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En política se califica un acto como “testimonial” cuando quien lo realiza sabe con seguridad que no tendrá ningún resultado práctico, pero quiere dejar establecida su posición frente a un tema determinado.

Coincidencia o no, los gestos testimoniales suelen ser más frecuente entre los políticos de izquierda que entre los de derecha, y forma tienen como sentido crear identificación con su electorado de manera que al momento de las elecciones, aun sin tener hechos concretos que exhibir como fruto de su gestión, se les vote porque “han dado testimonio”.

En cierta forma, esto es lo que ha venido haciendo el variopinto grupo de partidos y movimientos reunidos en lo que se conoce como Frente Amplio y que irrumpieron en la política nacional hace dos años atrás con una propuesta de renovación -casi generacional- y claramente vinculada con una línea de izquierda que no estaba siendo debidamente representada por los partidos tradicionales de ese sector.   Tuvieron un auspicioso estreno con la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez que quedó en tercer lugar con un honroso 20,27% de los votos y la elección de 21 parlamentarios, gracias al cambio de sistema electoral y el aumento en el número de integrantes de la Cámara de Diputados, fuerza suficiente como para haber logrado más resultados que lo testimonial.  Los hechos muestran que, en lugar de avanzar en un proceso de unificación de todos los grupos que lo integran se ha ido dividiendo.

En virtud de su espíritu testimonial, han empujado al Parlamento a discutir distintos asuntos que, en los hechos, han tensionado al conjunto de la oposición al actual Gobierno.  En algunas oportunidades, como la reciente acusación constitucional contra Sebastián Piñera, no han tenido éxito y su reacción ha sido -como corresponde a la estrategia “testimonial”- acusar al resto de la oposición que no los apoyó como “traidores”, sin detenerse a considerar que un intento de destituir a un Presidente requiere algo más que el testimonio.

No hay duda que este Gobierno ha violado los derechos humanos en el contexto de las protestas sociales prontas a cumplir dos meses activas, pero la gente del Frente Amplio, y quienes los siguieron en otros partidos, olvidaron que este es un país altamente institucionalizado y que no soporta gustos personales.

Divididos y abochornados, los dirigentes del Frente Amplio tienen ahora el desafío de conseguir resultados electorales en los próximos eventos electorales en el país, demostrando que son algo más que un testimonio, sin duda importante pero insuficiente a la hora de hacer política.

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