Lo más probable es que Francisca Linconao muera. Es un hecho cada vez más cierto, producto de las duras consecuencias de su huelga de hambre que la tienen con cuadros de salud física y mental absolutamente deteriorados. Pero el deterioro es un hecho consumado de un símbolo: los cientos de años de opresión del Estado de Chile a sus pueblos originarios.
Ustedes me dirán que Linconao es criminal, que está siendo juzgada, por otro horrible crimen que fue el de los Luchsinger-Mackay. Pero paremos ahí. Linconao fue absuelta hace tres años de este caso, se le indemnizó y todas las pruebas indican que es inocente. Entonces nos damos cuenta que es el hecho consumado en toda su gloria que se manifiesta: todo el aparato judicial volcado sobre la figura no sólo de una mujer, no sólo de una mapuche, sino además de una líder religiosa y cultural de su pueblo.
No ha bastado con que viniera la infamia hispana para despojar de su desnudez y hábitos de vida, para imponerles la pesada culpa cristiana con toda su simiente de penitencia. No ha sido suficiente la república blanca que arrolló los bosques y campos para instalar sus latifundios. No ha sido suficiente la oleada migratoria europea que los redujo a la vergüenza territorial. No ha bastado, con este Estado constructor de promesas, firmador de convenios y nuevos tratos, pero con la represión policial por la espalda.
Ahora le falta asesinar con el silencio la desnutrida alma de la Machi, de cercenar con la infamia a una líder de los últimos vestigios de la religión y cosmovisión mapuche, aunque sea el Biobío, el río azul de los ancestros, capaz de detenerse, aunque los bosques se tuerzan para manifestarse, aunque Trentren Vilu se retuerza de dolor.
Deben matar a una Machi. Creo que lo hacen a propósito, no por ignorantes. Lo hacen para demostrar que no les importa que una líder religiosa de un pueblo originario desaparezca, porque esto es confirmación que la garra del inmenso Estado es superior moral y racionalmente a cualquier intento por revivir a los ancestros de nuestra tierra. Porque quieren decirnos que siempre ganará las lógicas del poder que responden a las lógicas del mercado y la explotación. Para ellos, he ahí, su triunfo. Están equivocados. Porque este es el impulso para decirle a Francisca Linconao que pervivirá la lucha total y reafirmar que en el nacimiento de la luz: “¡marichiweu! ¡marichiweu! ¡diez veces venceremos!”.