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Como una flor en el desierto, la eclosión ciudadana de octubre tiene momentos épicos y notables, sin embargo, noto  una justificación a todo tipo de violencias, desde la represión militar hasta los saqueos. Se confunden las demandas de millones con el miedo al otro, el deseo de castigar, la rabia y el dividir entre “buenos y villanos”. Es  una tendencia que, tristemente, está reflotando en diversos países. Cada vez más, el pacifismo se confunde con debilidad. Y eso se nota en las redes sociales, donde está primando el “si no estás conmigo, estás en mi contra”. Esta situación se da en los dos polos divergentes y más extremos de Chile. Me refiero a quienes filtran todo bajo el prisma “dictadura-Pinochet” y a quienes escogen ver un retorno  de “Allende-Unidad Popular”. La violencia del ayer y la actual flota en el aire, altera los nervios de las mayorías y se ofusca la razón.

Violencia uno:

La privatización del agua y la electricidad fue uno de los últimos proyectos firmados por Pinochet antes de salir de La Moneda. El caso emblemático fue la Central Pangue y el embalse Ralco en el Alto Bio Bio. Durante diez años, diversas organizaciones nacionales y del exterior respaldaron a las hermanas Berta y Nicolasa Quintremán, líderes de la resistencia Pehuenche, puesto que su comunidad iba a ser sumergida por el lago artificial. Ellas ganaron, pero fue tarde. Los hechos consumados o el  “desinformar y construir antes de que los afectados alcancen a presentar juicios legales” se transformó en un pésimo hábito, repetido en cientos de proyectos urbanos y rurales. El caso Ralco marcó la pauta para numerosas pugnas territoriales, derechos de aguas, cierre de caminos públicos, contaminación, colusiones, dificultad de acceso a las orillas de ríos, playas y lagos, y demolición de patrimonio histórico a lo largo del país. Poco antes del “estallido de Chile”, ya habían  siete juicios en Colchagua para defender las aguas de los pequeños agricultores y propietarios. Los siete dormían el “sueño de la vista gorda”. Los jueces prefirieron culpar a la sequía (al igual que con la laguna Aculeo). No importó que se tratara de ventas sin estudios hídricos para importantes dueños de paltas o propietarios de parcelas. Estos hechos crearon la sensación de impotencia ciudadana frente al poder del dinero, al nepotismo, clientelismo y a las autoridades corruptas, que casi nunca reciben castigo.

Violencia dos:

Hoy recién se escucha que las Isapres, AFP, educación y otras situaciones poco favorables al ciudadano y consumidor, son factibles de arreglar con reformas.  Solo un mes atrás, los discursos enfatizaban la imposibilidad de cambiar nada. Absolutamente, nada. De paso, varios ministros ni se daban cuenta que se burlaban de la gente. Siguió la impotencia ciudadana y escepticismo frente a la democracia. Aquí hay un punto delicado (siempre latente en Latinoamérica) puesto que la desconfianza en las instituciones y en el sistema político fomenta el anhelo de dictaduras o gobiernos autoritarios de derecha o izquierda. Los equilibrios, el centro, se va diluyendo.

Violencia tres:

Las pacíficas protestas masivas, los caceroleos y guitarreos, fueron opacados por  saqueos, incendios y destrucción diaria. En este último punto, se podría argumentar que Chile, desde el siglo XIX, se avergüenza de su patrimonio y demuele todo a su paso. Si sumamos también la “cultura de lo desechable” (iniciada en los 80’s en todo el mundo), más una economía depredadora y la carencia de educación cívica es fácil que un joven considere que destruir una obra de arte, los árboles añosos, su colegio o el kiosco del vecino es normal. El lema de batalla es: “Ellos nos saquearon y nos acusan de saqueadores”. En otras palabras: “Tú me has saqueado y yo te saqueo a ti”. Curiosamente en este “ojo por ojo”, el espacio que se ataca es el que usa la comunidad (y los mismos jóvenes), no el de los saqueadores de cuello y corbata. Un ejemplo, los murales y obras de arte de las estaciones de Metro no tendrían por qué haber “pagado el pato”, como tampoco las tiendas de las personas comunes que arriendan adentro. Siempre hay un peligro al enseñar que destruir es motivo de aplausos y hasta de heroicidad (cuando es el espacio del otro). Tampoco el que la muerte o heridas del otro (que no te cae bien) no importa. Aquí aparece (en el polo contrario) el militarismo y represión como respuesta. La violencia genera violencia. Pero claro, está prohibido criticar (“si no estás conmigo, estás en mi contra) ¡Cuánta falta hacen Mahatma Gandhi y Martin Luther King jr.!

Violencia cuatro:

El Ministerio de Justicia y organismos de derechos humanos reportan (hasta la fecha) 20 fallecidos, 1.132 civiles heridos, 745 uniformados heridos, 3.500 detenidos, 120 acciones legales o recursos de amparo, 150 personas con ojos perdidos y 18 abusos sexuales. La mayoría son asesinatos y excesos cometidos por la policía chilena contra ciudadanos desarmados.  La horrenda simbología de los ojos destrozados resulta de un impacto difícil de sanar  sin justicia. Aquí aparecen otro tipo de excusas para los partidarios del Estado de Emergencia. Dicen: “¡No debió salir en toque de queda! ¡lo merece por salir a quemar!”. Un terrible sinsentido que destroza el alma. Es decir, a la violencia contra el espacio físico, agregamos la contra el cuerpo humano. Aquí se ve el quiebre total entre gobierno y ciudadanía. ¿Acusación constitucional? ¿Juicio histórico? ¿cadáveres políticos? ¿plebiscito? ¿elecciones? ¿ausencia de liderazgos?

