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Sumida en la alegría de estar a horas de conocer a Susana Bloch busco la forma de compartir lo que siento, irradiar, ampliar y crear más conversaciones sobre la maravillosa experiencia de distinguir las emociones.

Sonrisas en el rostro y el corazón, todo mi cuerpo está atento y expectante por el sonido de la conversación que viene. Han sido años de reflexión sobre las emociones, desde que conocí la Fundación de la Comunicología, los inconstantes intentos por hacer de la felicidad un movimiento, la observación y aplicación permanente en los proyectos que trabajé junto a Mauricio Tolosa, las distinciones y precisiones en el Diplomado y la Certificación de Comunicología, mis lecturas, textos y el trabajo que realizo actualmente, todo con una componente esencial emocional, todo siempre inspirado en lo que he leído y conocido de Susana Bloch a distancia. Este momento sólo puede ser un privilegio y honor.

Recuerdo que la primera vez que leí un libro de Susana Bloch mi mundo se agitó, amplió y embelleció. En ese momento me propuse distinguir emociones, reconocerlas y buscar la forma de provocarlas. Como diseñadora, comencé a observar las emociones que se detonan con las gráficas y cómo el entorno es un dialogo permanente con los soportes que creamos. Me gusta observar las instancias de creación en las que siempre el entusiasmo y alegría permiten que se conciba una idea o proyecto.

Emociones compartidas: emosocial

Hace algún tiempo, y motivada por lo aprendido de Susana Bloch a través del Diplomado y Certificación de Comunicología, comencé a definir un concepto que me ayudaba a distinguir lo que sucedía cuando varias personas reunidas por objetivos comunes vivían una experiencia única. Esos momentos que se anclan en nuestra memoria y que quizás hasta generan una nueva sinapsis en nuestro cerebro.

Las primeras veces, traté de descifrar que es lo que se sentía al caminar en una de las marchas estudiantiles del 2011, una mezcla de alegría, amor, ilusión, esperanza que se sentía individualmente pero que era ocasionado por el ambiente, por la sonrisa cómplice de la persona que caminaba al lado, por los colores de los vestuarios de los bailarines, por los tambores de la batucada que iba una cuadra más adelante, por los remolinos de colores en las bicicletas, por tantas escenas que juntas creaban una emoción colectiva.

También cuando he participado de conversaciones sobre alguna tema en particular, lo que se genera en ese espacio es único y depende mucho de las personas que asisten. Cada uno con sus experiencias anteriores y con las más recientes aportan mediante las palabras y los gestos a la definición de la emoción que se vivirá en ese momento específico. Teniendo la capacidad de distinguir emociones, se puede contribuir a generar experiencias más amables y memorables, que complementen lo que cada uno aporta desde su conocimiento, ánimo y experiencia.

Emosocial es por lo tanto esas emociones que se detonan al estar en compañía de otros, que se despliegan producto de la interacción con otros y que incorporan el contexto en el cual se está inmerso en ese momento. Es un concepto que con mucho cariño comparto y que aunque aun está en desarrollo tiene como inspiración lo aprendido de los textos de Susana Bloch.

Con un suspiro largo, agradezco esta oportunidad, de compartir y conversar porque el mundo es más bello cuando tenemos la posibilidad de agradecer y demostrar la admiración por quienes han inspirado nuestras vidas.

 

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La foto es el momento en que leí este mismo texto a Susana Bloch.

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