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Sin esa sensación de conexión, nada sería igual. Al bloquear mis sentidos después de tantos estímulos grises, faltos de vida e incitantes, prefiero dejar de pensar. Entonces están ellos, intachables, dignos y  siempre dispuestos… Atentos al viento para mecer su mensaje a quien pueda recibirlo, estando a la espera de un mundo mejor, en el misterio de un lenguaje aún incomprensible  -las palabras podrían correr peligro de poder verbalizarse aquel misterio-. Contemplando en el silencio, de pie y acogedores a pesar de la fauna circundante, de animales dóciles y salvajes a su alrededor… Ellos están presentes y lo tienen todo, sin la necesidad de correr por lo que necesitan. Para nutrirse se valen del cielo y la Tierra,  lo demás es pasajero, sin embargo su firmeza permanece ante el constante cambio, e incluso su estructura recita los versos de un mensaje silencioso, son flexibles mas firmes ante todo.

Algún día entonces pensé: el árbol es mi propio cuerpo cuando medito, cuando me tomo un tiempo, y dejo lo innecesario para existir de formas inefables. Algún día pensé que si Dios existiera, tendría forma de árbol y no poseería aquella figura antropocéntrica desgastada por su historia. Otro día pensé todos somos árboles cuando apreciamos el silencio, entonces todos somos Dioses cuando no vamos contra el tiempo, cuando fluimos con él hacia nuestro centro, ejerciendo nuestro propio albedrío libre de facto.

Así pasa el tiempo y recuerdo que grandes intuiciones surgieron al alero de estos seres, como la teoría de la gravitación de Newton, el simbolismo del árbol de la vida usado por Maturana y Varela en su libro sobre la autopoiésis, la capacidad que tienen los  seres vivos de generarse a sí mismos.

Entonces recuerdo que la primera palabra que aprendí a decir fue ella, árbol, inmensa como el cielo, retumbante en mi corazón infante en la sola necesidad de querer comunicar lo único percibido como una síntesis.

Con todo aquello, como los profetas que recitan sentados bajo ellos, la poesía ha nacido como una sincera respuesta, siempre.

 

ANCESTRAL

El árbol es mi cuerpo.
Cada verso, sus venas.
Cada raíz, mi propia raíz.
Cada flor una idea que nace,
cual sol enciende la luz de mi inervación…
Natural es el respiro de mis vientos.
El árbol es mi cuerpo.

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2 Comentarios sobre “Contemplación de árboles

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