Compartir

Este 5 de septiembre se conmemora  el día internacional de la mujer indígena. En otras palabras, otro aniversario de la muerte de la líder aymara Bartolina Sisa. Para las mujeres indígenas es un día. Solo un día en que los ojos  o más bien, las miradas de reojo se posan sobre ellas. En verdad, se posan sobre la folclórica imagen que se ha formado  el blanco acerca de ellas, su forma de hablar. Si tan solo ese día se ocuparan de ir más allá de sí mismos y trararan de comprender qué hay detrás de cada mujer indígena. Si tan solo ese día se interesaran en conocer la historia de los pueblos originarios y sobre todo, la historia de Bartolina, que representa la historia de Tomasa Condemaita, Micaela Bastidas y decenas de otras mujeres asesinadas por defender su pueblo, la permanencia de su pueblo. Acostumbradas a liderar en sus comunidades, las mujeres aymaras tomaban decisiones, daban órdenes,  dirigían ejércitos. No detrás de los hombres. Igual o adelante. No estaban confinadas a la iglesia ni a la contemplación. Todo cambio.

Y ellas, que no llegaron en un barco huyendo de guerras europeas, ellas a las que nadie dio ni una bienvenida. Ellas a las que descuartizaron como castigo, después de asesinarlas a golpes. Ellas, callan. ¿Que nos queda después de la tortura permanente? Los sinónimos de india no son felices. Sonríen. Esperan el retorno del Pachakuti.

 

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *