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A propósito de confianzas y representaciones perdidas,
de mariposas con ojos en las alas llenando Alamedas…
Soy una de ellas y no soy ninguna.
No creo y quiero creer.

A propósito de tejidos elaborados a tientas,
no los siento propios.

A propósito de esperanzas,
no las siento mías, es que hundo mis manos en esta tierra.
(Muchos tenemos miedo de volver a soñar…
a veces, tenemos miedo, pero soñamos fuerte y despacito. En secreto.

Bandadas de pájaros oscuros habitan nuestros corazones, miramos de frente el infierno, sin saberlo. Nos llenamos de espejismos deslumbradores como nuestros antiguos, espejitos, cuentas de vidrio, collares de acrílico, plasmas, dinero plástico, ropas de Bali, Francia, Madrid, Vietnam, Estambul, India, riqueza cosmética, aterciopelada y suma y sigue. Nos encandilamos.

¿Y ahora?

¿Hoy por hoy, qué tendría que ocurrir para establecer un acuerdo entre tú y yo? ¿Cómo podríamos mirarnos con confianza, con una confianza que, en realidad, no ha existido nunca? La historia, la larga historia pesa, claro que pesa.

Pesa sí,
pesa no,

La inmensa bandera chilla frente a la Casa de Moneda, como testimonio de complicidades perversas.

Si uno pasa en la noche, justo antes de que despunte el alba, de sus pliegues tricolores, sale el olor a las bombas que nos partieron la vida por la mitad. Los jóvenes no lo sabemos, no lo vivimos, no lo vieron nuestros huesos, pero también a nosotros se nos partió el futuro. El futuro se nos torció. Ese del que hablaba Recabarren, el delirante.

No lo sabemos.

Por eso mis manos sangran y entran en la tierra.

Quiero saber si ahí, en la humedad de las raíces de este Chile, hay algo para mí, para nosotros.

¿Cómo podría mirarte a los ojos y no ver al fondo de tus pupilas, los caballos briosos entrando por las plazas con lanzas golpeándonos a todos los que corríamos desarmados?

¿Cómo podríamos no volver a sentir, laboriosa, la actividad disciplinada de la picana en mi vagina, ano, pene, lengua, partes del cuerpo que fueron puestos para el placer y la vida y terminaron mutilados por tu mano certera?

¿Cómo podríamos no ver los miles de fusiles que nos abrieron huecos en el cuerpo de los que caímos en Iquique, Valparaíso, San Antonio y toda la vasta geografía nacional y planetaria?

¿Cómo podría no ver en la cuenca de tus manos húmedas, los miles de cadáveres amontonados, huesos rescatados de hornos que humearon dejando el espacio invadido por el olor penetrante a la carne chamuscada, lámparas, carteras, cinturones hechos con mi piel que un día sintió las caricias que trajeron niños y niñas a esta tierra?

Tu mano se ha apretado en las gargantas de todos los nosotros esparcidos por la Tierra.

Entonces estoy cansada de los cuentos antiguos.

Me pesan en alguna parte oculta que no quiero ver.

Quiero borrón y cuenta nueva, no cargar con la mochila vieja.

Y no puedo.

Me llega.

¿Cómo podría no verte, enloquecido de codicia, comprando agua, oro, plata, petróleo, salmones, cobre, mentes, sensibilidades, mientras estoy cada vez más lejos de un mundo que me cobije y ampare? Mis hijos condenados a ser los pungas, los patipelados de la tierra con distintas pieles y rasgos, un montón de nada para nadie. Un montón de seres raquíticos, de seres con los que se experimenta por mandato de alguna transnacional coludida con gobiernos que elabora medicamentos, vacunas que se venderán caros.

(Una masa indeterminada viaja entre tú y yo. Crece y decrece haciendo parecer que el chorreo funciona.)

