Compartir

No a la sangre doblemente derramada

I

No a la sangre doblemente derramada

no al desierto de un estadio de cenizas

espetando su hedor

contra un rojo horizonte de utopías.

 

No a esta muerte doblemente culpable,

no al carabinero que vuelve de las décadas

derramando su vejamen de torturas

en los albores del grito libertario.

 

Que hoy ya no han de poder

que ya no pueden contra la ardiente potestad

de nuestra furia.

 

Chile hermano, corazón doliendo

latiendo en tu frontera lacerada.

 

Chile largo y estrecho santuario de quijotes

estrellas que te alumbran desde el tiempo

 

y ruedan las palabras de aquel tu eterno Pablo

como lágrimas que espuman el mar junto a la arena

universal de la isla negra donde aún sueña el poeta

 

II

Y Víctor volverá con las manos intactas

a templar la guitarra mancillada.

 

No detendrán la furia del amor mansamente

esta vez la sangre de tus muertos ruge

y el furor ruge aún más como un ángel en rejas

que hará trizas los claustros del verdugo

para que Salvador derrame la copa de ternura

en la fruta trigal de esta niñez sedienta.

 

Y habrá quien cante al fin en la Moneda

un canto de libertad arrebatada.

 

No volverán a desangrar tu corazón hermano

no más mutilaciones

no acallarán el grito con sus gases de muerte

ni cerrarán tu página los jeques de la historia

 

Nacerás contra toda la voluntad oscura

de los verdugos que hoy proclaman

el desierto del hombre.

 

*Martha Oliveri, es poeta argentina, de Buenos Aires

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *