Uno de los temas más comentados en el Congreso del Futuro 2017, que recién concluye, ha sido el reconocimiento por parte del mundo científico, de la relación entre la alteración del “microbioma” es decir el conjunto de bacterias presente en el sistema digestivo, con la aparición de enfermedades cuyo origen hasta ahora se situaba en el cerebro, por ejemplo.
Cada organismo tiene su propio conjunto de bacterias y éstas están en equilibrio cuando tenemos buena salud, pero éste se altera con situaciones de estrés, el contacto con elementos tóxicos y una alimentación poco saludable, basada en no alimentos. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que consumimos elementos comestibles que no son alimento. La comida chatarra. Se come. Sí. La mayoría come feliz empanadas fritas, papas fritas, hamburguesas de quien sabe qué cosa, pero no son alimento.
Lo mismo sucede con los pasteles, con crema y mucha azúcar refinada. Y la amplia gama de pelotitas de cereales con formas y colores. Se comen, pero no alimentan. Creo que la medicina en Chile está bastante atrasada. Por una parte, no hace eco al mismo tiempo que las investigaciones que llevan a científicos extranjeros a decirnos lo mismo que decían nuestros abuelos. Para el conocimiento popular: “Somos lo que comemos” o “lo que tomamos”. O “la belleza entra por la boca” o “enfermo que come no muere”. Si es la sabiduría popular. Simple. Come sano para vivir sano.
Pero animados por Pasteur hace más de doscientos años, surgieron los laboratorios donde se comenzaron a crear los medicamentos. Los laboratorios son impenetrables. Usted no sabe que están buscando un compuesto para atacar la alergia y que no les resulta, pero si funciona en casos de insomnio. Esa es la ciencia. LA CASUALIDAD. Esa casualidad en la década de los 60 fue la talidomida, cuyos efectos horrendos ya conocemos.
Los laboratorios se han hecho cargo de nuestros cuerpos, la salud y la enfermedad. Nadie se atreve a cuestionar lo que diga la ciencia médica. Pero se ha establecido un puente y ellos, los científicos nos están diciendo que estaban equivocados con enfermedades como el parkinson y que su origen no está en el cerebro sino en el microbioma de nuestros intestinos. Por esta razón cuenta lo que ingerimos o no ingerimos. Pero cada uno debe hacerse cargo. ¿Por qué?
Solo al afectado le preocupa realmente su salud. Por el bienestar económico de la industria farmacéutica y todo lo relacionado, ojalá las enfermedades no tuvieran cura y usted dependiera toda la vida de sus productos.
¿Quiere más datos? La canasta del tan elogiado plan AUGE incluye medicamentos que están cuestionados en Estados Unidos por ejemplo. Me refiero a la Risperidona (compuesto de medicamentos como Risperdal, Ryspil, Spiron) recetada en casos de esquizofrenia, depresión con psicosis y el tratamiento de la dependencia de alcohol y drogas. Fuera del Plan Auge, este medicamento es recetado para casos de autismo a niños y adolescentes. En Estados Unidos acumulan miles de demandas en los últimos 20 años, con millones de dólares que las farmacéuticas han debido desembolsar para llegar a acuerdos. ¿Las razones? Los efectos secundarios que este compuesto produce. La aparición de mamas en niños y adolescentes y en adultos está asociado a la diabetes tipo 2 y a trastornos del movimiento.
Otro medicamento recetado en Chile y cuestionado en los Estados Unidos, con miles de demandas también por los efectos secundarios, por usos no aprobados y por ocultamiento de información es la quetiapina, recetada en Chile para el tratamiento de la esquizofrenia y la bipolaridad, pero además se receta para casos de insomnio. Maravillosa la quetiapina, casi mentolato. Entre los efectos adversos se encuentra el aumento de peso, hiperglucemia y diabetes.
Como dice Garrik: “Asi no me curo” El doctor no nos dirá que dejemos de comer chatarra y de tomar bebidas cola. Hagámonos cargo nosotros mismos. Hagámonos cargo, reconociendo las propiedades de las plantas, hierbas y de frutas y verduras. Dejando de lado los alimentos refinados como harina y azúcar. En serio, hágase cargo de su salud. La medicina no sabe para dónde va, está llena de casualidades y al final nos dice lo que decían nuestros abuelos.
Super interesante, Verónica.