¿Cómo podría no ver tu pluma de oro, redactando contratos, constituciones, leyes, decretos que finalmente me lo quitan todo, me estrujan, perpetúan mi exilio de lo que llamo vida, amor, justicia, humanidad?

¿Y tú, pequeño gran adversario, cómo podrías no verme piojosa, ignorante, mano de obra barata que necesitas para tus fines específicos y pensados y con quien tienes que lidiar y no entiende tu plan maestro para la humanidad?

¿Como podrías no verme como parte del ejército de pedigüeñas que invaden con sus olores tus ciudades, tu cultura, tu raza que se defiende como gato de espaldas, pero que necesitas para limpiar tus cloacas, sean cuales sean estas, pero cloacas al fin?

¿Cómo podrías no verme escandalosa, atrevida, insolente, pidiendo cosas que alteran el orden, tus buenas costumbres, tú moral?

¿Cómo podrías no verme como un ser agazapado que siempre quiere quitarte algo, arrebatarte de un zarpazo peligroso, la porción de la torta que no quieres soltar y que la sientes propia y que la compraste cara por los siglos de los siglos? (En las noches tienes pesadillas y por sus rendijas entran los menesterosos a quedarse con lo tuyo, a impedirte crecer, a ensuciar tus playas con cáscaras mordidas y música fuerte en los equipos que tú les vendiste caro. Entran con sus olores a laurel, cardamomo, comino, merquén, cúrcuma y otras rarezas de pueblos salvajes, atrasados. Los miserables entran en cantidades que tus boys no pueden terminar de controlar. Se reproducen como callampas, se multiplican, Vienen a impedir tu caminar por el cemento, airoso, triunfante, limpio, inmaculado.

¿Cómo podrías no vernos como extremistas peligrosos, anarquistas fieros, encapuchados, asesinos, miserables que quieren recuperar sus tierras que hoy son tuyas?

Impedir tus plantas nucleares,

Impedir tus megaproyectos que destruyen la tierra,

Pelear por las semillas que compraste, parar la producción de híbridos entre escorpión y manzanas.

Extremistas amargados que huevean e hinchan tus pelotas cuidadas, que no entienden de economía, de futuro, de índices perfectos, de tecnología y modernidad, que hasta cuando vuelven atrás si el futuro tiene otros colores y esos colores son tuyos y tú sabes porque estudiaste en las mejores universidades del Mundo ancho y ajeno.

El futuro siempre ha sido tuyo

¿Qué hasta cuando tanta agresividad, violencia, irresponsabilidad y resentimiento maloliente, desagradable, de mal gusto?

¿Qué tendría que pasar para mirarnos con confianza, restablecer o establecer acuerdos profundos que nos traigan paz, alegría de vivir, días mansos con cuerpos que se encuentren rico, bello, cuerpos que se revuelquen limpiamente tocando y fundiéndose, despertando la conciencia del UNO con TODO?

¿Qué tendría que pasar para que a ambos se nos pasara el hambre, hambre de cosas distintas, pero hambre al fin?

¿Para qué se nos pasara la adicción a los chiches y entráramos al vasto espacio del corazón?

¿Qué tendría que pasar para sabernos iguales y habitar el espacio manso y fragante de la igualdad?

Claramente necesitamos la paz de las cosas básicas solucionadas para balancear desaprensivamente una pierna sobre la otra mientras el sol entra por la ventana y que en aguas calmas, mi ira crepuscular sea transmutada.

Claramente retornar por el camino que te llevó tan lejos del alma y no quieras más ni menos que abrazar y ser sencillamente feliz.

Claramente tú y yo, necesitamos de un cambio para no desbarrancarnos irremediablemente por el forado que abre la muerte.

Por mientras escarbo para saber, para conocer qué hay para mí, para nosotros y nosotras, en las aguas subterráneas de Chile, en esta tierra llena de muertos y acontecimientos desconocidos y ocultos.

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Alguien comentó sobre “Historia de una joven que escarba la tierra

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