Compartir

Hace unos meses expresé mi preocupación por la libertad con la que José Antonio Kast se movía por el país, visitando universidades para exponer su ideario xenófobo y fascista. Como miembro de la UDI (partido que apoyó a Pinochet) y re-fundador de la antigua Acción Republicana, este político anunció sus proyectos contra la delincuencia, protección de la familia, derecho a portar armas, inmigración selectiva y patriotismo militar. Esto último lo explica como el rescate de la verdad histórica de las fuerzas armadas (¿?). Le suma también, un cristianismo de viejo cuño. Ante este discurso, expliqué entonces que no prestar atención a sus movimientos era peligroso por el eventual resurgimiento de grupos neonazis en Chile. A través de las redes sociales,  varias personas salieron a decirme que no le prestara atención, que era un payaso, que lo mejor era ignorarlo, que no era para tanto. Señoras y señores, ya los tenemos aquí.

Durante una marcha feminista que clamaba por el aborto libre y seguro, unos encapuchados acuchillaron a varias activistas. Nadie falleció, pero salió a la palestra el nuevo Movimiento Social Patriota de Chile, cuyos miembros estaban en la contramarcha y fueron acusados del ataque. Su vocero, Pedro Pablo Kunstmann negó la participación de su grupo, sin embargo usó el sangriento incidente como plataforma para dar a conocer su ideología. Fue entrevistado por The Clinic y actualmente se expresa libremente por la web. Predica una mezcla entre proteccionismo económico, militarismo, anti-comunismo, anti-capitalismo, identidad de la raza chilena, combate a la inmigración y homofobia.  ¿Era o no era Kast el inicio de algo mayor?

Precariedad y sequía parlamentaria

Llevamos apenas cuatro meses de gobierno de derechas, con fascistas en sus filas y, ¿qué tenemos ya? La derogación de un bono a ex-presos políticos, indultos mal disimulados a reclusos de Punta Peuco, una deuda pendiente con respecto a una ley (necesaria y urgente en Chile) que sancione la apología al odio y que duerme el sueño de los olvidados en el Parlamento, y un grupo neonazi con nombre y todo, luciéndose en primera fila ante un hecho de sangre. ¿Y el gobierno en qué está? ¿Querellándose, exigiendo el máximo rigor de la ley? Tarde, muy tarde. Y esto solo a nivel de DDHH. Si a todo lo anterior le sumamos la cantidad de medidas antidemocráticas que ha tomado el gobierno de Piñera, como la de privar de derechos mínimos a los trabajadores jóvenes y precarizar sus puestos laborales; los empleos que se están perdiendo por empresas que están cerrando; la sequía parlamentaria en materias importantes como salud, educación y jubilaciones; el protocolo que pretende imponerse haciendo cambios a una ley ya votada (la del aborto en tres causales), y las evidentes metidas de pata mediáticas y efectivas de algunos de sus ministros (entre las que se encuentra el consejo a los empresarios de invertir fuera de Chile, lo que precariza aun más las posibilidades laborales de miles de trabajadores). Está claro que muy malos vientos corren para los “tiempos mejores” en este país.

¿Son unos meros aparecidos?

Pero detengámonos un poco más en este Movimiento Social Patriota de Chile. ¿Son unos meros aparecidos en la esfera política y social chilena? A simple vista pareciera que sí. Como  a Chile muchas cosas llegan tarde, resulta curioso el que un grupo neonazi y fascista se manifieste de la noche a la mañana ante un ataque violento rara vez visto en las protestas chilenas tras el retorno de la democracia (muchas terminan en revueltas y desórdenes y son reprimidas por funcionarios de Carabineros, pero nunca se había dado un ataque con armas por grupos de extrema derecha contra sus participantes).  Así, podría pensarse que su llegada constituye un hecho novedoso. No es así. Al igual de como ocurrió en Europa después de la 2a Guerra Mundial, el nazismo y la extrema derecha siempre han estado latentes en la sociedad chilena. Y esto quedó claramente expuesto durante el gobierno de Salvador Allende (donde grupos de extrema derecha, como Patria y Libertad, hicieron no solo una guerra sucia contra el gobierno constitucional de la UP sino que también asesinaron a varias personas, entre medio al general Schneider, en 1970, en un intento de secuestro del militar por su defensa a los valores constitucionales) Y no olvidemos que el nazismo llegó a Chile mucho antes incluso de que Hitler fuera derrotado en Europa, pero con el término de la 2a Guerra Mundial, muchos militares y civiles nazis encontraron refugio en el país, fundando la tristemente conocida “Colonia Dignidad”, cuyo jerarca, Paul Schaefer, fue un reconocido nazi y colaborador del dictador Augusto Pinochet. De hecho, los campos de concentración que se construyeron durante la dictadura a lo largo de Chile fueron diseñados y construidos por el ingeniero nazi Walter Rauff, otro de los huéspedes de la mentada Colonia. Es más, el Ejército chileno moderno fue entrenado en la Escuela de las Américas (fundada en Panamá en 1946), donde los militares en los años ’60 y ’70, aprendieron entrenamiento en contrainsurgencia, donde se promovía la tortura y las ejecuciones sumarias. En esta Escuela se formaron los miembros de la DINA chilena, expertos en violaciones a los DDHH. Es decir, el nazismo y el fascismo violentista no son nuevos en Chile, como tampoco lo son en Europa, donde desde hace décadas grupos neonazis y fascistas han ido proliferando y, en la actualidad, son segundas fuerzas políticas en varios países.

Ideario violento

Quizás este Movimiento Social Patriota de Chile sea un grupo de neófitos, quizás no. Como sea, su ideario contiene todos los ingredientes de un partido neonazi que pretende imponer sobre la base de actos violentos y crímenes su ideología. Aunque Kunstmann considera que José Antonio Kast es todavía demasiado liberal para compararse con su movimiento, este último es un indiscutible aliado político. A través de Acción Republicana participa indirectamente en el gobierno del presidente Piñera y comparte con estos nuevos fascistas varios puntos de vista. Con todo lo expuesto, es decir, la inoperancia política, económica y social que está demostrando el actual gabinete y la reaparición de grupos violentistas de extrema derecha… ¿Qué más puede decirse? Salvo que estamos ad portas de pasar los peores cuatro años desde la dictadura.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *