentido de esta dirección. Seamos cautos y aprovechemos de los asesores en relaciones con los públicos, que es el nombre que debiéramos tener quienes nos dedicamos a este maravilloso mundo. Y estoy seguro que las organizaciones podrán posicionarse en la mente de la opinión pública como las mejores. Una cosa es lo que las organizaciones creen ser y otra muy diferente es lo que la opinión pública sabe que son, porque así las perciben.

Algunas direcciones de comunicación, son conocidas como un curalotodo de enfermedades de la organización porque ahí convergen las informaciones sin embargo, esa información, requiere la colaboración de toda la institución o empresa, y finalmente, no es una actividad dirigida por ejecutivos sin verdadera autoridad. Debemos ser optimistas, si bien en algunas empresas o instituciones, los comunicadores aun están en la lucha por obtener una oficina o una denominación, en otras cada vez tienen más valor, fruto del esfuerzo y perseverancia.

1. Fernández Escalante, Fernando. Ciencias de la Información y Relaciones Públicas. Editorial Macchi. Argentina.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *