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Cuando surgió Internet, resultaba inevitable asumir que se iniciaría un proceso de democratización de la información que permitiría a todos los que tuvieran un grado mínimo de manejo de la nueva tecnología la creación de nuevos medios periodísticos, al tiempo que los periódicos tradicionales tendrían que esforzarse por enfrentar esta nueva forma de competencia.

Sin embargo, ya transcurrido un tiempo de este fenómeno se ha podido constatar que los nuevos medios digitales se han caracterizado por utilizar su poder de comunicación para servir causas particulares y que los medios tradicionales no han sido creativos, en parte porque en el proceso no siempre intervienen periodistas y en parte porque las recientes generaciones de periodistas no cuentan con la formación profesional y ética adecuadas,

El resultado es que la información se ha pervertido, dando paso a un periodismo de trincheras muy similar a los tiempos de mayor ideologización del país, lo que contribuye a una percepción de decadencia cultural y social a la que cuesta hacerle frente.

En estos momentos, prensa seria y militante se enfrentan a una crítica que, en definitiva, se basa en los propios prejuicios del público.  En resumen, si un medio publica algo que no me gusta es un periódico panfletario, insolente, subversivo y los que difunden la información del modo que a uno le gusta sí son serios, responsables, profesionales, y la verdad es que un periódico que no merece el respeto de sus detractores no garantiza seriedad, que es lo mínimo que se puede pedir a la información.

No hay tampoco instancias moralmente autorizadas para determinar lo que es recto y lo que es abusivo, porque al final cada cual observa los hechos desde su propia perspectiva.   A hechos concretos y objetivos se les suma una interpretación que permite hacer sugerencias, suposiciones y deducciones que convierten la información pura en una mentira y, lo que es peor, una mentira utilitaria a los propósitos particulares de cada cual.

No es conveniente ser inocente y suponer que alguna vez ello fue distinto.  Lo diferente es que ahora lo puede hacer cualquiera provisto de un computador.   Pero si la democratización es para empeorar las comunicaciones, no parece valer la pena.

Hay que distinguir entre el derecho de expresión que le corresponde a todos con la información, que es una actividad que sólo debería ser ejercida por profesionales y ajena a cualquier interés que no sea una comunicación veraz y fidedigna.

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