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Con el mundo apretado entre las manos

a la espera de un poco de esperanza,

un poco solamente, sólo un poco,

un algo que sacuda

todo el maldito polvo

de este siglo gastado que repite

la misma mierderecha del pasado:

en el sur los tiranos

y en casa un viejo loco mentiroso

poseído por Luis Echeverría;

de nuevo los setentas,

un montón de cagada a donde mire,

y yo esperando un poco de esperanza…

 

Y la esperanza se mueve, baila,

grita, canta, corre, vibra,

sismo trepidatorio de ocho grados,

epicentro en Santiago

de Chile, de Neruda,

de Mistral, de Bombal, de Allende y Jara,

sismo trepidatorio

que endereza

el eje de la Tierra,

la vertical perdida en la caída

al neoliberalismo,

sismo chileno, sismo de un millón

de pasos sobre el Mundo aletargado,

sismo de un millón de cacerolas

que preparan el plato

ansiado de la revolución.

 

Te miro tan efervescente,

tan solidario, sincero, tan VIVO,

te miro pueblo chileno

y se me anulan las fronteras en la sangre,

se me suben los andes al pecho

y tu costa húmeda me empapa

la mirada alegre.

En Santiago,

ciudad tan familiar como mi nombre,

un sismo de un millón de camaradas

me ha dado, nos ha dado, esperanza.

 

*Santiago Ávila, poeta mexicano.

 

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