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El primer paso para superar cualquier condición de crisis es conocer que existe, el diagnóstico sobre los residuos socio-ambientales de la economía basada en el extractivismo ha sido ampliamente estudiada (me remito a MaxNeef por si alguien desea leer sobre el tema de las economías a escala humana). Los análisis desarrollados desde las ciencias humanas y sociales ya están bastante consolidados en su fase diagnóstica, por lo tanto el siguiente paso (aunque tardío pues lo más eficiente siempre es pronosticar y prevenir) será la acción sobre un escenario territorial agotado por el extractivismo salmonero y forestal en el caso de la zona sur austral de Chile.

La industria del salmón generó en el tejido cultural una grave degradación de oficios destinados a manufacturar los recursos naturales bajo premisas de sustentabilidad. Tanto en la producción del propio alimento a través de una culinaria de mar y tierra, como en la manufactura de piezas de uso doméstico, herramientas y soluciones habitacionales aptas para las condiciones de rigor climático y de escasa accesibilidad; en tal cultura de vivir en mutua dependencia con la biomasa y la fauna del territorio el extractivismo y los monocultivos alimentarios han herido la compleja trama de economías locales forjadas por siglos de experiencia.

Se pasa por alto en el discurso de economistas los conceptos asociados a las culturas, en su acepción más denotativa: la de la producción de objetos y nuevos recursos para la supervivencia del ser humano en el territorio que habita.

Tras la fiebre del salmón, que ya cuenta su segunda recaída, es importante que los responsables de los organismos gubernamentales del ámbito productivo y educativo “pongan oreja” a quienes mantienen contacto directo con el potencial cultural de los territorios regionales. Desde el ámbito de la arquitectura, el diseño, la cocina, la música y la fabricación de instrumentos musicales se conocen el potencial que resguardan algunos creadores vernáculos, muchos de ellos de avanzada edad. Así también los hablantes del Ce Sugún que se cuentan con los dedos de una mano, que continúan esperando la inversión del estado en la conservación y desarrollo de las lenguas indígenas.

En resumen, a grandes problemas culturales grandes soluciones creativas. La región ya enfrentó en años anteriores una crisis derivada del salmón usando instrumentos de inversión local como los FRIL. En esta ocasión me atrevo a decir que se requiere invertir en educación de adultos. Una población significativa de trabajadores, con familias dependientes de ellos y otras familias dependientes de los servicios asociados a la salmonicultura, debe reconvertirse. El salmón no es sustentable, no bajo una conducta empresarial probadamente irresponsable socialmente, que ha entendido la sigla RSE con Riqueza Subsidiada por el Estado. Así también los monocultivos forestales solo retrocederán si existe inversión para generar innovación más desarrollo a partir de la premisa de usar los recursos del bosque en una modalidad no madereable en gran escala.

El Consejo de la Cultura y las Artes ha realizado tímidos gestos destinados a resaltar a los Carpinteros de Ribera, sin embargo el desafío de la adversidad laboral requiere que se articulen varios organismos gubernamentales, lo que forma parte de sus tareas para este año a través de la articulación de sus áreas de educación artística, patrimonio, pueblos originarios y fomento a la creación y las industrias culturales. Tarea política de alto nivel, que recompensará a quienes aúnen sus fuerzas, pues habrán probado que es posible superar la queja y el diagnóstico para tomar el rumbo de la acción sostenida: una tarea de largo aliento. Y en esta pasada se verá, además, qué tipo de alcaldes merecen repetición o reemplazo, los que solo entregan el pescado o los que también enseñan a pescar.

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