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Crecientemente va tomando protagonismo el problema del cambio climático y su impacto en la supervivencia de la raza humana, y es bueno que así sea porque la presión que se genera debería irse traduciendo en una reacción positiva frente a un futuro inminente que amenaza con la extinción en una mano y la posibilidad de evolucionar como especie en la otra mano.

En ese contexto, resulta llamativo y a la vez sintomática la reacción de algunos empresarios que han denunciado que esta preocupación que trasciende fronteras sería una suerte de invención de algunos sectores ideologizados y recelosos del liberalismo económico.   En primer lugar, cuesta creer que algunos no entiendan aún la gravedad de la situación pero es bueno que se exprese así porque obliga a renovar la pedagogía sobre el tema.

Pero lo importante reside en la segunda acusación: La responsabilidad del liberalismo en el deterioro de las condiciones de vida de la Humanidad, y hay que pensar en la Humanidad y no en el planeta porque la Tierra ha pasado por otras crisis y ha sobrevivido pero esta es una experiencia nueva para los humanos, que son perfectamente prescindibles desde el punto de vista del equilibrio ecológico.

En efecto, la crisis ambiental que vivimos se origina en un sistema económico -tanto de izquierda como de derecha- que se basa en la explotación de los recursos naturales, más allá de lo que ahora sabemos que era responsable.

Esta situación es la que amerita un cambio de paradigma y volver a entender que el ser humano es solo una más de las especies que puebla este planeta, y si quiere sobrevivir tiene que adaptarse a las condiciones reinantes.

La realización de la 25ª versión de la Cumbre del Cambio Climático a realizarse en Chile en diciembre próximo irá poniendo el tema ambiental cada vez más arriba en la lista de las prioridades y debe entenderse que ello es necesario pero no suficiente.

Veinticinco ediciones del encuentro planetario dedicado a salvar la supervivencia humana demuestran que los dirigentes políticos no están siendo capaces de resolver el problema.   Ahora parte del sector privado cuestiona la validez de la preocupación por el tema.  Es triste porque si no se comprometen, el problema les va a pasar por encima, demostrándoles con desastres naturales y económicos que no supieron evolucionar.

Queda entonces un solo responsable de hacer que las soluciones lleguen: La propia gente, que tendrá que presionar por los cambios que no son capaces de emprender ni el poder político ni el económico y si alguien aún tiene dudas estas irán desapareciendo a medida que crezcan el hambre y la sed.

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