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En estos días el Presidente Piñera hizo algo que todos llevaban años pidiendo que se hiciera pero nadie había hecho.   Establecer la imprescriptibilidad de los delitos de índole sexual cometidos contra menores de edad.

Se trata de una modificación legal evidente, después de años que llevamos escuchando historias de niños abusados en su infancia y que no han podido siquiera tocar el tema sin pasar por largos tratamientos de terapia psicológica.

Evidentemente, algunos abogados han cuestionado tibiamente el anuncio presidencial porque saben que no pueden ir contra la opinión predominante de una sociedad hastiada de violaciones y abusos cometidos prácticamente por cualquiera que tenga algún grado de cercanía y autoridad sobre los niños.   Sin duda, sus argumentos desde la doctrina del Derecho son atendibles, pero este es un asunto que interesa a toda la sociedad y es por lo tanto un tema político que se tiene que abordar desde esa perspectiva.

Entonces la pregunta es obvia: ¿Por qué no se tomó esta medida antes si es de sentido común?   ¿Será simplemente por eso que dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos?

La verdad es otra:   Las autoridades se alejan con suma facilidad del sentimiento ciudadano, y si un asunto determinado no aparece en las encuestas simplemente no existe, que es más o menos lo mismo que decir que no vale la pena preocuparse.  La culpa es parcialmente de quien tiene el deber de saber qué piensan las personas, pero también hay una cuota de responsabilidad de estas de no exigir respuestas de quien tiene el poder para cambiar las reglas de convivencia de la sociedad.

También hay una importante dosis de culpa de los medios de comunicación, que al igual que la autoridad, tienen la tendencia a pasar de largo de los problemas y a banalizar los asuntos que preocupan a las personas, como si se tratara de noticias desechables en un plazo de 24 horas, sin profundizar ni investigar en situaciones que, con toda claridad, todos vemos que se repiten con alarmante frecuencia.

Muchas veces enfrentamos lo que ocurre en la sociedad desde las propias perspectivas particulares, evitando reconocer los méritos ajenos, pensando en la mejor manera de sacar provecho, sin pensar en el bien común, y esa es precisamente la raíz del sentido común, la necesidad de todos y no la de unos pocos.  No se trata de gobernar por encuestas, porque, al igual que la prensa, las encuestas están filtradas por quienes las aplican.  Lo que se requiere es abrir la ventana, salir a la calle, escuchar a la gente.

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Alguien comentó sobre “Sentido Común

  1. Quizás es una mezcla de todo, pero también falta un aspecto que ha sido común también en otros países donde se están haciendo denuncias: la gran censura familiar de las víctimas o los miedos a ser perseguidos o a perder trabajos, convertirse en parias. En la mayoría de las familias donde ocurren estos abusos, muchas veces se prefiere que la víctima se quede callada y nadie sepa, para no avergonzar a los miembros de la familia. En empresas, organizaciones o lugares donde se ha dado abuso de poder en forma de sexualidad, siempre ha estado la amenaza de destruir al débil, al que “abre la boca”. Por eso muchas de estas denuncias se han hecho bastantes años después. La tenencia a culpar o acallar a la víctima es mucho más grande de lo que parece. Muchos están dispuestos a reclamar si se trata de otras familias con “el problema”. Muy pocos dan la cara cuando el hecho, ya sea víctima o victimario se encuentra en la propia familia, escuela, universidad o empresa.

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