Violencia cinco:

Las mujeres seguimos sufriendo la peor parte. Los reportes sobre abusos sexuales y humillaciones en las Comisarías reflejan esta primitiva realidad. En contraparte, las primeras muertes por incendios a supermercados correspondieron a tres mujeres que no pudieron escapar. Hoy, me entero que lanzaron bombas molotov al rostro de dos carabineras. Machismo y cobardía de la violencia doméstica trasladada a la calle.

Acto de amor uno:

En una sociedad donde los tejidos comunitarios y la empatía brillan por su ausencia, se ha podido ver a vecinos o a gente desconocida ayudándose. Hay personas que ofrecen llevar en sus autos a peatones sin locomoción. También, están los amigables, los que se niegan a pelear y a dividirse políticamente. Cuando las pasiones hacen que amigos y familiares se bloqueen o insulten en las calles, el gesto de quienes tienen compasión, recogen a los caídos, limpian las veredas y comparten su despensa, es algo digno de destacar. Si nuestros legisladores no se hubiesen olvidado de lo que significa la comunidad, otro gallo habría cantado.

Acto de amor dos:

Bien por el despertar de la gente y esta latente fuerza común que emergió en una sola voz.  Bien el sonido de las cacerolas, la música y los danzantes que inundaron las calles. Bien por los que no propagan odios a través de memes y noticias falsas. En las crisis suele emerger lo peor o lo mejor de cada persona. Prefiero creer que florecerá lo mejor de cada chileno (aunque sea en medio del desierto) y que no prevalecerá la desesperanza y claro, más violencia. Queramos o no, para construir un nuevo trato todos tienen que sentarse en la misma mesa, la que debiera crecer para acoger a más voces y nuevos rostros.

Canción des-esperada:

Un hecho interesante. He visto el símbolo de la bandera mapuche. Más allá de la etnia, esto marca un círculo. Algunos podrían sentirse identificados por la rebelión del cacique Michimalonco, quien incendió la recién fundada ciudad de Santiago un 11 de septiembre de 1541. Mejor que no, pues tuvo un triste destino. Fue traicionado por los suyos, hizo las paces con los españoles y no tardó en ser asesinado. Yo prefiero ligar el círculo con la epopeya de las hermanas Quintremán, en el sentido de lograr justicia, diálogo y una nueva constitución. Aunque la actual de 1980 posee más de treinta reformas, su “oscuro” origen siempre es un obstáculo para la democracia. Esto puede pasar ahora, si hay voluntad constructiva y no destructiva. Ojalá haya una respuesta para que las mayorías ciudadanas no sigamos en la impotencia de ver cómo los parques, cerros, transportes y edificios son quemados con la misma energía con la que otros nos han robado el agua y los recursos. Proverbio: Si actúas igual a tu enemigo ¿cuál será la diferencia si llegas a gobernar?. Por olvidar aquello, hasta el idolatrado libertador Simón Bolívar fue llamado “tirano” por su pueblo.

 

 

 

 

 

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6 Comentarios sobre “Cinco violencias, dos actos de amor y una canción (des) esperada

  1. Desde el alma y el intelecto (bien combinados), surgió ese análisis, que aplaudo.
    Solo falta la vía de salida que, quizás, podría resultar más conveniente.

    1. En realidad la salida puede ser no tan complicada si se respetan las instituciones, se hacen reformas, plebiscito, nueva constitución.

  2. Buen análisis, Pilar York.
    No es necesario colocarle comillas a OSCURO.
    Son los jóvenes los que iniciaron el EVADE en el Metro y mucho antes los muchachos del Instituto Nacional por una educación republicana.
    Nosotros fuimos los detonantes de la Reforma Universitaria de 1968 en Chile y de forma unitaria en el mundo con Cohan Bendit, Rudi Dustki, el chileno Gaston Salvatore Pascal, en Francia y Alemania. Además de Miguel Enríquez
    en Concepción, Miguel Ángel Solar y Manuel Riesco en Santiago “y todos nosotros en Antofagasta”, como lo señaló en mi crónica narrativa, “El Mundo está Cambiando” ( 2017. 400 páginas. Editorial Plural de Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia).
    Fue tan fuerte que la solución para la oligarquía chilena y su brazo armado( Ejército, Carabineros e Investigaciones) fue la Cárcel, la tortura, la relegacion, el exilio y la muerte.
    De todas maneras, “aquí estamos otra vez”.

    1. ¡Buen punto Osman C. Argandoña! Aunque el idealismo y demandas puedan ser los mismos, creo que ahora es más anárquico y violento. Los estudiantes del 68 eran más intelectuales, ideales claros, frutos de vida comunitaria, ciudades chicas, universidades públicas de élite (altísimos puntajes). La violencia que menciono del ayer en el símbolo de la privatización del agua y depredación de paisajes, terrenos, etc, es de gran violencia contextual (no física). El estallido se divide en ciudadanos que piden reformas en forma pacífica (de todas las edades) y jóvenes que pueden ser estudiantes, cesantes, lumpen, infiltrados, lo que sea, que responden más que a demandas, es una catarsis destructiva muy preocupante y que afectan las propuestas de cambio, el jaque al gobierno. El drama está es que la respuesta también es violenta y cobra vidas. (Eso de los ojos es espeluznante). Como el gobierno está en jaque (cadáver político) se podría avanzar mucho solo con pacifismo, plebiscito, reformas, nueva constitución. Si prevalece la violencia y anarquía, es posible que nada pase y que todos sea peor. Tú mismo decías que hay que ser más inteligente que el enemigo. Agrego: si eres más irracional que tú enemigo, el que pierde eres tú.

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