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Dicen que el mundo gira. Dicen que lo que va inevitablemente, viene de regreso. Son los ciclos que vivimos. Los ciclos que nos dicen que es tiempo del “Pachakuti” según las creencias de los indígenas de los andes. Tiempo del equilibrio.

Los ciclos forman parten de las fluctuaciones económicas. Los economistas hablan de ciclos cortos o ciclos largos o los macrociclos dependiendo de la duración y extensión de sus influencias. Los ciclos han estado siempre presentes en la historia de la humanidad. No solo economía. Los vemos en todos los ámbitos del desarrollo y el quehacer humano.

Y será  tiempo del equilibrio. Ya no es posible callar más. Somos testigos de ver como brotan las denuncias sobre agresores y abusadores. Basta de esconder al agresor porque es el pariente o el amigo. Basta de callar porque nos sentimos culpables, porque a todas les pasó o porque tal vez yo lo provoqué. El pobre.

Hace 50 años, en el histórico mayo de 1968, se remeció una primera capa. Como la piedra sobre el agua, las ondas fueron generando movimientos, reflexiones y  cuestionamientos, hasta hoy. ¡Cuántos ojos se abrieron! No era normal. Era una práctica generalizada. “Una  forma de hacer las cosas”. Sí. Les sucedió a otras. Pero no está bien. La energía de la historia acumulada nos traen nuevos y poderosos vientos. ¿Serán suficientes para derribar las columnas sobre las cuales se ha sustentado la sociedad de la desigualdad y la opresión?

Las denuncias por abusos en todos los ámbitos. Al amparo de las universidades también. ¿De qué cultivo del pensamiento hablan si se permite el abuso y el acoso? ¿De qué conocimiento científico se puede jactar una sociedad que vulnera los derechos de la mayoría?

Libertad. Es la palabra necesaria el día de hoy Libertad para el mujerío como le llamaba Mistral, libertad para decir que no. Libertad para caminar libres por el mundo sin tener que cuidarnos del loco de la cámara que graba bajo las faldas o del loco que grita obscenidades. Libertad para ser bonita sin que el loco del parlamento nos etiquete de “rica”. Libertad para trabajar en cualquier área y vestirnos como nos de la gana. Libertad para hacer una escultura delo que se nos ocurra y que no nos obliguen a posar desnudas en la escuela de arte, solo porque al profesor se le ocurre.

La palabra de hoy es libertad para denunciar al opresor. Denunciar al viejo aunque hoy se haya puesto el disfraz de cordero. Un día fue joven y aprovechando su rango, su fuerza y lo que representaba nos invitó a cenar y nunca llegamos al restaurante. Libertad para denunciar  a la vieja, aunque hoy nos de pena. Pero un día calló. Un día estuvo del lado del abusador y no nos  defendió. El que calla es cómplice.

La fuerza de los nuevos vientos hará que se derriben las precarias murallas que ocultan a los violadores, abusadores y sus cómplices. Y nos daremos cuenta, nos daremos cuenta  que somos mayoría y solo nuestra fuerza será capaz de cambiar al mundo. Cambiar el rumbo del mundo.

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4 Comentarios sobre “Otro mayo. El del 2018

  1. Me encantó esa simbología del ciclo desde Mayo del 68 a Mayo del 2018. Aunque quizás el Mayo actual es más pobre como energía cultural, política y creativa, pienso que la denuncia de los abusos sexuales que han imperado en el mundo, es una gran avance, un importante movimiento. Aplausos, Verónica.

    1. Cierto. Tal vez no resulte tan iconográfico como el del 68, pero sin duda responde a una fuerza que ha ido creciendo en el subsuelo. Somos otras mujeres. Tengo fe en este ciclo.

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