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a: Macarena Valdés, activista mapuche que fue encontrada sin vida en su casa en la precordillera de Los Ríos.

Redefine la noción de escritura y el sol
entibia la mesa -manchada con aceite-
donde descubre que, además de las arañas
y serpientes propias de las estructuras
sociales tanto la violencia estructural
como la otra, eslabones son de una misma
cadena. Escucha esos quejidos que se mueven
en el horizonte de los pueblos aplastados.
Imagina los hijos que tendrá mientras sigue
atenta la marcha de astros y planetas.
Le pertenece el universo en ese segundo
y ella pertenece a la bóveda celeste que creó.
Interpreta señales, huellas y signos de acuerdo
con ese bien magnífico que es el saber
adquirido junto al fogón. Ninguna nube enturbia
ese ir al infinito, por eso regresa sin heridas
por los campos de poleo, bostas de animales
y margaritas. Sonríe porque como un buey manso
se comporta hoy el universo y la quietud cabe
en su corazón. La tierra habla por ti y por nosotros.
Todos nosotros hablamos por ti con la misma
lengua que fue enseñada para ser denuncia
profética y refugio y que continúa su ciclo
sin que nadie pueda detenerla. “El gemido
de la tierra se une al gemido de los abandonados
del mundo”. A pesar de las amenazas, no dejaste
que tus hijos murieran de hambre, ni que tu corazón
se convirtiera en zona de sacrificio, ni que la tierra
fuera inundada. La libertad manifiesta su libertad
entre los materiales puros, libres y verdes
de la biodiversidad, junto a la autoafirmación individual
de la que permanece defendiendo el territorio
donde parió a sus hijos y enterró a sus muertos,
y estimula la integración del colectivo a un todo mayor.
Para nunca morir: pon tus esperanzas
en las palabras que aún no existen,
pero que serán creadas.

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