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La esquizofrenia es definida como una enfermedad mental que altera la capacidad de las personas para percibir en forma correcta la realidad, lo que lleva a comportamientos considerados como anormales por los demás, pero que se explican como consecuencia de esa forma de percibir el entorno.

Cuando los actores políticos sufren una desconexión de las opiniones, necesidades y sentimientos de sus representantes, se puede hablar de una esquizofrenia política y es eso precisamente lo que observamos cuando destacadas figuras manifiestan no comprender las reacciones de la gente a sus actos.

Ya a comienzos de la transición a la democracia vivida en el país, la diputada del Partido Humanista Laura Rodríguez se quejó que la clase política estaba afectada por lo que llamó el “virus de altura”, concepto con el que graficó el distanciamiento entre los gobernantes y la gente común, cuestión que se desechó rápidamente como una rabieta por no conseguir que sus posiciones fueran atendidas.

Es el viejo problema entre lo real y lo ideal, pero también es síntoma de la brecha que se abre entre quienes tienen el poder y quienes no lo tienen.   Para la sicología humana es relativamente sencillo distraerse con los privilegios y suponer que las personas se encuentran en las mismas condiciones de bienestar que uno porque los que se han visto favorecidos por el poder se encuentran rodeados de personas que disfrutan de los mismos privilegios y de quienes que, sin tenerlos, les dicen todo el tiempo que son brillantes y que lo están haciendo bien,

Este progresivo distanciamiento de la realidad se produce también cuando “descienden” a terreno y los reciben las personas comunes debidamente aleccionadas y seleccionadas, con las mismas palabras de apoyo, en el contexto de un cuidadoso diseño preparado especialmente para protegerlos.

Es especialmente difícil romper ese anillo de seguridad y adulación para darse cuenta de verdad que la gente común no está siempre conforme con la gestión de los políticos, que muchas veces irritan sus privilegios y que en muchas ocasiones simplemente no se entiende lo que tratan de decir, lo que hacen y sus discusiones.

Cuando la gente delega el poder en sus autoridades lo hace pensando que de verdad se trata de personas como uno, pero luego el mismo poder desenvuelve sus mecanismos de alienación (estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad, según el diccionario) y termina aislando al gobernante de los gobernados.   La diferencia con la esquizofrenia es que en el caso de la política el remedio depende de que los propios políticos renuncien a la sonrisa fácil y al trato de estrellas para empatizar con el otro en su condición de ser humano, en lugar de tratarlo como un posible voto o una estadística.

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2 Comentarios sobre “Esquizofrenia en la política

  1. muy lindo articulo, acabo de compartir en FB un articulo en Italiano que habla de la psicosis de los gobernantes. y de la tragedia de Nizza. este articulo hace un analisis en un modo simple y profundo, en un lenguaje que puede ser entendido perfectamente sin caer en intelectualismos, que aqui en Europa, es un garron. Pido disculpas por mi teclado, en Italiano, no tengo el castellano en la eleccion de mi pc.

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