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PRESENTACIÓN LIBRO

OCÉANO AZUL NO ME OLVIDES. WINNIPEG EL BARCO DE LA ESPERANZA.

DE RODRIGO ROJO

Son tiempos oscuros, me digo. Somos sobrevivientes de tantos fines de mundo, ¿cierto Leonor? Tú lo sabes mejor que yo, navegante de ese Winnipeg de la esperanza. La furia de los poderosos te arrasó más de una vez. España, Argentina, Chile. Siempre te levantaste entre el ánima que soltaba el comino, la cúrcuma, la vainilla, el tomillo, como caricia certera que te mantenía viva.

El viento se levanta entre los espinos como ave de mal agüero. ¿Vendrá un temblor que haga roncar las piedras? ¿Vendrá un relámpago que encienda el cielo? El viento canta su lamento de pájaro y plumas. Me trae tu voz, Leonor, que recuerda tu obcecada vida marcada por las perdidas, los viajes, la pasión y los sabores.

Tres alondras, dos queltehues, un colibrí revolotean entre las hojas. El oro de los árboles se me mete en los  huesos y tú también, española agreste, que llegaste en carne y hueso en las hojas de un libro barco que cantó tu viaje iniciado en un Winnipeg legendario donde nacieron niños mientras la mar mecía y agitaba la pena de los que dejaban sus tierras empujados por la furia de Franco y sus seguidores. Como otros, se alzaron al clamor del exterminio de personas, ideas, caminos. ¡Hoy tantos y tantas son obligados, empujados a otros paisajes, dejando sus casas, sus colores, sus historias!  Y tú vas con ellos, con ellas, Leonor.

Recibiste nuestro Océano Pacífico en una proa que te traía cantos de sirenas que anunciaban una tierra llena de caricias a las que no te negaste, muchacha libre.

Un Rodrigo Rojo pero moreno y de dientes blancos te trajo a mí y durante días desperté contenta de estar viva porque te iba conociendo, hoja tras hoja, escritas por este Rojo brillante, capaz de prestar su cuerpo y su espíritu, a tu existencia peregrina. Un hombre que canta con la piel de una mujer… Notable.

Leonor, agradezco la huella brillante de caracol o caracola más bien, que me dejaste. Me asomé a ti y a tus precipicios, me asomé a la poética del erotismo libertario de una mujer que se decretó libre abriendo ruta para las que veníamos después. Mientras cocinábamos tus delicias provocadoras,  me asomé, trémula por mi propia memoria, a un Chile hermoso, lírico, orgásmico, un Chile que rozaba revoluciones, un Chile de chilenos solidarios, chilenos poetas, chilenos compañeros presidentes, comprometidos con un pueblo que llenaba Alamedas con la certeza de que la mesa era para todos y todas. Un Chile que tú, Leonor, rumbeaste abierta, dejándote tocar, por ese Chile donde el cuerpo individual y el cuerpo colectivo se hicieron Cosmos hacia una espiritualidad de la igualdad, en donde tuvimos acceso a la dignidad humana por un instante breve y fugaz. Pudimos soñar y ser parte de un cuerpo-cosmos colectivo en igualdad de posibilidades de vida. Si, bella y ardiente Leonor, me llevaste por el aroma de mis propios recuerdos.

El viento habló historias tuyas entre los árboles y tu vida me azuzó para que saliera de madrugada, desnuda del alma al rito del agua. Regar, mojar y elegir las mejores manzanas para un pavo relleno. Alzo mi voz de cara a la montaña: “¡Que salga escandaloso el olor a tierra y a lavanda!” Meto los pies al barro, pongo mis manos frescas en la cara, siento que la vida es buena, porque, a pesar, de amores y desamores, tú, Leonor, conjugaste la vida buena… pensando con la cabeza en las estrellas, las raíces penetrando certeras el cuerpo de la gran madre que es la tuya y la mía.

Leonor, española a la que te parió un Rojo, eres parte de las hembras, féminas magníficas, amazonas del planeta que vinimos a plasmar una energía impetuosa, a plasmar la capacidad irrenunciable de dar vida de las mil maneras posibles, una vida abierta, diversa, divertida, una vida de abrazos y cercanías, una vida de ojos que se miran y tiemblan ante el asombro y el misterio. Sin duda eres una danzarina de la aurora, que no olvidó su cuerpo, su origen, y que entró al ruedo con el espíritu abierto.  Brava, incalificable, con las polleras arremangadas.

Hay que achinar los ojos y deslizarse por la sutileza de tu existencia. Te miro y veo como vamos las mujeres hoy, como mariposas soberanas,  a conjugar un mundo que inauguraste donde reine el A-Mor: No-Muerte. ¿Tomaremos la ráfaga de viento que empuja hacia adelante desde un paraíso olvidado que vive adentro?

Entonces hay que agradecer a Rodrigo Rojo talentoso y audaz que te dio vida y nos entrega la belleza de “Océano Azul no me olvides. Winnipeg, el barco de la Esperanza”.

Los y las invito a leer este bello libro, fascinante, sabroso, erótico, que hace el sagrado ejercicio de memoria y mucho más.

Lo encuentran en las librería QUE LEO o directamente al wasap: +56993892803

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