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Un monje camina en el jardín. Sus pies tocan el suelo suavemente. Aunque calza sandalias siente como aplasta las gotas de rocío a su paso. Siente que interrumpe un flujo sagrado. Decide que al día siguiente saldrá más tarde, cuando la tierra y la hierba ya hayan absorbido el agua. Su mirada no se detiene ni se enfoca, todo el jardín entra por sus ojos, y también el cielo. La brisa y las aves que no ve llegan a sus oídos. Está ahí. Presente. Unido. El monje y el jardín surgen juntos en la mente del monje.

En el cerebro del monje se activan diferentes conjuntos de neuronas. Unos estimulados por los diferentes retazos de jardín que van descubriendo sus sentidos, otros activados desde las zonas de la memoria, del lenguaje, de las palabras, de las emociones, incluso desde la conciencia de sí mismo y del mundo. En una gran danza, como aquella cósmica de las galaxias en el universo, las configuraciones neuronales crean, al unísono, el mundo interior y exterior del caminante.

Para el monje, el jardín surge desde su experiencia presente pero también desde su pasado, desde sus paseos por otros jardines, desde las conversaciones, libros y filmes sobre jardines y paseos. A veces el pasado crea una trama que obstruye la emergencia del jardín y del monje presentes; no logran surgir, ahogados por las memorias, las historias y todos los lenguajes que constituyen al monje. El jardín de la experiencia directa no alcanza a dibujarse tras el velo del jardín bello, aterrador o simétrico que existe previamente en el cerebro del monje.

Esa posibilidad de separarse de la experiencia directa crea el espacio para que se constituyan el adentro y el afuera, el presente y el pasado, el espacio y el tiempo fuera del aquí y ahora. El lenguaje cristaliza y produce esa separación donde se desarrolla la maravillosa y terrible antropósfera, el mundo humano de acciones y sentidos que nos envuelve, nos incorpora y nos vincula a toda la humanidad. Pero, en otra dimensión, nos separa del jardín, de la tierra, del cielo, de los otros humanos y de nosotros mismos.

Nuevas configuraciones. Angkor Camboya, 2006. Fotografía de Mauricio Tolosa.
Nuevas configuraciones. Angkor Camboya, 2006. Fotografía de Mauricio Tolosa.

 

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4 Comentarios sobre “El monje y el jardín, el lenguaje y la separación.

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