Compartir

Aunque nunca he sufrido,
en carne propia, la pau de arara
siento desgarradas las rodillas y rotas las muñecas.

Aunque nunca he parido un hijo
siento que el sudor, destinado a la frente,
me abre de par en par las piernas hacia el mundo.

Aunque nunca hayan amenazado
con matarme o con inyectarme aire
a la vena, siento que puedo morir en este instante.

Aunque no me han violado,
ni me han introducido palos de escoba
en la boca ni en el ano, lloro de dolor día y noche.

Aunque no me han mordido los pezones,
ni se han dejado caer como zopilotes
sobre la carne fresca de mi pubis;

Aunque no me han aplicado corriente eléctrica,
ni en el glande. ni en las orejas
ni electrodos en la lengua.
me siento gritar congestionado y grito.

Aunque nunca me han abofeteado mirando
un reflector como si tratara de una luna o estrella,
siento puños que me circulan,
manos y uñas que me asedian.

Aunque nunca me han fusilado,
siento correr sobre mi sangre tibia
una fría sangre,
siento caer sobre mi corazón otro corazón.

Entonces, grito.

Grito porque quien no grita es cómplice.
Grito porque quien no grita, encubre.

Y esta parece ser la historia
que deja el odio en el mundo.

(Desclasificando Poemas para Resistir, Santiago de Chile, 1978)

Compartir

4 Comentarios sobre “La Pau de Arara

  1. Te conocí en los duros años. Aunque habia una criatura entre tu mujer y tu alma que aliviada la casa de San Isidro. Me sentí discípulo tuyo, aunque nunca te lo dije. Guardé tu recuerdo medio escondido después, cuando emigré por tantos años. Aunque por decenas de años no supe más de tí, te nombraba como autor de un poema que era de otro pero que tú me contaste como un ejemplo de un hipérbaton de poesía de protesta… casi con efectos especiales para el impacto en el receptor.
    A ver si.lo recuerdas…porque textual.lo.olvidé. Tengo la descripción de la imagen.

Responder a Claude Lacaille Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *