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Termina el año y como es costumbre se hacen los balances de rigor.  En el caso del año político, se hace abstracción que el año empieza en realidad el 11 de marzo, cuando se formalice el cambio de Gobierno.

Lo que corresponde como actitud ante el cambio de período es enfocar la atención y las energías en lo que viene, dejando de lado los análisis de la derrota o triunfo porque ya pasó el momento adecuado para esa reflexión y quien no la hizo simplemente dejó pasar su oportunidad.

El ejercicio de la política es dinámico y cada vez más acelerado, como resulta natural en un mundo que entrega estímulos de forma vertiginosa, y los tiempos para el duelo o la celebración son cada vez más estrechos.

La etapa que se abre en estos días es la de los futuros cuatro años y las responsabilidades de cada sector son claras y conocidas.   Lo que se ha conocido como Centro-Izquierda tiene que reorganizarse para poder competir por el poder porque con las divisiones actuales, sin liderazgos claros e incontrovertibles tiene pocas posibilidades.

Lo que se ha llamado como Centro-Derecha tiene que hacer un gobierno eficiente pero, a la vez, debe consolidarse como pacto político, sin que un partido se imponga a los otros ni aislar a los nacientes movimientos que buscan una renovación del sector, además de definir un perfil doctrinario reconocible y aceptado por los adherentes del nuevo Gobierno.

Esta vez, gracias al mal desempeño de los partidos tradicionales en el nuevo sistema electoral, aparece un tercer bloque, que a diferencia de los movimientos terceristas en otras naciones y épocas, está a la Izquierda de la Centro-Izquierda.   Como novedad, sin duda que tendrá mayor atención pero a la vez de mayores exigencias porque tiene que cumplir con las expectativas que ha generado.

Lo novedoso en esta nueva etapa es que ningún grupo político tiene mayoría en el Parlamento y toman importancia entonces los independientes y la bancada de la Democracia Cristiana, pero lo primero es dar vuelta la página respecto a lo ocurrido hasta las elecciones del 17 de diciembre pasado y comprender que no se trata solamente del cambio de la persona que ocupará el cargo de Presidente de la República por el próximo período sino que, especialmente, hay una modificación en las exigencias ciudadanas respecto de la forma de hacer política, y quienes no lo entiendan de esa forma corren el riesgo de quedarse a la vera del camino mientras los demás captan el apoyo ciudadano.

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