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Es posible que los contenidos de la acusación constitucional contra la ministra de Educación Marcela Cubillos tengan méritos, e incluso es factible que no sean valederos como para una acción de esa naturaleza, pero eso no es lo que verdaderamente importante.

Se trata de afectar la actuación del Gobierno en el ámbito educacional, colocando presión sobre la cabeza visible de una política que resulta molesta a parte importante de la sociedad.   Como el Presidente Piñera ganó las elecciones sin una mayoría real de los votantes, es fácil atacar y muy difícil defender, en especial cuando la Derecha carece de la capacidad organizativa para avalar a su Gobierno y ya que la oposición perdió el Ejecutivo pero domina el Congreso.

En este escenario es sumamente sencillo mandar torpedos bajo la línea de flotación, porque no se va a ganar ningún voto de los ciudadanos que votaron por Piñera, pero sí podría obtenerse algún apoyo de quienes no fueron a votar y que serán los que decidirán las próximas elecciones, si es que van a votar.

El problema es ese precisamente: Los que no votan.   A ellos no les interesan las frases hechas para defender los proyectos del Gobierno ni les resultan atractivas las fórmulas que ha empleado hasta ahora la oposición para hacer los méritos necesarios para volver al poder.

Para los que no votaron, las acciones de unos y otros no pasan de ser un espectáculo más, como el fútbol o los escándalos de la farándula, y si oficiliasmo y oposición creen que están apuntando con sus estrategias a ese público específico se equivocan, porque en realidad sólo están afianzando la votación de quienes ya votaron por los respectivos bloques, pero no están sumando a quienes se sienten desencantados de la política.   Cada uno le habla a su platea numerada, pero no a la galería que tiene que llegar temprano para no quedarse sin asiento, suponiendo que le interesa el espectáculo que se le ofrece.

Los cálculos políticos permiten suponer que el Ejecutivo va a hacer todo lo posible para conseguir que seis diputados de oposición no voten favorablemente la acusación constitucional.  Eso significará que el trabajo del Gobierno se va a suspender hasta obtener ese propósito.

Es una tarea difícil, porque derrumbar la acusación significa dividir a la oposición, un asunto que los opositores no pueden permitir si esperan volver al poder.   Es simplista suponer que la DC, que trata de actuar como partido bisagra entre los dos bloques, se va a ubicar forma permanente por uno u otro, y si bien tiene razones para sentirse incómoda tanto con la izquierda como con la derecha, no tiene motivos para inclinarse definitivamente en un sentido o el otro.

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