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Cuando un sistema social se cae a pedazos, cuesta mucho intervenirlo desde sus orígenes, pues cualquier modificación pequeña solo resultará un maquillaje que a la larga puede ser contraproducente, debido a que si en el corto plazo no arroja resultados satisfactorios, el descontento no hará sino crecer. Llevamos meses sin bolsas plásticas en los supermercados y la huella ecológica no ha mejorado, eso solo puede ser un indicador de que la medida es insuficiente, nada más.

El 18 de octubre aprendimos que el boicot es una medida que impacta y visibiliza mucho más que la burocracia política y, como la educación universitaria gratuita por la que se luchó desde el 2011 primero en las calles y luego en el parlamento no nos condujo a un país más justo, este 6 de enero la PSU fue boicoteada de una forma similar a lo que pasó con el sistema de transporte con el alza del pasaje.

La medida busca sabotear la prueba que lleva tantos años siendo cuestionada no por el alumno flojo que no quiere esforzarse, sino por expertos en pedagogía que no reconocen su valor como instrumento. Las críticas a la PSU se orientan, por una parte, a su cuestionable precisión para medir el grado de aprendizaje de un alumno y; por otra, a que lo que realmente se mide es la calidad del colegio en el que se estudió, cuántas papitas le enseñaron en el preuniversitario (Si tuvo los medios para ir a uno), el capital cultural de la familia, entre otras variables que tienen directa relación más con el sector socioeconómico al que pertenece el estudiante, que con sus capacidades o esfuerzo a lo largo de su educación básica y media.

Es difícil no estar de acuerdo con lo anteriormente planteado. Hasta el más acomodado y conservador coincidirá en que las oportunidades que se le dan a una persona repercutirán en el camino que seguirá en su vida adulta, y no es necesario ser un experto para ver que en Chile la cancha es dispareja. La pregunta que busco hacerme y que puede sonar bastante impopular es, ¿boicotear la PSU constituye una real amenaza al modelo segregador sobre el cual la educación fue construida?

Retrocedamos algunos años. Se nos dijo que si la educación superior se volviese gratuita, aquellos que no podían entrar a la universidad porque no podían pagar los monstruosos aranceles pese a sus capacidades, obtendrían la llave a la codiciada movilidad social. El problema es que ese no era el único obstáculo para esos alumnos. La desigualdad arrancaba no desde la educación universitaria, sino desde la diferencia entre los establecimientos cuya calidad variaba dependiendo de si puedes pagar o no por mejores profesores, infraestructura e incluso expectativas (Estas últimas no son las mismas en una familia de Las Condes  que en otra de Quilicura). Y por establecimientos no me refiero solo a los colegios, sino desde etapas más tempranas, es decir, la desigualdad en la educación parvularia es decisiva para el futuro de un niño. Sí, así de espantoso como suena.

Y solo me estoy remitiendo a las diferencias económicas en colegios y jardines. Si escarbamos un poco más en las distintas realidades de los entornos familiares, nos encontraremos con una desigualdad mucho mayor en hogares con problemas, donde la educación es la última de las preocupaciones tanto de padres como de los propios hijos. Y para qué mencionar a un niño del SENAME, pues sabemos que su realidad no mejorará de manera sustantiva por el hecho de que la universidad sea gratuita o la prueba de ingreso se actualice.

Con la PSU pasa un poco lo mismo. Si la sustituimos por otro sistema no cambiará mucho. Una suerte de Bachillerato o Preparatoria tendría los mismos problemas de desigualdad entre establecimientos. Lo mismo con una prueba de ingreso en cada carrera. Incluso si los estudiantes ingresaran tomando como referencia las notas obtenidas en sus respectivos colegios, en pocas semanas se evidenciaría la diferencia entre las educaciones recibidas en la etapa escolar, pues no es lo mismo graduarse con un 60 en un colegio exigente que en uno mediocre. Y ya sabemos que el nivel de un colegio está directamente relacionado con los recursos de los que dispone. Como consecuencia, la deserción se concentraría en aquellos que recibieron una escolaridad precaria. Los que tuvieron acceso a educación privada y de calidad no se verían afectados.

Por tal motivo, la PSU es un instrumento deficiente y obsoleto para medir el aprendizaje, que no considera la producción de textos, habilidades blandas, pensamiento divergente, creatividad y capacidad crítica. Por no mencionar las actuales necesidades de una sociedad, como la educación ambiental, emocional o hasta sexual. Sin embargo, es más un síntoma que la causa de la segregación. En una cancha más pareja, con seguridad seguiríamos teniendo esos mismos problemas, pero sin distinción entre clases sociales. Por eso no vaya a pensar el lector que pretendía hacer un apología de esta prueba. No obstante, considero imperativo reflexionar sobre qué tan efectivo sería desmantelarla para mejorar la educación en Chile.

Podemos sustituir un instrumento por otro con suma facilidad. Pero, de la misma manera en que el acceso gratuito a la universidad no solucionó las desigualdades sociales de este sistema de castas, creo que ha llegado el momento de intervenir lo que en verdad marcará la diferencia: la educación parvularia. Sí, esa que ha sido tan mirada en menos, a cuyos profesionales se les paga tan poco, a los que se les suele mirar en menos creyendo que se dedican a hacer de cuidadores de niños. Pero constituyen la base sobre la cual se construirán las etapas venideras de su formación básica, media y superior.

Como mencioné en un principio, es muy difícil intervenir una estructura corroída desde su médula. Sin embargo, el problema educacional deberá solucionarse mejorando la educación parvularia y básica, e interviniendo las realidades sociales y familiares de los alumnos. La calidad de vida, la eliminación de violencia doméstica, incluso la alimentación en los primeros años de una persona son variables determinantes para su desarrollo intelectual y profesional en el futuro. Una vez trabajemos en todos esos aspectos, podremos dar el siguiente paso y revisar los fundamentos pedagógicos de la educación media y universitaria y, por consiguente, la fiabilidad de los instrumentos con los que estas son medidas. Hasta ese entonces, la PSU no es más que una prueba chanta para la que cualquiera con sus necesidades básicas resueltas puede “adiestrarse” con relativa facilidad.

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Alguien comentó sobre “¿Es la PSU un instrumento de segregación?

  1. Según leo de las protestas estudiantiles del 2011, ya se hablo de cambiar la PSU y los rectores estaban de acuerdo. No hubo avances porque se postuló un ingreso libre y sin prueba. Como dices, hay muchas opciones mejores, como también, hay que promover la educación técnica porque hay gustos y destrezas para todo, no solo las Ues. Apuntas a un gran punto olvidado (incluso por los estudiantes y sus marchas) que es apostar al inicio, a la educ. parvularia. básica y media. Si el acento se pusiera allí en calidad e infraestructura, sería mucho más fácil y justo desarrollar cualquier tipo de prueba de ingreso universitario.

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