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A Elena, Estela y Owana…

Faltan diez minutos para que comience
y ya han llegado los Carros lanza-aguas.
En puntos estratégicos se han dispuesto
las micros con los policías anti-motines.
También están ubicados en sus puestos
los carros lanza-gases que llamamos zorrillos.
Hay una gran cantidad de reporteros
y camarógrafos, esperando que de algún
lugar surja la Marcha. Y como aún faltan
cinco minutos, grupos organizados de jóvenes
se instalan en las esquinas. La tensión
aumenta cuando aparecen las viudas
de los profesionales degollados.
Para intimidar, los vehículos policiales
esperan haciendo ulular balizas y sirenas.
Es la misma calma que antecede la tormenta
la que ahora se apodera del centro
de Santiago. A las 13:00 como estaba
previsto, las viudas despliegan los retratos
de sus compañeros asesinados. Los jóvenes
gritan consignas contra la dictadura
y liberan palomas blancas. Los antimotines
actúan con la violencia característica,
apaleando con sus bastones y lanzando gas pimienta
directamente a los ojos. Bajo las botas de los policías
quedan los claveles rojos que llevaba
en señal de testimonio y homenaje. El chorro
de agua dispersa la concentración
sin embargo, los gritos de Justicia permanecen.

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