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Hace tres años escribí en Sitiocero sobre la diversidad de formas de conmemorar el día Internacional de la mujer y de los muchos pendientes. Hoy esos pendientes me duelen más.

Soy de las que creo que las mujeres somos simplemente poderosas. Quizás por eso el mundo patriarcal se esmera tanto tratar de controlarnos. Por supuesto, no lo logra. Pero como se desespera, llega a sus expresiones más bárbaras y violentas.

El título de la canción era algo así como vivir en una sociedad basada en la convivencia respetuosa entre hombres y mujeres seres de amor por naturaleza. La melodía era hermosa y remarcaba que cada uno y como comunidad podíamos ejercer nuestro derecho a ser feliz de manera digna y ética. Pero cortaron la luz, silenciaron la orquesta y rompieron el escenario.

Siete veces solo en estas semanas de marzo, mientras conmemorábamos el día Internacional de la mujer, quedó todo roto, en silencio y a oscuras.

El 10 de marzo a Nancy Donatila Arenas Astudillo (60 años) la asesinó su esposo. Fernando Octavio Gómez Muñoz, de 62 años, usó un arma de fuego y luego se suicidó.

El 9 de marzo se comprobó Juliana Andrea Acevedo (21 años) de nacionalidad colombiana, fue asesinada y descuartizada por su conviviente. Edwin Mauricio Vásquez Ortiz (25 años), arrojó los restos de su pareja al río Mapocho para intentar ocultar el crimen.

El 8 de marzo a Amelia del Carmen García correa (47 años) la asesinó su esposo. Juan Humberto Cornejo González (49 años) usó un arma blanca el mismo día que ella había puesto una denuncia contra violencia familiar.

El 8 de marzo a Nelly Leighton Salazar (45 años) la asesinó su pareja José Arriagada Baeza (49 años), quien luego se suicidó.

El 7 de marzo a Magali del Carmen Carriel Garrido (63 años) la asesinó su esposo. Carlos Delgado Delgado (69 años) usó un arma blanca y no le importaron las denuncias previas por violencia o que ella estuviera postrada producto de un accidente vascular.

El 5 de marzo a Silvana del Carmen Sepúlveda Durán (41 años) la asesinó su conviviente. Francisco Marchant Marchant, (64 años) luego se suicidó.

El 3 de marzo a Karen Wilson (31 años) la estranguló su cónyuge, Ricardo Huerta.

Las identifico por su nombre, porque no son cifras sino personas. Mujeres que eran parte de familias, que tenían amigos, que compartían con vecinos y colegas de trabajo, muchas tenían hijos, pero que ya no están. No era chiste cuando la comediante Natalia Valdebenito le dedicó la gaviota de oro a “todas las mujeres de nuestro país que no lo están pasando bien y que sufren día a día” (ver minuto 16) Es que está muy lejos de ser gracioso constatar que el femicidio, la forma más extrema de violencia contra las mujeres, tiene expresiones cotidianas en Chile y que cada año mueren cerca de 40 mujeres por esta causa.

Pero la transversalización de género en las políticas públicas son procesos lentos y aún más lentos son los cambios culturales que nos permiten observar las transformaciones en el cotidiano. Son muchos los esfuerzos que intentan generar cambios: la nueva campaña del MINEDUC que promueve que hombres y mujeres elijan sin estereotipos las carreras que quieren estudiar #EduquemosConIgualdad, la Guía Ilustrada para una Comunicación sin Estereotipos de Género que recientemente publicó SERNAM y del material que hace algunos años hicimos desde UNESCO para hacer periodismo no sexista, entre muchos otros.

Pero todavía es insuficiente. Los cambios parecen demasiado lentos y cada nueva muerte duele más que las anteriores. En este contexto, resulta inaceptable que muchos medios de comunicación aparezcan como cómplices del statu quo. “El amor y los celos la mataron” dice un titular que repite una fórmula añeja de periodismo mediocre y peligroso que justifica lo injustificable. No nos perdamos ni un segundo, detrás de la violencia machista nunca hay amor.

Hoy tengo que hablar de muerte para reforzar la vida y del horror para que nos reconectemos con el amor…. “Ayer me mataron”, se titula la carta viral escrita por Guadalupe Acosta, estudiante de Ciencias de la Comunicación a propósito del asesinato de dos viajeras argentinas en Ecuador a finales de febrero. ¡Por favor! Marina Menegazzo (22 años) y María José Coni (21) no fueron muertas por viajar solas, fuimos nosotros como sociedad las que las abandonamos.

“…Pero al ser mujer, se minimiza. Se vuelve menos grave, porque claro, yo me lo busqué. Haciendo lo que yo quería encontré mi merecido por no ser sumisa, por no querer quedarme en mi casa, por invertir mi propio dinero en mis sueños. Por eso y mucho más, me condenaron.

