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Descubrir el haiku

A principios de los noventa, aparecieron unos libros llamados Magic Eye que proponían un juego que consistía en mirar unas imágenes saturadas de patrones de colores buscando que apareciera “algo”. Por unos momentos o a veces mucho rato, no se veía nada especial… hasta que de pronto, por algún mecanismo de desenfoque de la vista, aparecía una imagen en 3D de una ballena, un árbol, un dinosaurio o cualquier figura. Una vez que se lograba ver la primera figura, las siguientes aparecían de manera relativamente rápida. La vista encontraba el modo de enfocar para acceder a esas imágenes que sin ese aprendizaje eran invisibles.

Apreciar el haiku tiene algo en común con aquel ejercicio de aprender a percibir esos “hologramas”. Un escritor o lector que no ha sentido el haiku puede quedarse atrapado en el plano de la forma, en el conteo de las 5, 7 y 5 sílabas ordenadas en tres líneas o en la palabra sobre las estaciones o la naturaleza que hacen tan reconocible a esta forma poética. Cuando luego de un cierto entrenamiento empieza a escucharlos o sentirlos, esos pequeños textos adquieren profundidad y constituyen un espacio que refleja la magia cotidiana. Y una vez que aparecen, son siempre visibles.

Como los libros del Magic Eye que permiten entrar a otra dimensión que está “detrás” de la imagen plana, el haiku abre un mundo de resonancias emocionales, estéticas y espirituales que está más allá de la fórmula matemática de las 17 sílabas. El haiku rompe el lenguaje lineal y conecta con otras dimensiones sensibles y creativas de la experiencia humana uniéndolo con la plenitud del ahora, la epifanía o pequeñas iluminaciones.

 

Practicar el haiku

Un viejo estanque:
salta una rana ¡zas!
Chapaleteo
Basho, traducción de Octavio Paz y Hayashiya Eikichi.

A diferencia del Magic Eye, en que una vez resuelto el desafío basta con aplicar la nueva técnica para que aparezca la imagen 3D fija y única, la “aparición” del haiku no se detiene en un punto preciso. El descubrimiento del haiku abre hacia mundos poéticos que se expanden como las ondas en el estanque luego del salto de la rana de Basho.

Como el ikebana, el chi kung o la cocina, el cultivo del haiku requiere atención, dedicación y disciplina; con la práctica y el tiempo mejora la técnica y brinda cada vez más alegría y satisfacción.

En la práctica del haiku, el punto de partida es la experiencia sensible de la magia cotidiana que surge en la contemplación o en la presencia auténtica del instante. El haiku no es un texto sino una pincelada que une la experiencia, la escritura y la lectura. Cuando el escritor logra manifestar esa pincelada en el texto, las palabras se transforman en un puente o portal hacia la experiencia; un lector o auditor cómplice completa esa trayectoria virtuosa. La práctica del haiku no solo une la experiencia con el observador-creador sino también con el lector-creador. Quizás esta sensación de Unidad es la que genera esa emoción sutil entre quienes comparten un haiku.

Para seguir…

Haiku, poesía japonesa para liberar las emociones, de Valeria Sabater

Nieve en Akihabara: repensando el haiku, de Irmela Hijiya-Kirschnereit

El haiku en el zen japonés – de Christian Emmanuel Hernández

En Youtube

Alan Watts – Haiku the Most Sophisticated Form Of Literature In The World

Cómo leer… haiku – Cristina Rascón

 

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6 Comentarios sobre “Descubrir y practicar el haiku

  1. Gracias Mauricio por compartir este conocimiento y la información complementaria acerca de la poesía Haiku. Para mí una revelación. Creo que intentaré ponerla en práctica, con humildad, respeto y sin premura.

      1. Sigo descubriendo cosas en este ejercicio. Puse un comentario en fb, no sé si te notifica, tengo la duda por cómo lo hice. Pensando en que nos apoyamos con imágenes hoy día, lo que facilita el entendimiento del lector con el riesgo de la fragilidad, pregunto: lo virtuoso y apegándose a la raíz, sería proyectar con solo las palabras la imagen-sensación?

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