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Ocho de marzo. Millones de mensajes relativos a esta conmemoración van y vienen, se replican, se copian y comentan. Los titulares de todos los diarios del mundo informan el acontecimiento. La mayoría de las personas probablemente no vincula el día con la historia, la efeméride con su fuente, pero viene bien. Las fiestas siempre son bienvenidas. ¿No es fiesta?

Para muchas, es una bandera militante, activa, de tomarse las calles y hacer prevalecer los derechos a través de la lucha; para las memoriosas, un día para reivindicar a cientos de mujeres que dieron su vida para que el lugar de la mujer en la sociedad fuese simplemente más digno; para otras, un motivo para celebrar la feminidad y sus vínculos con el universo. Ocurren muchas cosas en un día como hoy, como todos los días, pero además ocurre que se tematiza en el calendario un hecho… ¿para qué? Es un reconocimiento a una carencia…pienso.

Y se me ocurre extender estas letras. Podría citar a tantas otras que abrieron brechas en el discurso hegemónico y conquistaron espacios del lenguaje mostrando realidades y universos que antes eran invisibles, y que iluminaron tan brillantemente la senda de la conquista personal y el derecho a ser que han seguido millones de mujeres hasta el presente. ¡Hay tanto camino andado! Aquí mismo, en mi biblioteca la primera edición de “Feminismo en Chile”, de Amanda Labarca, pero al mismo tiempo los textos de Gabriela Mistral, que fue tan elocuente respecto a su participación en el Memch; Marta Brunet de quien la crítica decía que se expresaba de manera directa y dura, como un hombre. La Bombal y su apertura a otras realidades que se pueden palpar, como Olga Orozco, como Clarice Lispector, la inventora de la lengua mujer. En Pedro Lemebel y sus “otras” mujeres. Y se me vienen a la memoria las pinturas de la Roser Bru y el rostro de mi amiga Myrna Troncoso, que estará en la calle a esta hora con su pancarta por los derechos de la mujer y en memoria de las mujeres asesinadas en dictadura, junto a muchas otras con la que también marché. Y el texto de Mariluz Soto, replicado hoy en facebook, “Mujeres de Vuelo Multicolor”.

En esta conmemoración están presentes las de antes, que hicieron posibles a las de ahora; y las de ahora, que hacen cada día posible a las que vendrán. Y pienso que heroínas, somos todas, porque enfrentamos un mundo complejo; hacedoras, también, porque damos vida a tanta cosa; geishas, porque procuramos que el amor se traduzca en actos que acaricien; magas, porque nos esforzamos por ver más allá; diosas, porque lo que somos no puede provenir de una unidad masculina, unisexuada. Sería una contradicción. Y heredamos desde el inicio la voluntad de ser manifestación femenina en el mundo. Pitonisas, porque nuestro instinto sabe cómo y hacia dónde.

No lo somos en la misma medida, porque utilizamos distintas herramientas y formas de estar en el mundo, y tomamos más o menos conciencia de nosotras mismas.

De modo que con estas letras, quiero conmemorar en el abstracto universal MUJER, a la conciencia de nosotras y de lo que nos rodea en amorosos círculos, que van desde nuestra existencia abrazando el entorno, conciencia de que el “femenino” no nos pertenece, que también debe ser compartido con generosidad, para que otros puedan conocer nuestra experiencia. Conciencia de que conmemorarnos a cada hora del día, para celebrar en nosotras la vida, es una herramienta de transformación, mucha más eficaz que una bomba. Conciencia de que la voluntad de darnos un lugar en el mundo estuvo en el corazón de cientos de mujeres, antes de estar en sus obras. Y que actuaron con un sentido de justicia, cometiendo también errores, posiblemente.Conciencia de que las clasificaciones también nos dividen; de alguna forma, son fronteras. Muchas veces en la historia por la lucha de los derechos de la mujer, se han enarbolado banderas separatistas. A veces, fue necesario luchar, y también morir. En homenaje a las luchas laborales de las mujeres, nació este día para la ONU, aunque la fecha coincide con la marcha de las mujeres sobre Moscú, demandando paz y pan. Conciencia de que el “poder” no está ausente en las luchas sociales y de que ese “poder” puede ser el peor enemigo “patriarcal”, que tampoco les pertenece a los hombres de manera absoluta.

Conciencia de que el hábito no hace al monje, finalmente. Que las políticas sociales no son suficientes ni a veces tampoco necesarias, si hacemos prevalecer el respeto amoroso, unas y unos con l@s dem@s. Que la igualdad no proviene de la ley, sino de la voluntad de incluirnos. Conciencia de que no debemos dejarle a otras el trabajo, ni pasar con indiferencia al lado de la comunidad que nos llama a ocupar nuestro lugar en el mundo, con responsabilidad hacia nosotras mismas, y hasta donde el sol se pierde en el horizonte.

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