Y me apené, porque yo ya no estoy acá. Pero vos si estas. Y sos mujer. Y tenes que bancarte que te sigan restregando el mismo discurso de “hacerte respetar”, de que es tu culpa que te griten que te quieran tocar/lamer/ chupar alguno de tus genitales en la calle por llevar un short con 40 grados de calor, de que vos si viajas sola sos una “loca” y muy seguramente si te paso algo, si pisotearon tus derechos, vos te lo buscaste”.

Curioso entramado social, espantosas complicidades que siguen sumando víctimas y que sólo por el hecho de ser mujeres alguien cree que eres de su propiedad. Pero es precisamente en este entramado donde debe nacer el cambio. Dado que las personas somos parte de una maravillosa red humana interdependiente, lo que afecta a una también afecta a la otra (es más amplio pero la influencia del aleteo de una mariposa será para otra vez). Cuando la oprimida es deshumanizada, el opresor también pierde su pertenencia a la humanidad.

Por eso el feminismo trata de buscar un cambio en la situación de subordinación de las mujeres pero revisando todas las estructuras de poder, ahí también está la posibilidad para liberar a los hombres. Todas las formas de discriminación y opresión son igualmente negativas; descansan las unas en las otras y se nutren mutuamente. El gran estandarte es sencillamente la riqueza de que todos valemos como seres humanos, igualmente diferentes e igualmente semejantes. De fondo, lo que necesitamos construir es un proyecto de convivencia para promover la realización personal y colectiva de quienes hacen parte de esta gran comunidad.

Como suele ocurrir con los péndulos, necesitamos ir hacia el otro lado. Debemos salir de los referentes únicos instalados por el patriarcado y dejar al descubierto cómo el hombre y lo masculino están detrás de la mayoría de las explicaciones de la realidad en detrimento de las mujeres y de los valores asociados con lo femenino. Pero el tránsito no es para llegar a otro modelo de realidad única y totalitaria, sino para permitirnos crecer desde la multiplicidad, la diversidad y la valoración de los otros distintos.

Para cerrar, dos situaciones para hacer bailar el péndulo y construir desde otros lados ese mundo en el que queremos vivir.

La primera es una corrida por las mujeres organizada por la Municipalidad de Lo Barnechea en que participamos con mis hijas. Bien por promover el deporte pero pésimo porque ninguno de los anfitriones dijo algo sobre el significado del día de la mujer, tampoco la palabra “derechos” fue invitada ese día. Peor aún, silencioso y queriendo aparecer como un regalo inocuo, el kit de las corredoras traía básicamente cosméticos y productos de limpieza para el hogar.

La segunda, desde el 7 de marzo, la antigua calle del centro de Santiago, “Almirante Lorenzo Gotuzzo”, cambió de nombre. Ahora la señalética dice: “Profesora Amanda Labarca”. La gran defensora de los derechos civiles y políticos de las mujeres logra un poco de justicia para cientos de mujeres que pasan invisibles en nuestra historia.

Cuidado, las mujeres somos “peligrosas”.

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7 Comentarios sobre “El “peligro” de ser mujer

  1. gracias victoria .. tan aguda en las lecturas de lo que no se ve…pero se sabe..se siente.. tan recurrente, que pasa inadvertido…las infinitas máscaras del absurdo…que nos deshumanizan, que nos duelen y dividen..y sin darnos cuenta le damos espacio a la división..ya sea, de género, de partido, de clase social, de país…de mundo.
    Amarnos….suena lejano…crucificamos al último que nos trajo aquel mensaje.

  2. Hola Tonya: quiero creer que también cada vez más visible, con políticas públicas que avanzan en pos de cambios culturales profundos y con muchos miles de cambios en los espacios personales de cada una. Gracias por tu comentario!

  3. Queda mucho por hacer hablar de derechos es algo peligroso realmente , tenemos que seguir luchando mostrándole al mundo que en el fondo no somos personas 100% somos subalternas y estamos con ganas de dejar de serlo. Por mis abuelas por mis hijas y por mi misma…

    1. Hola Andrea: siempre me ha motivado sentir que es una lucha de much@s y que esa es su fuerza. Abuelas, madres e hijas como dices y tb vecinas, colegas de trabajo, los del club de tu equipo favorito, etc. Feminismo como estilo de vida por un mundo mejor para todos. Gracias x tu comentario.

  4. ¡Cómo si no lo supieran! por eso se mata a mujeres desde tiempos…desde el inicio. Peligrosas suena demasiado calculado, como para asustar. Siendo verdad que seamos peligrosas, entre otros, si se dice mucho aumenta el pánico en ellos y creen que se defienden o hacen desaparecer lo que les domina y cuánta cosa más que pase por sus cabezas asesinas. Buena prosa, agradable de leer.

    1. Cgloria: Cierto! Lo saben por eso hay tanto que les molesta, que no entienden. Parte del poder es que “causamos daño” a su statu quo….gracias por tu comentario

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